Alguno rápidamente habrá dicho sí, y alguno se habrá dicho, ¿por qué otra cosa voy a trabajar? Algunos también habrán respondido a estás preguntas, por supuesto que no, el dinero es una parte más de lo que busco en un trabajo.
Todas las respuestas son acertadas, si realmente están dentro de lo que para uno es importante, y si realmente es consciente de lo que le aporta el trabajo que realiza.
El dinero, por supuesto que es importante, y es una razón poderosa para trabajar, ahora bien, no es la única, y me atrevo a decir que tan poco la más importante. Cuando hago esta afirmación en algunas de mis formaciones, el 80 % de las personas que asisten me dicen que es lo más importante, ese 80% baja mucho tras debatir el tema. Cuando hago consultoría en empresa, y le digo al dueño, director o gerente, que sólo con el dinero no van a retener al talento que puedan tener en la empresa, también hay un alto número que dice que estoy equivocada.
Por supuesto que yo puedo estar equivocada, ahora bien, la realidad dice que hay una parte del salario, denominado salario emocional, que tiene tanto peso o más, que el salario económico. Alguno se está preguntando ¿qué es, eso del salario emocional?, podríamos decir; “la retribución que no tiene carácter económico, cuyo fin es satisfacer las necesidades personales, familiares y profesionales del trabajador, mejorando la calidad de vida del mismo, fomentando la conciliación familiar y laboral”. Si la empresa no nos aporta un ambiente de trabajo agradable, donde se nos trate con respeto y los valores de la empresa estén alineados con los nuestros, donde si tenemos un problema personal, sintamos el apoyo y la ayuda de la organización, sinos sentimos valorados y que nuestro trabajo aporta valor a la empresa, y nos satisface el trabajo que hacemos. Si vemos que, dentro de la organización, se nos capacita para poder seguir mejorando y avanzando en nuestra carrera profesional, si se tiene en cuenta nuestra opinión y se nos deja libertad para desarrollar nuestra tares, todo esto, es el salario emocional, todo aquello que la empresa da al trabajador sin ser un aporte en dinero, para que el trabajador este satisfecho en la organización, de forma que aporta mucho más, es más eficiente, y por supuesto no tendrá la necesidad de marcharse de la empresa.
No deja de ser cierto, que a veces, estamos en un trabajo, en el que el salario emocional es bajo, por no decir nulo, y permanecemos en esa empresa por el salario económico. En ocasiones, por circunstancias de la vida, necesitamos unos ingresos económicos X, y por ello continuamos en una organización. Ahora bien, si realmente el salario emocional es muy bajo o nulo, cuando mismo tengamos oportunidad saldremos de esa empresa, en busca de esa parte, que no es tangible de forma material, y si la siente nuestro cuerpo y nuestra mente.
Cada vez, el peso del salario emocional se hace más patente, si nos centramos en la parte de la conciliación es un punto cada vez con más importancia, no exclusivamente por el cuidado de hijos, personas mayores o dependientes a nuestro cargo, sino también, por la realización de otras actividades que nos gustan practicar, como deporte, baile, pintura,…, etc. Es aplicar la cita: “trabajar para vivir, no vivir para trabajar”.
Alguna generación la llama moda, a la aplicación del salario emocional, y se piensa que cada vez nos gusta trabajar menos. No se trata de trabajar ni más, ni menos. Se trata de trabajar bien, cuando una persona trabaja con buenas condiciones económicas y emocionales, su rendimiento es mucho mayor y es más productiva. No por trabajar más horas se es más productivo, eso es una creencia limitante para empresas y trabajadores. Las empresas por beneficios, deben plantearse hacer un plan salarial económico unido al emocional, con este plan harán una retención del talento en la empresa, y un ahorro de costes económico, pues tendrán una reducción de bajas laborales, de costes de rotación y aprendizaje, entre otros muchos beneficios.
A los trabajadores que se pasan el día renegando de su trabajo y en la queja, les invito a que hagan la siguiente reflexión, ¿realmente el conjunto de condiciones de trabajo que tengo son las que quiero?, si la respuesta es SI son las que quiero, ponte hacer el trabajo desde la satisfacción y no desde la queja, pues estas poniendo en peligro un trabajo que realmente cumple tus expectativas. Si la respuesta es NO, hazte la siguiente pregunta ¿por qué sigues en ese trabajo que no te gusta?, no te quejes y sal de tú zona confortable y no perjudiques con tu actitud a la empresa, al ambiente de trabajo y a tus compañeros.
Una empresa con un plan de salario económico y emocional, donde la dirección y trabajadores sean conscientes de ello y lo valoren, los resultados y los beneficios para todas las partes es mucho mayor.
Os vuelvo a pregunta ¿trabajáis solo y exclusivamente por dinero?
Magda Fernández Abril. CEO Magfera (Consultoría de Gestión de Personas y Proyectos). Dinamizadora de Personas y Equipos.