LONFRES (EFE). La primera ministra británica, la conservadora Liz Truss, aseguró este miércoles que no recortará el gasto público a fin de enjugar la deuda que generará su controvertido plan de crecimiento basado en grandes recortes de impuestos.
En su primera comparecencia parlamentaria tras la presentación el 23 de septiembre de su plan fiscal, que sembró el caos en los mercados financieros, Truss dijo al líder del Partido Laborista, Keir Starmer, que sigue "absolutamente comprometida" con su promesa hecha durante las elecciones internas por el liderazgo "tory" de no recortar la inversión estatal.
La jefa del Gobierno mantuvo que conseguirá el objetivo de reducir "a medio plazo" la deuda neta en relación con el producto interior bruto (PIB) simplemente asegurándose "de que el dinero público se gasta bien".
Starmer le pidió que revierta su controvertido "plan de crecimiento" y la acusó de estar "eludiendo su responsabilidad" y viviendo en "la negación".
El ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, expondrá el 31 de octubre la estrategia económica completa del Gobierno acompañado de previsiones oficiales de crecimiento y endeudamiento, a fin de dar confianza a los mercados financieros.
Varios expertos fiscales han advertido de que tendrá que anular o posponer algunas de sus rebajas de impuestos, que dejan un agujero de 43.000 millones de libras (casi 50.000 millones de euros), o recortar el gasto público si quiere equilibrar las finanzas estatales.
Cuando inicialmente se anunció el plan fiscal, que congelaba el impuesto de sociedades y reducía de un 45 a un 40 % la banda alta del impuesto sobre la renta (una medida ahora eliminada), la libra se hundió a su mínimo histórico frente al dólar y se disparó la prima de riesgo sobre la deuda soberana.
La inestabilidad en el mercado de los bonos a largo plazo motivó una intervención de emergencia del Banco de Inglaterra, con la que trató de prevenir el colapso de ciertos fondos de pensiones, que aún ahora siguen en una posición frágil.