MURCIA (EP). La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha asegurado que habrá excepciones en la obligatoriedad de limitar la temperatura en los edificios públicos, así como espacios comerciales y culturales, estaciones de tren y autobús y aeropuertos, para que no queden por debajo de los 27 grados en verano ni superen los 19 grados en invierno, quedando exentos de ello los centros sanitarios, asistenciales y educativos.
En declaraciones a Telecinco recogidas por Europa Press, Ribera señaló que estos centros quedarán excluidos de esa obligatoriedad y también se ampliará la exención a "aquellos centros de trabajo donde por razones justificadas se necesite acomodar este criterio a una orientación más laxa", ya que se deben respetar los derechos de salud de los trabajadores, y a los que exigen una temperatura necesaria.
La ministra afirmó que se está en una situación "tremendamente complicada", que afecta de modo directo a aquellos países con una alta dependencia del gas de Rusia, aunque no es el caso de España, que tiene sus provisiones "aseguradas".
"Hablamos de responder de manera unida a la gran dificultad de nuestros socios europeos a un chantaje que tiene un impacto grande para nuestros vecinos que tienen una gran dependencia del gas de Rusia", aseguró, añadiendo que España puede poner al servicio de estos países sus infraestructuras gasistas.
Lo que sí que reconoció es que esta situación, si se prolonga en el tiempo o recrudece, puede acabar convirtiéndose en un mayor "incremento de precios" en el gas, para el caso de España, y en restricciones en el consumo para "algunos países del centro y norte de Europa. "Por ello, debemos ser solidarios desde hoy", dijo.
En declaraciones a Antena 3, Ribera insistió en que la medidas "no ponen en peligro" a la industria ni supondrán recortes en el suministro para los ciudadanos.
"Se trata de ajustar nuestra comodidad y estilo de vida en una pequeña parte en relación con el gran problema de nuestros vecinos, pensando en que no queremos que Putin se salga con la suya y ofrecer a los ciudadanos europeos todo aquello que podemos aportar, pero también reduciendo nuestro consumo para que haya más gas disponible en el mercado", aseguró.
Además, recordó que estas medidas son positivas, ya que "reducen nuestro coste energético y nuestro consumo", estimando que reducir un grado la temperatura representa un ahorro del 7% en el consumo de energía. "Es un esfuerzo proporcionado y razonable", añadió.
Asimismo, Ribera rechazó que el resultado de estas medidas de ahorro y eficiencia energética sea el de ciudades tristes y oscuras y estimó que "lo que sería enormemente triste es que nos quedásemos sin el confort en nuestros hogares". "No se trata de un capricho", aseveró.