MURCIA. Resultan dramáticos, para un analista político, fines de semana como este, en que Pedro Sánchez se mantiene en silencio y, por un lado, no puedes comentar su última mentira; y por otro, estás en un sin vivir, porque no sabes qué estará tramando, con quién, y cuánto nos va a costar a los españoles.
Abres las páginas, en papel o internet, de los periódicos y buscas algo que merezca el punzón de cada lunes, que tampoco vamos a andar prodigándoselo graciosamente a quién no da la talla.
Y en esas estamos. Porque, a ver, que Torra reconozca su falta ante el tribunal que le juzga por no obedecer la orden de la Junta Electoral Central de quitar los lazos amarillos del Palau de la Generalitat en la campaña electoral, no es ni noticia. Bueno, puede ser noticiable que rebuzne su confesión; pero, desde luego, no que desobedezca.
Hay gente en este país a los que las órdenes de quienes tenemos como árbitros de nuestra convivencia, nuestros derechos y libertades -que no otra cosa son los tribunales- les salen por una friolera. No solo eso; su constante desobediencia parece salirles gratis, cuando a ti, como te encares con un municipal, se te caen los palos del sombrajo.
La impunidad que ostenta esta gente, por las razones políticas que tengan quienes mandan en la Abogacía del Estado, y hasta la Fiscalía General (¿verdad, Pedro?), de la que hacen gala, y que no se penaliza como ocurriría con el resto de los españoles, atenta directamente contra los principios básicos de igualdad sobre los que se cimenta no solo la democracia, sino nuestra propia convivencia como seres sociales que venimos siendo.
Dice Torra que desobedeció porque era “una orden ilegal”, emanada de quien “no tenía competencia” para dictarla. Entonces ¿por qué estás sentado en el banquillo, cara cartón?
A la espera de noticias de Sánchez -me dicen que están ,muy en secreto, preparando el menú de dádivas, gabelas, donación, obsequios (posiblemente, por coincidencia de fechas, en forma de aguinaldo), regalos, presentes, donativos, óbolos u ofrendas que servirán a Esquerra Republicana por su apoyo a la investidura del felón-, estaría bien que Torra saliera hoy del juzgado con una condena de dos años de inhabilitación, recogiera sus cosas del despacho de la Generalitat y se fuera con viento fresco. Mira, así se podría ir con su hija y sus sobrinos a cortar carreteras con toda tranquilidad.