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TRIBUNA LIBRE / OPINIÓN

Semántica lingüística y el lenguaje de la ‘nueva clase política’

13/07/2020 - 

Permítanme esta introducción, a modo de modesta aportación gramatical, dedicada a la “nueva clase política”.

La semántica lingüística “estudia la comprensión del significado de las palabras o vocablos en el contexto de las expresiones lingüísticas”.

Se encarga pues de estudiar la denotación y connotación de las palabras: La denotación expresa ‘la relación entre la palabra y aquello a lo que se refiere’ y la connotación expresa ‘la relación entre una palabra y su significado de acuerdo al contexto’.

Miren ustedes... “políticos de la nueva hornada”, no les vendría mal volver aunque sea en el nocturno, a las aulas para repasar lo que se les ha olvidado o acceder a lo que no quisieron o no pudieron estudiar en su día.

Aunque por otro lado su incultura podría ser disculpable por los continuos cambios de ‘Planes de Estudio’ (uno cada poco más de dos años en los últimos veinte) que han contribuido a empeorar la ‘cultura general’ del alumnado.

¡Esto no es serio señores políticos!... Los ‘Planes de Estudios’ jamás deberían obedecer a ‘adoctrinamientos’ ideológicos ‘cambiantes’.

Por cierto... ¿Se les exige algún nivel cultural, grado, título o similar para ser diputado, senador o para ocupar cualquier otro cargo político de relevancia? ¡No!

Pues esto sí debería ser condición “sine qua non”!

Es sorprendente y deplorable escuchar como se expresa una parte de la ‘moderna clase política’ y como se atreven a ‘pisotear la gramática española’, empeñándose en utilizar lo que han dado en llamar “el lenguaje inclusivo” consistente en “feminizar”, repitiendo hasta el hastío, las palabras  genéricas que todo el mundo comprende sin los machacones e insistentes “circunloquios inútiles” que para nada enriquecen el uso de nuestra lengua.

Si nos dirigimos a “los españoles”, nos estamos refiriendo indistintamente a los hombres y a las mujeres, a los niños/as, a los ancianos/as, a los calvos/as, a los altos/as y bajos/as, a los jóvenes (no existen las jóvenas) a los creyentes (no existen las creyentas) a los ateos/as, etcétera.

¿Saben Uds. lo cargante que resulta escucharles en una intervención en el Congreso, en una entrevista o en un mitin repetir hasta la saciedad: ‘compañeros y compañeras’, ‘españoles y españolas’, ‘ciudadanos y ciudadanas’,  ‘diputados y diputadas’, ‘ministros y ministras’,  ‘miembros y miembras’  

¡Alucinante! ¿No?

Sinceramente, creo que La Mujer (con mayúsculas) sea cual sea su condición, ocupación, orientación sexual o ideología, se ha ganado con su preparación esfuerzo y trabajo un puesto relevante en la sociedad actual y para nada hay que presentarla como victima ni tratarla de manera diferente en lo referente al lenguaje porque, en mi opinión, es mucho más importante y urgente atender, en lo laboral, a conseguir la equiparación salarial con el hombre...’A igualdad de puesto de trabajo y rendimiento igualdad salarial’.

Todo lo demás son “milongas oportunistas y sectarias”.

Preocúpense de cuidar la utilización de ‘su lenguaje’ que a veces se convierte en chabacano y vulgar, siendo impropio del que deberían emplear los mal llamados “Padres de la Patria”, que se supone han sido elegidos... ¡Para representarnos!

Y es que se puede hablar con acento extremeño, andaluz, murciano, madrileño, catalán, gallego, asturiano, bilbaíno, vitoriano, maño, etc., etc., porque así de rica y diversa es la lengua española y la diversidad de sus gentes, pero lo que no se puede es pisotear el lenguaje como hacen a diario algunos ‘politiquillos’, mal empleando los verbos, pronombres, adjetivos, sustantivos, preposiciones, sinónimos, antónimos, etcétera y dando la impresión de una ‘pobreza lingüística que raya con el analfabetismo’.

Señores políticos, creo que para ser respetados y escuchados no es necesario comenzar los discursos diciendo: “compañeros y compañeras”, lo que en mi opinión es ridículo, siendo mucho más importante hablar correctamente nuestro idioma que, no sé si saben, “lo hablan más de seiscientos millones de personas en todo el mundo” y una gran mayoría, sin ser siquiera españoles, hacen gala de una riqueza lingüística asombrosa y envidiable.

Revisen pues su lenguaje y aprendan nuevos vocablos, expresiones y giros lingüísticos para que la denotación sea correcta y la connotación sea comprensible y acorde al contexto.

¡Ah! y un último ruego...

Por favor, no inventen palabras.

José Manuel García Albarrán es médico jubilado

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