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tribuna libre / OPINIÓN

Sobre Jason Brennan y la democracia europea

Foto: KIKE TABERNER
15/04/2024 - 

Jason Brennan, filósofo y Profesor en la Universidad de Georgetown, escribió en 2016 uno de sus obras más citadas y también criticadas: Contra la democracia. En ella, el autor denuncia que, si bien los sistemas democráticos son los mejores en respeto de derechos y libertades, existe un triunfalismo en ocasiones ciego que impide proponer o mejorar la vida política en democracia. En su opinión, los votantes, y el principio un hombre-un voto, son capaces de tomar decisiones incorrectas por no estar lo suficientemente informados o por ser hooligans de un determinado partido, siendo el Brexit ejemplo de ello. Para él, las catastróficas consecuencias de estas decisiones se podrían haber evitado de haber contado con un sistema mejor –su sistema–.

En su libro, el autor se muestra garante de los derechos y libertades que sostienen las democracias, califica como muy necesaria la producción de mejores resultados en beneficio de todos y propone un sistema que bajo su juicio tiene como finalidad conseguir una sociedad más justa. ¿Qué ser en su sano juicio no sólo no estaría a favor de esta propuesta?

Brennan defiende que, como asunto de importancia menor, y con el fin de alcanzar tal objetivo deberíamos aprender a dejar de valorar de la forma que lo hacemos el sufragio extendido en la actualidad: mismo peso y universalidad. ¿Qué tipo de argumento utiliza para defender tal idea? Uno lógico y a la vez simplista, capaz de ser entendido por cualquier niño: al igual que no pediríamos a un filósofo político capitanear un buque por el gran riesgo que supondría para los miembros de la tripulación, no deberíamos pedir a un ingeniero de telecomunicaciones diseñar las políticas migratorias por el gran riesgo que podría suponer. ¿Quién puede refutar no la idea en sí, sino la lógica de racional? Nadie, o muy poca gente. Es difícil argumentar, o mejor dicho convencer, de que uno más uno no son dos. Sin embargo, ¿quién estaría dispuesto a comprar el planteamiento epistocrático propuesto por Brennan de que gobiernen los que saben? Únicamente aquellas personas que se abstienen de la política, nunca participan en las elecciones, y les da lo mismo que gobierne uno u otro (y estas son, en general, minoría). Aquella persona completamente objetiva y utilitarista, para el que el fin de obtener mejores resultados justificara acabar con el principio de una persona equivale a un voto.

¿Cuál es mi reflexión de la idea de Brennan? Intentar socavar la igualdad de los ciudadanos es completamente inaceptable, y por ello su propuesta nunca verá la luz del día. Si bien estoy en total desacuerdo con su solución, (parte d)el análisis me parece acertado en el momento actual al que se enfrentan las democracias de todo el mundo. Parecemos vivir en lo que el profesor Joan Romero acuñó como las "emocracias", aquellas en las que las emociones valen más que los argumentos. 

Diría Villacañas que "ante todo, el educador, el verdadero representante de la ilustración, no puede perpetuar la pasividad del pueblo". Si Herder avalaba la figura de un "educador" capaz de "despertar" a un pueblo invadido por la desafección, de la misma manera podríamos despertar a los pueblos dormidos capaces de consentir la epistocracia. Hoy son muchos los gobernantes que tienen como bandera el discurso que apela al sentimiento, sea cual fuere el contenido. ¿Entienden ahora a qué se debe mi confianza sobre el fracaso de la lógica brenniana? Por mucha razón que emplee, por grande que sea la argumentación o cifras que le acompañen, no tiene nada que hacer contra la fuerza del hombre capaz de tocar el corazón de otro a través de la palabra.

Suscribo de Pareto su teoría sobre la circulación de las élites. Estas han existido, existen y existirán a lo largo de la historia paralelas a cualquier organización social. Nace una revolución, cambia la forma de gobierno y se produce la sustitución de una élite por otra nueva. ¿En qué sentido es esto importante? El sistema epistocrático propuesto por Brennan generaría otra propia élite en su seno. La forma de control del examen de competencia para atribuir valor al voto del ciudadano o la alteración del voto ponderado podrían ser corrompidos en cuanto aterrizase la élite desde el idealismo brenniano hacia el mundo terrenal y material dominado por la ausencia de ciudadanos perfectos e incorruptibles.

¿Cargaría Brennan con la culpa en caso de que, dejando las bondades de la democracia de lado, optásemos por su teoría y más tarde esta degenerase haciéndonos caer en manos de la tiranía?, ¿es aplicable el idealismo brenniano a la realidad que el mundo de hoy nos demuestra? Acudiendo al empirismo del que tanto presume Brennan: "En política sucede como en las matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto, está mal" (atribuida a Ted Kennedy).

En la imperfección de la democracia reside su valor. No existe el hombre perfecto de la forma que no existe la forma de gobierno perfecta. La tendencia a la continua búsqueda de lo mejor no hace sino aplastar a lo que quizás es muy bueno, obviando en ocasiones que el crecimiento infinito es materialmente imposible. Por optar a algo mejor, podríamos perder nuestra democracia.

La élite epistocrática estaría centrada en el fin y el rendimiento, sin saber que no siempre se puede crecer hasta el infinito. Nosotros, reyes de lo imperfecto y escondidos esperando la vuelta de la democracia, guardaríamos con cuidado el baúl del pensamiento y la discrepancia: ejemplares de puro y mero pensar. Ejemplares capaces de hacer renacer el espíritu de la democracia a través del saber. De Tucídides a Sièyes, pasando por Hegel y Kant, incluyendo por supuesto las obras del estadounidense de Massachussets Jason Brennan.

Pablo Javier Torres Méndez es estudiante del Máster en Derecho Europeo (LLM) y miembro del Consejo Académico en el Colegio de Europa (Brujas, Bélgica)

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