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SILLÓN OREJERO 

'Tits & Clits', el cómic en el que las dibujantes se burlaban de la pornografía de Playboy y Penthouse

El título no dejaba lugar a dudas, Tetas y clítoris, era una ironía de cabecera con la que un grupo de mujeres hicieron sus propios cómics como respuesta a la misoginia y pornografía que abundaba en las publicaciones impresas de los 70. El primer número llegó a los 20.000 ejemplares y no paró de recibir denuncias, tanto de dibujantes masculinos como de otras feministas que no estaban de acuerdo con esa línea, hasta el fiscal del Condado de Orange de California les abrió una investigación por "obscenidad"

1/08/2022 - 

MURCIA. En los años 60 y 70 el cómic había experimentado una revolución por medio de las publicaciones underground, esto es, autoproducidas por cualquiera que tuviera ganas de contar algo. Aunque alguno terminara investigado por el FBI después de que sus reflexiones políticas  acabaran en manos de algún paranoico, la libertad en el resto de facetas expresivas fue prácticamente total. Ese contexto sin filtros servía para acceder a una creatividad única y también para que se reflejase lo que era la sociedad tal cual. En aquel entonces, la influencia que tenían revistas como Penthouse y Playboy, sumado a que los dibujantes eran mayoritariamente hombres, suponía que buena parte del material fuese abiertamente misógino. Las editoras eran Lyn Chevli y Joyce Sutton. Chevli sabía bien de lo que hablaba, tenía una librería alternativa y se había dado cuenta de que el cómic alternativo destacaba por su machismo. 

Es abrir la primera página del primer número y la primera historieta ya es una joya. Trata de una mujer que besa a un sapo, se convierte en príncipe, en lo que siempre soñó, pero inmediatamente empieza a criticarla por su peso, por tener el culo gordo, por no hacer dieta y no comer sano. La página dos es una historia sobre la menstruación. Va de un tema que cuatro décadas después ahí sigue, el precio de los productos de higiene femenina. Una muestra de la crudeza de estas viñetas está en detalles como los argumentos que giran en torno al periodo. Si se han hecho millones de chistes sobre semen en viñetas underground, estos por qué no iban a ser válidos. Aunque hay más de protesta que de transgresión realmente. Por ejemplo, cuando esta chica va a una biblioteca a por libros de higiene femenina, le dicen que busque en los estantes de esoterismo. 


La referencia más inmediata que se me ocurre para calificar este tipo de humor es Julie Doucet, quien por cierto acaba de ganar en Angoulême, pero no por nada en concreto, sino porque rara vez nos encontramos ante estos temas. En el segundo número, de 1976, varias historias están dedicadas a consoladores, a complejos estéticos, al sexo y también al gran enemigo actual de la nueva derecha y rojipardos: los gatos como compañeros vitales. Otra historieta también tiene un punto muy actual. Hombre y mujer se conocen, cenan, se gustan, van a casa y, al quitarse la ropa, resulta que el hombre es mujer y la mujer es hombre. Y en las páginas dedicadas a la regla, de nuevo el periodo se compara con el semen: "Viene a ser lo mismo, pero de un color más bonito", dice la protagonista. 

En un número de 1979 se cuela la fiebre disco. Una superheroína de pechos gigantescos tiene que vencer a un superhéroe que es un chulo de discoteca sobredimensionado que está conquistando a mujeres para estafarlas. Ella acabará con él ayudada por sus grandes atributos, con los que le noquea. En el delirio máximo están las viñetas de una vagabunda, a la vez vaquera, que con una cuerda puede hacer maravillas. Concretamente, prostitutas. Los clientes pagan, ella come perritos calientes con el dinero y, cuando se dan cuenta, se están acostando con un lazo. El último número, de 1987, con una calidad de dibujo ya extraordinaria, continuaba el sarcasmo con la maternidad y el sexo. Podría haber seguido hasta nuestros días. Eso es lo trágico. Estas viñetas, de publicarse hoy, no se notaría la diferencia. No se sabría que tienen décadas. 

La aparición de penes y vaginas fue lo que desencadenó en 1973 que el fiscal del Condado de Orange en California iniciara una investigación policial sobre la naturaleza obscena de la publicación. En realidad, sus dibujos eran anti-eróticos en el sentido de que las mujeres no estaban idealizadas, sino que tenían curvas y pelos y poco tenían que ver con los modelos de la pornografía. 

Quizá podamos hablar de un cómic precursor, que tiene más valor hoy que en su época. Los temas que toca son muy familiares, algunos porque nadie se atrevía a introducirse en ellos hace tantos años, otros porque no han dejado de estar de actualidad, por desgracia. Sin embargo, en su día recibieron críticas feministas. Concretamente, de las feministas que querían eliminar cualquier representación sexual. Hay que entender que en aquella época hubo una discrepancia dentro del movimiento entre las que querían mostrar la verdadera sexualidad femenina y las que no querían que se mostrase absolutamente nada. 

Tits & Clits tuvo un spin-off relacionado con el aborto. En la primera entrega de T&C ya había una historia que ponía de manifiesto la actitud masculina frente a la anticoncepción. Una pareja iba a tener relaciones, pero no tenían condón. Ella se desesperaba por encontrar uno, mientras a él le daba exactamente igual. El resultado de esas actitudes es conocido y, como consecuencia, Chevli y Sutton lanzaron Abortion Eve en 1973. Un tebeo directamente educativo. Iba de cinco mujeres que iban a abortar. Las historias tenían un origen real, las dibujantes habían trabajado como consultoras en una clínica abortista. Mucho después, en castellano, hubo una referencia de gran calidad publicada en España, Un adiós especial, en Astiberri, en la que Joyce Sutton, ahora con el nombre de Joyce Farmer, contaba los últimos días de sus ancianos padres. Un cómic que estuvo dibujando durante una década, pero esa novela gráfica es de tal magnitud que precisa un capítulo aparte en la próxima entrega de esta columna. 

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