MURCIA (EFE). Ucrania, primer proveedor de cereales de España, mantiene su potencial agrícola y está en el foco de las protestas de los productores de la Unión Europea (UE) cuando se cumplen dos años de la guerra que, además, motivó una crisis geopolítica inédita en la alimentación mundial.
Dos años después del inicio de la invasión rusa que encareció y puso en riesgo los insumos y suministro alimentario, la situación es muy diferente en la UE, donde los agricultores se manifiestan por los bajos ingresos y miran a Ucrania como un competidor.
Si aquel 24 de febrero 2022 puso de realce la dependencia global de la oferta de materias primas de Rusia y Ucrania, esta semana los representantes agrarios de la UE han cuestionado las ventajas de Bruselas al país invadido, incluso desde España, deficitaria en cereales y girasol.
La razón está en los bajos precios que perciben los productores, lo que contribuye al panorama que ha motivado las tractoradas y las manifestaciones del sector primario.
El primer año de guerra provocó que los precios de los cereales y de los fertilizantes se dispararan, revolucionó la logística y dificultó el acceso de países de Oriente Medio y de África a las materias primas.
En el segundo, se ha seguido notando el impacto en la cesta de la compra, pero los mercados internacionales "se han acostumbrado", han caído las cotizaciones y no hay dudas sobre el suministro, según la patronal de comerciantes mayoristas Accoe.
El secretario general de Accoe, José Manuel Álvarez, declara a Efe que ahora generan más expectativa las noticias climáticas y que las existencias mundiales de cereales son altas, con excepciones como España, por la sequía.
En estos dos años el pico más alto de precios fue en julio de 2022, poco antes de que se llegara al acuerdo auspiciado por la ONU y Turquía con Rusia y con Ucrania para la salida de barcos del mar Negro; España y China fueron los países más beneficiados de esa mercancía.
Actualmente, los precios del trigo en las lonjas españolas son entre un 27 % y un 34 % inferiores al inicio de 2022 y un 42 % menores a los de en julio de ese año; los del maíz se han recortado un 25 % frente a enero de 2022 y un 43 % respecto a julio de ese año.
"Estamos ante el ciclo bajista (de precios) más largo desde 2008", según un informe del Grupo de servicios financieros StoneX y de la consultora Aestivum.
El estudio señala que la recuperación de las producciones de maíz o soja en Brasil, Estados Unidos y Argentina, y la presión de los precios de trigo ruso y las exportaciones ucranianas a Europa traen "pesadez" a los mercados.
Pero detalla riesgos como la incertidumbre sobre las cosechas de cereal del hemisferio norte, con menores siembras de trigo en la UE.
Los representantes de los agricultores de la UE han pedido al Parlamento Europeo que modifique las condiciones propuestas por Bruselas para mantener la suspensión de los aranceles a las exportaciones de Ucrania, ante el riesgo para algunos sectores.
Una demanda suscrita por el comité de organizaciones agrarias y cooperativas comunitarias (COPA-Cogeca), las asociaciones de los sectores de aves y huevos (AVEC y Euwep), azúcar (CEFS), maíz (CEPM)y de la remolacha (CIBE).
En la oleada de movilizaciones agrarias de países como Francia -exportador de cereal- y de naciones limítrofes con Ucrania, uno de los motivos de protesta ha sido la competencia del grano ucraniano con sus cultivos.
En Polonia, Hungría, Eslovaquia, Bulgaria y Rumanía ha habido muchas críticas e incluso se registraron vetos al grano ucraniano.
Entre los agricultores españoles que han salido a la calle ha habido también protestas por los precios bajos en puntos como Tarragona, puerto clave para la importación de cereal.
Los responsables de las organizaciones agrarias mayoritarias Asaja, COAG y UPA han alertado, en el pódcast Punto de Encuentro de Efe, sobre las cotizaciones bajas y han cuestionado las ventajas a Kiev.
El presidente de Asaja, Pedro Barato, ha subrayado que se debe ayudar a Ucrania, "pero sin arruinar a otros y con equilibrio", porque aún admitiendo que el ganadero se beneficia de un pienso más asequible, los agricultores necesitan "ganar dinero" y "en el puerto de Cartagena una tonelada de cebada se vende como un kilo de paja".
A este respecto el secretario general de COAG, Miguel Padilla, ha afirmado que "no se puede desarreglar un roto para arreglar otro":"No podemos cargarnos un sector para que otro pueda respirar".
Sin embargo, ha admitido, al igual que el secretario general de UPA, Lorenzo Ramos, que algunos cultivos o segmentos como el lácteo han tenido estos años mejores remuneraciones, porque si hubieran sido como en 2020 (cuando el campo español se movilizó) "no quedarían ni el 5 % de los agricultores" activos.