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Cartagena

Santa Florentina recupera el pulso, pero el mercado pide a gritos una reforma integral urgente

6/08/2020 - 

CARTAGENA. "Está todo en marcha, pero nada está terminado", eso es como se define la situación actual que presenta el Mercado Santa Florentina de Cartagena, el más emblemático de la ciudad y el que, a golpe de vista solo de su fachada, parece haberse anclado en el pasado. "Es como si aquí se hubiera parado el tiempo", dice uno de los propietarios de un puesto. 

Dicen los comerciantes que la situación ha vuelto a la normalidad tras el confinamiento, que sus clientes han regresado y que la sensación es haber recuperado el pulso que en muchos momentos se vio debilitado por la falta de consumidores. Cuando la gente no podía salir de casa, corrieron bulos de que Santa Florentina cerraba de forma definitiva, lo que provocó un efecto contrario: más compradores, más pedidos y más movimiento. "En el confinamiento estábamos como en plena época de Navidad con los pedidos", explica, a modo gráfico, la trabajadora de una de las pescaderías del mercado.

"Vino más gente, porque en las redes sociales se decía que cerrábamos. Nos preguntaron y se preocuparon por nuestra situación, lo que supuso una afluencia mayor", que sorprendió a propios y a extraños. Algunos comerciantes, pescateros, fruteros y carniceros, se publicitarion por las redes sociales para llevar los pedidos a domicilio y consiguieron salir airosos gracias a esta determinación, antes de echar la persiana y ver cómo se aclaraba la situación.

Pero esta recuperación de la vida normal de un mercado público como éste no oculta, ni mucho menos, las graves carencias de Santa Florentina. Pide una reforma integral urgente y así lo llevan reclamando los comerciantes desde hace muchos años. 

La lluvia hace temblar a más de uno cada vez que hace acto de presencia en la ciudad. Goteras por todos los pasillos, canaletas atascadas o gravemente afectadas por el agua y desperfectos en las paredes más que visibles. La última DANA que pasó por la zona dejó sus huellas que perduran en paneles arrancados por el aire que no han sido respuestos; una de las puertas de acceso lleva más de cuatro meses sin poder abrirse a falta de un motor que solucione el problema, mientras que hasta doce puestos que deberían haber estado concluidos y estrenados en agosto de 2019 aún están cerrados y sus ocupantes, mientras, esperando. 

La última queja que llega de los empresarios que tienen aquí sus puestos es por la falta de ventilación -de aire acondicionado, ni hablamos- que ha supuesto vivir un "auténtico infierno", dice uno de los trabajadores, las dos últimas semanas. "Los clientes salían sudando de aquí y no te quiero ni contar los que estamos trabajando", añade, mientras que otro comerciante, que prefiere guardar el anonimato, añade que las altas temperaturas dejaban inservible muchos productos, especialmente la fruta y la verdura. "He visto salir cajas y cajas a los contenedores de producto en mal estado provocado por la falta de ventilación fruto del calor de estos días".

La pasada semana representantes de la directiva del Mercado Santa Florentina se reunían con Manuel Padín, concejal de Comercio y Consumo, quien les explicaba las actuaciones más inmediatas. Les informaba que se arreglarán las canaletas cuanto antes y que la orden ya está dada para no tener que esperar a septiembre. 

Además, desde la concejalía anunciaba que la puerta de acceso quedará arreglada esta semana y  que la reunión del otro día fue para explicar la actuación que se va a llevar a cabo en el sótano. Ya está hecho el proyecto y se está preparando la licitación. Es muy probable que en un año el sótano pueda ser utilizado como párking para los clientes, una reclamación demandada y que lleva paralizada cerca de dos décadas.

Respecto a los doce puestos que deben abrir, les informaban que se está haciendo el proyecto de persianas y cierres para que los comerciantes trasladados temporalmente ocupen los nuevos puestos y poder comenzar con la siguiente fase.

"Está todo en marcha, pero nada terminado", vuelven a lamentarse los comerciantes, que, hartos de años y años de desidia, solo esperan soluciones y no más palabras ni compromisos.

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