MURCIA. “Busco la obra de mi tía abuela, pintora desaparecida, brillante y magnífica”. Este mensaje, lanzado en una botella en el océano de Twitter y Facebook, ha sido clave para la realización del proyecto artístico del que hablamos hoy, una exposición que nace con el objetivo de reconstruir la historia de la artista Rosario de Velasco (Madrid, 1904 - Barcelona, 1991) y que no sería la misma sin ese breve texto gracias al que se han localizado numerosas obras que se creían perdidas. La autora del mensaje es la periodista murciana Toya Viudes de Velasco, sobrina nieta de la artista, quien desde hace años investiga sobre su obra, una 'obsesión' que ha terminado dando forma a un gran proyecto expositivo comisariado junto a Miguel Lasuarreta y que, tras haberse expuesto en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, llegará en unos días al Museo de Bellas Artes de Valencia. Lo hará, además, con alguna novedad, pues la búsqueda de obras ha seguido dando sus frutos.
La exposición envolverá con una amplia selección de obras a una de las joyas de los fondos del museo valenciano, La Matanza de los Inocentes, que reproduce el pasaje bíblico de la degollación de los inocentes ordenada por Herodes, en una exposición que pondrá el acento en su producción desde la década de los años 20 hasta los 40, los primeros y los más destacados de su trayectoria artística, así como una sección dedicada a su trabajo como ilustradora. Con este proyecto se pretende no solo poner en valor el trabajo de la pintora figurativa sino reconstruir una producción que en gran medida había quedado olvidada, un proceso de investigación que tiene un punto de partida: el salón de su casa familiar.
Durante años tuvisteis en la casa familiar el cuadro Lavandera de la “tía Rosario”, que en este proceso de investigación ha pasado a ser Rosario de Velasco, ¿cómo ha sido esta transición?
Ese cuadro lo pintó Rosario en 1934 y lo presentó a la Exposición Nacional de Bellas Artes, aunque no tuvo la suerte de ganar ningún premio, un cuadro que después da a su hermano como regalo de bodas. Yo he crecido con él siempre en casa de mis abuelos, que vivían en la calle Conde de Salvatierra, y después pasó a mi madre. Es una preciosidad. Al principio solo pensábamos: qué bien pintaba la tía Rosario, pero la familia tenía pendiente una investigación. Fue cuando fui por primera vez al Museo Reina Sofía y vi un cuadro de Rosario de Velasco al lado de otro de Dalí cuando me di cuenta de lo importante que era y empecé a preguntar por ella y, después, hice algún intento de exposición en Murcia que no salió adelante. Durante muchos años he vivido en Colombia, pero siempre he llevado conmigo fotos de sus cuadros para seguir preguntando, investigando. En mi vuelta a España tras la pandemia es cuando veo el momento de recuperar este proyecto, cuando llega también Miguel Lusarreta, el otro comisario de la exposición. Entonces le presentamos el proyecto al Thyssen. Guillermo Solana, su director, conocía perfectamente la obra de Rosario y su importancia y de esa reunión salimos con el compromiso de hacer la exposición.
Entonces comienza la búsqueda de sus obras, a través de un mensaje en redes sociales: “Busco la obra de mi tía abuela, pintora desaparecida, brillante y magnífica”.
En un primer momento nuestra idea era hacer una retrospectiva, que nunca se ha hecho, para lo que sí teníamos suficiente obra. Pero cuando aterriza la idea de recuperar esos primeros años de mayor producción, en los que nos hemos ceñido en la exposición, vemos que ahí nos falta obra. Es una obra que además corresponde a antes de la guerra, había muchas piezas perdidas, de las que solo teníamos referencia por prensa de la época. De algunos cuadros tuvimos constancia que habían sido subastados años después, pero por la ley de protección de datos o la antigüedad de los procesos era difícil encontrar a sus dueños, aunque llegamos a localizar dos o tres cuadros por esa vía. Fue ahí cuando se me ocurrió impulsar la campaña en redes sociales. Tuve mucha suerte, gracias a esto aparecieron muchos de los cuadros que van a ir ahora a València, aunque también hubo un segundo empujón muy importante, que fue cuando los medios de comunicación se interesaron por la campaña. Gracias a salir en prensa localizamos, por ejemplo, dos de sus cuadros más importantes de esa época, que estaban en Barcelona. Fue muy bonito porque dejó ser un proyecto nuestro y del Thyssen para ser un proyecto colectivo.
¿Hay alguna cuenta pendiente, alguna obra de la que tengan constancia que todavía no hayan podido localizar?
Algunos no han aparecido, como Circo. También estábamos buscando Baño. Recuerdo que con la exposición inaugurada en el Thyssen todavía me decían que si aparecía le harían un hueco. Este fue el primer gran éxito de Rosario. Rosario había sido muy conocida como ilustradora, pero en esos años, en los circuitos artísticos más importantes, a las mujeres se les tenía muy vetadas. En 1931, en el Salón de Otoño de Madrid, después de haber tenido mucho éxito como ilustradora, se presenta con Baño, y ahí es cuando ya se empieza a hablar de ella ya no como ilustradora sino como pintora. Hace un tiempo me escribieron por Twitter para decirme que lo habían visto en una fotografía antigua de una casa bombardeada, pero no hemos dado con él. La casa de mis bisabuelos fue bombardeada así que es posible que, siendo su primer gran éxito artístico, estuviera allí. Es complicado. En todo caso, creo que hemos conseguido una muestra muy representativa y de altísima calidad de esos primeros años de Rosario de Velasco.
No es el único caso de una artista mujer cuya obra está perdida o descatalogada. Recientemente se publicaba, por ejemplo, que gran parte de la obra de Lola Bosshard fue recuperada en el almacén de una peluquería de València, ¿qué reflexión hace?
-Fíjate, Rosario perteneció a la generación del 27, como otras grandísimas artistas, pero parece por lo que hemos estudiado, aunque ahora ya menos, que solo hubo hombres. Creo que ahora estamos en un momento muy bonito de recuperación de mujeres que tuvieron parte fundamental en la historia, no solo artística, sino política y también social. Rosario es un clarísimo exponente de eso. A ella la hemos podido recuperar, pero muchas veces me pregunto, ¿cuántas mujeres habrá como Rosario, que no sabemos nada? A mi favor yo tenía que, al ganar la segunda medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1932, su cuadro siempre ha estado en el Reina Sofía. Sin embargo, poca gente la ubicaba. Cuando hicimos la exposición del Thyssen decía: ¡Pero si es la de Adán y Eva! Con esta exposición hemos conseguido colocar a Rosario en el justo lugar que merece, pero solo es el comienzo, hay mucha más obra por exponer. En el catálogo de la muestra Estrella de Diego habla de la mujer de un solo cuadro, parece que Rosario solo pintó Adán y Eva, pero pintó mucho más. A Rosario le debo mostrar toda su carrera artística.
Entiendo que estas exposiciones, además, habrán hecho que se revalorice la obra de Rosario, no sé si a nivel de mercado del arte notan ese interés.
Hay muchísimo interés. Es una pintora prácticamente desconocida que aparece en pleno siglo XXI y la colgamos en el Thyssen. Hay muchos movimientos, pero la parte de los cuadros que tenemos de esta primera época están en colecciones privadas y por ahora nadie quiere desprenderse un Rosario de Velasco. Va mucho más allá del valor que pueda tener en el mercado. Indiscutiblemente haber expuesto la obra en el Thyssen y ahora en el Museo de Bellas Artes de València revaloriza el precio de la obra, pero muy pocos propietarios de esos primeros años quieren vender nada, muchos de ellos además tienen vinculaciones familiares. Hay mucho interés por comprar pero poco por vender [ríe].
Con respecto a la exposición que se ha podido ver en Madrid habrá alguna diferencia en el Museo de Bellas Artes, ¿qué me puede contar de las novedades que veremos en el València?
Vamos a poder presentar un cuadro precioso que apareció cuando la exposición del Thyssen ya estaba inaugurada, un retrato de una mujer con un gorrión. También otro retrato pequeño, pero muy bonito, Niña con ojos azules, que lo hemos restaurado para la exposición. Al estar en colecciones particulares, muchos, incluso Lavandera que teníamos en casa, estaban amarillentos por el paso del tiempo, el humo de cigarrillos, etc. Este proceso ha sido muy importante porque hemos recuperado los colores con los que pintó Rosario. Esta exposición va a ser la oportunidad para que La matanza de los inocentes esté arropado por toda esa producción de esos años.
Rosario perteneció a la Sección Femenina de la Falange Española, estuvo en la cárcel, ¿en qué medida afectó a su carrera y a la visión de su obra entonces y hoy?
Ahora que he estudiado tanto, he podido leer tanto y he hablado con mucha gente de la familia, [creo que] las cosas se vivían de otra manera. Es decir, Rosario, por ejemplo, era íntima amiga de María Teresa León, que luego terminó en el Partido Comunista. Por encima de todo, estaban las amistades y luego estaban los pensamientos y las ideologías políticas. Es verdad que Rosario perteneció a la Falange en sus primeros años y, en más de una entrevista, da un par de motivos. Uno, la falange para ella le prometía un lugar de igualdad para la mujer y, luego, el hecho de que era una mujer profundamente católica. Cuando la acusan de falangista, estando en Madrid, tiene que salir de un día para otro. Primero a Valencia y luego a Barcelona, donde la meten presa. Esa misma noche la sacan escondida en una carretilla. Al día siguiente su compañera de celda amanece fusilada. Cuando termina la guerra se instala en Barcelona, ahí ya está casada y con su primera hija. Sigue pintando, pero tuvo que empezar de cero su carrera artística. Aunque luego expuso, fue difícil. Es verdad que cuando Franco llega al poder, ella no quiere saber absolutamente nada del franquismo. No fue una pintora del régimen. Siempre he pensado que se queda en ese limbo, no fue de las que salieron en el exilio, pero tampoco apoyó al régimen.
Más allá de esta exposición, ¿cuáles son los siguientes pasos en el estudio de su obra?
No se puede quedar es esta exposición, que ha sido importantísima, pero la estamos empezando a descubrir. Estoy muy contenta con lo que hemos conseguido pero no me puedo conformar. Tenemos que enseñar todo lo que pintó.