El mundo se divide entre quienes piden perdón cuando se equivocan y quienes creen que nunca se equivocan y buscan un culpable al que adjudicar sus errores. Una tercera modalidad que estaría dentro del segundo grupo es la disculpa hipócrita, que pone en duda el agravio con frases del tipo 'pido disculpas si alguien se ha sentido ofendido'. Esa disculpa fake es la que empleó Carlos Mazón en su comparecencia en Les Corts cuando, tras presumir del despliegue realizado por la Generalitat después de la riada, culpó del desastre y de la gestión de la crisis al mal tiempo, a los protocolos y al "sistema", para añadir que en las zonas afectadas "se extendió esa sensación de que la ayuda no llegaba, o no era bastante". ¿Esa sensación?
Y añadió: "Como president de la Generalitat, quiero pedir disculpas a los que así se sintieron porque, aunque se aplicaban los protocolos diseñados y probados muchas veces en el pasado, su capacidad de respuesta no fue suficiente". ¿A los que así se sintieron?
Mazón pidió disculpas dos veces a lo largo de las dos horas y 23 minutos de su intervención inicial, primero "como president de la Generalitat" a "los que así se sintieron"; luego, "en nombre de la Generalitat", por la respuesta "de todas las administraciones antes, durante y después” de la emergencia, "que no fue todo lo eficaz que se necesitaba".
Pedir disculpas por los errores "de todas las administraciones" no es pedir perdón, es escurrir el bulto. Desconozco si Carlos Mazón ha pedido perdón alguna vez en su vida, pero no se me ocurre momento más oportuno que esta catástrofe con 221 muertos, 8 desaparecidos –cifras provisionales de este jueves– y cientos de miles de damnificados a los que no se alertó a tiempo. Quizá se lo hayan desaconsejado sus asesores porque en política lo siguiente después de pedir perdón es la dimisión. Quizá tenga que cambiar de asesores.
Tampoco es normal que la consellera responsable de Emergencias, Salomé Pradas, no haya pedido perdón y presentado la dimisión cuando han pasado casi tres semanas de la tragedia. Era una salida más honrosa que esperar el cese. A ningún político se le pide que sea perfecto, pero sí que tenga dignidad.
Entre quienes tenían "esa sensación" de que los servicios públicos no llegaban los primeros días, mientras recibían la ayuda desinteresada de ciudadanos anónimos, cundió la idea de que "sólo el pueblo salva al pueblo", que se convirtió en lema. Un lema que es una ilusión porque lo cierto es que el aluvión de voluntarios evitó males mayores los primeros días pero la ayuda del Estado en todos sus niveles, la que llegó tarde, es la única que nos puede salvar.
Quien se tuvo que salvar a sí mismo sin la ayuda de ningún voluntario fue Mazón, abandonado a ratos por su partido y por buena parte de los medios de comunicación que él creía que le iban a apoyar siempre porque es de bien nacidos ser agradecidos. Y eso es lo que hizo, salvarse a sí mismo con un discurso que nos iba a "reconfortar con la clase política", según adelantó Núñez Feijóo en otra de sus enigmáticas intervenciones a propósito de esta crisis.
El líder del PP nacional está teniendo un comportamiento tan errático como el del PSPV que lidera Diana Morant, que ora promete apoyar a ciegas los presupuestos de Mazón para 2025, ora pide a Feijóo que destituya al president de la Generalitat, cosa que ni Feijóo ni el PP pueden hacer porque esto no es Inglaterra. Feijóo, por cierto, le ha exigido a Teresa Ribera, para apoyar su candidatura como comisaria europea, que dimita si es imputada en alguna investigación judicial por la Dana. ¿Le ha pedido lo mismo a Mazón?
Lo único que tuvo de reconfortante el debate del pasado viernes fue el tono de las intervenciones, que debió decepcionar a los enviados especiales llegados de un Madrid malacostumbrado a la bronca diaria en el Congreso y al circo de tres pistas de la Asamblea madrileña.
Mazón admitió errores, pero suyos o de la Generalitat solo uno: el borrado de un tuit. Más concreto fue con los supuestos fallos de los demás –que los demás niegan–, especialmente los de la Confederación Hidrográfica del Júcar, de la que denunció un "apagón informativo" la tarde de los hechos. Expresión que me da pie para denunciar aquí el apagón informativo del Consell, cuya estrategia de comunicación está siendo tan deficiente como la de emergencias.
Centrifugadas las culpas, Mazón pasó a anunciar un plan de reconstrucción liderado por él mismo, de la mano de una vicepresidenta que todo el mundo cree que será Susana Camarero –quien se libraría así de la complicada Conselleria de Bienestar Social– y otra consellería de Interior y Emergencias –sin el área de Justicia– que supone elevar la importancia de las emergencias en la consideración del jefe del Consell. De ser una 'maría' dejada en manos de Vox hace año y medio a tener conselleria propia.
Ya por la tarde, vista la decepción que causó su intervención matinal y después de una comida más frugal que la del día 29, Mazón brindó al sol un anuncio: "Si no soy capaz de liderar la recuperación, no optaré a la reelección". Si su capacidad de autocrítica en 2027 es la misma que ahora, es evidente que optará a la reelección.