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EL PODER Y LA PALABRA / OPINIÓN

Sin prolegómenos

23/07/2023 - 

MURCIA. Hay gente expeditiva a la que no le gusta respetar los trámites ni el ritmo de las cosas. Detestan los preámbulos y las introducciones por considerar que son incómodos rodeos que les impiden "ir directamente al grano". Son personas convencidas de que lo importante es lograr lo que desean lo antes posible, sin reparar que esto, las más de las veces, es incompatible con disfrutarlo lo mejor posible. Gente sin prolegómenos, en definitiva.

No comparto esa opinión y me siento incómodo con esos perfiles de personalidad de quienes suelen meter prisa y presionan a los demás en el logro de sus fines, o cuando menos, nos trasladan su ansiedad. "Esto es urgente", suelen decir, intentado acelerar procesos, o saltarse directamente procedimientos. Lo que no aclaran es que la urgencia suele ser suya, no nuestra.

"Quienes por prisas no son capaces de respetar el tiempo de cocción de un buen guiso acaban calentando un plato precocinado en el microondas"

El caso es que, en estos tiempos convulsos y acelerados, se está extendiendo la peligrosa especie de que conviene saltarse los prolegómenos, es decir, todo aquello que hacemos antes de que ocurra, y para que ocurra adecuadamente, algo que deseamos. Al saltarse compulsivamente los saludables rituales de nuestra cultura y confundirlos con prejuicios u obstáculos prescindibles se sufren, irremediablemente, las consecuencias. Quienes por ansiedad o por prisas no son capaces de respetar el tiempo de cocción de un buen guiso acaban calentando un plato precocinado en el microondas. En el pecado llevan la penitencia.

Esto es lo que, al parecer, le pasó, según me cuentan, a una exigente profesora de literatura (exigente en lo profesional, claro) quien, harta de esperar al hombre de su vida, acudió a una aplicación de citas de sexo exprés. Sí, de esas que sin preámbulos van a lo que van. Fue tal el trauma que experimentó al oír cómo su improvisada pareja destrozaba sin piedad la lengua de Cervantes, que no pudo experimentar gozo ni placer alguno en su primera y última cita. Un dineral lleva gastado en psicólogos.

No es el único caso de traumatizados por el sexo sin prolegómenos de aquellos que desprecian el sabor de los rituales de cortejo. Conozco otro caso de un incauto que quiso despacharse con un ligue fugaz y descubrió demasiado tarde, una vez avanzado el proceso, que su partenaire no se ajustaba en el diseño a sus expectativas previas. Por timidez primero y por lealtad a su esmerada educación después, decidió acabar todo lo que le servían en el plato y tuvo que cumplir, lo mejor que supo y pudo, con tareas inesperadas para las que no estaba entrenado. Según me comentan sus allegados (él no quiere volver a hablar del tema) no ha vuelto a practicar sexo rápido desde entonces.

No me vayan a malinterpretar, por favor. No pretendo moralizar; tan sólo llamar la atención sobre la conveniencia de respetar las cadencias y recrearse disfrutando plenamente cada momento. No digo yo que no haya que arriesgar. Al toro hay que acercarse, pero respetando sus terrenos y conociendo su condición y querencias. No me gusta el toreo de salón, pero confieso públicamente que cada día me gustan más los toreros que los matadores; prefiero el camino al destino, e intento saborear todos los preámbulos como si no hubiera epílogos. Cosas de la edad, supongo.

Les recomiendo una interesante película de Fréderic Fonteyne, Una relación privada (Une liaison pornographique en versión original). No se hagan ilusiones, ni una escena explícita) que trata sobre la dificultad de mantener relaciones íntimas satisfactorias al margen de los sentimientos humanos. Una magnifica reflexión sobre la importancia de respetar los ritmos y los procesos, sin atajos. Y es que una persona sin prolegómenos viene a ser, y por las mismas razones, como una persona sin principios. No son de fiar.

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