Pensaba que en vacaciones iba a encontrar momentos idílicos de inspiración y 'flow' para que fluyeran de mis dedos torrentes de ocurrencias, ironías y otras agudezas. Iba a ser esa alondra que con los primeros rayos de sol inmortalizase en un alegre repiquetear del teclado del ordenador su canto.
Lejos de ser ese ligero pajarillo, el verano me ha arrastrado a una suerte de cetáceo marino y remolón. Con la edad mi cuerpo sigue rendido a la G, pero no por ese preciso punto, sino porque ha sufrido una transición traumática de golfo a gandul. Parece que vivo en un juego de la oca versión estival: De tumbona a chiringuito y me zampo dos caballitos…de chiringuito a siesta y vuelvo a la tumbona a reposar la ingesta… y así entre el engullir y el yacer no encuentro el momento de contarles mis peripecias.
El caso es que en un arranque de responsabilidad para comenzar a escribir este artículo le he preguntado a Siri:
- Oye Siri, ¿me dices la hora?
- Esto es lo que he encontrado sobre el Sha Wellnes y los excelentes resultados estéticos operados en Jorge Javier.
Le ha faltado decir: llama ya bonita, que para cuando te quieras dar cuenta tienen que agrandar la puerta. Quiero pensar que no es algo personal, quizá el tono imperativo le ha hecho ponerse a la defensiva, como me pasa a mí cuando me preguntan si están planchadas las camisas. Vuelvo a intentarlo con un tono más afable pero no hay manera, con toda su desfachatez me canta por soleares el directorio de centros auditivos de la región ordenados por distancia a la trompetilla. La verdad es que ante tanta impertinencia mejor hacerse la sorda. Esta situación viene de lejos, me guarda rencor porque antes yo era Android y esto ha provocado que la relación siempre haya sido tensa por parte de ambas:
-Oye Siri, llama a mi jefe.
- ¿Qué jefe quieres que llame? ¿Tu marido? ¿Tu hijo? ¿Tu padre? ¿Capullo de empresa?
Gracias. Gracias de nuevo por hacerme consciente de mi cruda realidad, que en mi vida como en mi móvil hay más jefes que indios.
Ya saben que me pongo nostálgica con facilidad y ahora recuerdo mi primer móvil, un Alcatel con antena extraíble al que podías ponerle pilas tamaño AALR6. Tenía que ser el mismo que llevaba la madre de Yurena en el bolso cuando pegaba a Paco Porras, por lo de ladrillo, digo. Esos teléfonos nunca te dejaban tirada. La batería duraba más que una boda gitana aunque para pillar cobertura te tuvieras que subir al Sagrado Corazón de Monteagudo...y sin necesidad de asistentes personales.
La similitud fonética entre su nombre y el mío tampoco es que ayude mucho a amansar las aguas. Desde que llegó a casa mi matrimonio se ha convertido en un irritante mènage à trois, nunca se si dice Siri o Trini, y así me paso el día ¿es a mí? Según reza wikipedia este lío a tres es un acuerdo doméstico donde puede haber una cohabitación poliamorosa y cada uno de los miembros estar románticamente involucrado con los otros dos. Está claro cuál es ese miembro, el viril, porque entre Siri y yo de poliamor cero. Pero como la venganza es un plato que se sirve frío, le he buscado una competidora a la altura: Alexa. Así que no sé en qué figura geométrica se va a convertir ahora mi vida, si en triángulo amoroso o en un círculo vicioso.
Gracias por su lectura.
Trinidad Guía Sánchez es Licenciada en Ciencias Económicas, Máster en Dirección y Administración de Empresas y Experta en Ventas.
@GuiaTrinidad Linkedin: Trinidad Guía