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PSICOLOGÍA COTIDIANA / OPINIÓN

Síndrome posvacacional o cómo adaptarse a tu realidad

29/08/2022 - 

MURCIA. Las vacaciones invitan a crear un clima personal y social donde no dan cabida nuestras preocupaciones, al menos, en ese contexto. No significa que no existan, sino que las dejamos aparcadas por unos días. Es un paréntesis vacacional donde nos "esforzamos" en estar lo mejor posible independientemente de nuestra situación. A veces se consigue y otras veces no.

A posteriori, con el retorno de las obligaciones y responsabilidades diarias notamos ese zarandeo como un golpe de realidad, que (en mayor o menor medida) suele pasar factura a un 30% de la población.

Atrás quedan las puestas de sol, los baños en la playa o la piscina, paseos por la montaña, las noches mágicas de verano, la dolce far niente o por el contrario las experiencias estivales, las quedadas con amigos y familiares, e incluso alguna que otra discusión con ellos.

"Más de un tercio de nuestra vida tiene lugar en el puesto de trabajo y para muchas personas transcurre con un cierto malestar psicológico"

Y aparece el no deseado y a veces poco evitable síndrome posvacacional que se define como una reacción adaptativa de tipo biopsicosocial ante un cambio contextual significativo para la persona y que cursa caracterizado por cansancio, desencanto, anhedonia que es falta de placer, tristeza, malestar general, ansiedad… Su durabilidad suele rondar una media de 15 días según la persona. Estos síntomas suelen desaparecer tras este período de adaptación. Inicialmente es transitorio, aunque puede convertirse en algo más incapacitante y disfuncional. Cuando se presentan con una gran intensidad, frecuencia y duración toca hacer trabajo de reflexión y tomar decisiones. Siempre desde la calma, no desde el aturdimiento y hastío que nos proporciona este síndrome.

Si pasado este tiempo se sigue con sintomatología compatible con este síndrome es recomendable buscar ayuda de un profesional de la Psicología o de la Salud Mental para prevenir un posible estrés crónico que pudiera tener peores consecuencias.

Más de un tercio de nuestra vida tiene lugar en el puesto de trabajo y para muchas personas transcurre con un cierto malestar psicológico. Podríamos decir incluso que padecen estrés a causa del trabajo, el frecuente burn out o síndrome del quemado. Un estrés llevado al extremo llamado distrés o estrés negativo. No importa la etiqueta. Fastidia y pasa factura igualmente.

Los principales síntomas son: mal humor, falta de motivación, agresividad, trastornos del sueño como insomnio (falta de sueño) o hipersomnia (exceso de sueño), dificultades para pensar o concentrarse, pérdida de memoria, irritabilidad excesiva, fatiga prolongada, debilidad muscular, cansancio, agotamiento, apatía, falta de atención y concentración, dolores de cabeza tensionales o musculares, etc.

Estos serían la columna vertebral del síndrome, pero cada persona lo experimentaría según su historia de vida, experiencias, su momento vital y/o herramientas de gestión emocional. Por tanto, dentro de un nexo podríamos decir que hay tantos síndromes posvacacionales como personas existen, cada una con su propia huella dactilar.

El estrés, la insatisfacción laboral, la falta de motivación y de proyectos tanto laborales como personales facilitan enormemente este caldo de cultivo adecuado para el síndrome posvacacional.

El síndrome posvacacional puede reflejar la punta de iceberg de un problema de inadaptación laboral o insatisfacción personal.

Es recomendable que los primeros días de la vuelta al trabajo sean muy agradables e ir cumpliendo obligaciones de manera progresiva, con un ritmo saludable, sin trabajos adicionales innecesarios y manteniendo los descansos que nos permitan un extra de oxígeno. Es importante prestar la atención a una buena respiración profunda, diafragmática, para que nuestro sistema nervioso parasimpático se mantenga activado y no de paso a una respuesta de estrés mediada por el sistema nervioso simpático.

Prestar atención a nuestro discurso interno que suele tener tendencia a ser disfuncional, destructivo, negativo y poco útil. Intenta cambiarlo por un dialogo más amable, constructivo y funcional.

Potenciar hábitos saludables (descanso, movimiento, alimentación, sentido del humor, buena gestión emocional…) huyendo también de excesos de compromisos y malos hábitos como un abuso de café, alcohol y tabaco. Un estilo de vida adecuado y saludable será un gran amortiguador físico y psicológico.

Sandra Esparza

Grupo de Trabajo del Ejercicio Privado del Colegio Oficial de Psicología de la Región de Murcia


 

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