En todas las crisis se genera incertidumbre y dudas sobre que el futuro próximo, sobre todo sobre la economía familiar, empresarial o pública.
Además, en esta pandemia, cobra también importancia la familia, la salud y la forma en que tendremos como sociedad que adaptarnos a nuevos entornos. Todo eso hace que el empresario se plantée si ante ese tiempo futuro su negocio está bien alineado, preparado, si podrá responder a los nuevos retos, a las nuevas expectativas.
En los últimos diez años las pymes han tenido que adaptarse a una nueva revolución digital, a unos nuevos mercados globales, a internet, han conocido el dominio que el consumidor ha pasado a tener en el mercado, donde por vez primera la demanda cuenta en ocasiones con una posición más privilegiada que la oferta, ha tenido que adaptarse a entornos más competitivos y, con mejor o peor nota, ha ido demostrando dotes de adaptación.
Esa adaptación en muchos casos no había terminado, y de pronto, como consecuencia de la pandemia, nos vemos obligados -para subsistir- a transformarnos de forma rápida y ágil, debiendo responder a los nuevos retos que se nos van a plantear en el corto plazo.
Por eso mi primer consejo es la necesidad de que todo empresario o autónomo se pare a pensar que decisiones debe adoptar ante ese abismo que parece presentarnos ante nuestros pies.
Lo importante, a mi juicio, es analizar en primer lugar que características tiene esta crisis, y a partir de ese análisis buscar las recetas adecuadas.
Esta crisis se diferencia de las anteriores en que no se trata de una crisis del sistema financiero, ni de deuda ni de materias primas, tiene su origen en una pandemia inesperada y ha generado un freno en la oferta y demanda agregada mundial.
Esto es importante, el sistema financiero no está dañado en cuanto a su estructura, aunque sí en su cuenta de resultados. Es la oferta de producción y servicios la que no encuentra demanda, y esta a su vez no encuentra oferta; este el escenario actual y la duda es de qué forma se recuperara, la famosa duda de si nos recuperaremos en forma de ‘v’, ‘u’ o de forma más gradual, como el logo de ‘nike’.
Lo cierto es que esta crisis ha generado de forma inmediata una parada de la economía que va a generar en el corto plazo desempleo, descenso de renta disponible y por ende del consumo en medio plazo, además de serios problemas de morosidad, a este escenario habrá que sumar que las respuestas publicas generan déficit en las cuentas públicas y mayor deuda.
Además, la pandemia ha actuado de forma directa en el sector servicios obligando al cierre del sector de hostelería, restauración, espectáculos, turismo, con gran peso en nuestro PIB, y que tienen un escenario de recuperación más tardío ante la imposibilidad de que nos permitan en el corto plazo acudir a sus servicios.
Los bancos centrales han sido conscientes de la gravedad, no en vano se afirma que será la mayor crisis conocida en los últimos 100 años, y han llevado a cabo medidas de estímulo dirigidas a dotar de liquidez a los Estados y a las entidades financieras.
Está claro que se busca que no exista un colapso financiero que agravaría la situación, y se busca drenar liquidez al sistema, solución acertada que solo puede tener el hándicap de una escalada de la inflación.
Esta liquidez debe permitir al empresario y autónomo evitar el cierre de sus negocios en el corto plazo, buscando retener el talento de sus empleados y eliminar al nivel mínimo el paro.
Solo de esta forma será posible que gradualmente las empresas recuperen niveles de facturación en un año o dos. La obtención de la liquidez se está llevando a cabo mediante las líneas ICO y en algún caso incluso mediante la propia capitalización de los socios.
Obviamente estas medidas dirigidas a dotar de liquidez, junto con las moratorias en pagos como los tributarios, alquileres etc., tienen el inconveniente de suponen un mayor endeudamiento para los negocios, que obtienen una liquidez, con la duda de que nivel de ingresos tendrán más adelante.
Por eso es necesario que el empresario analice muy bien esta deuda, su capacidad de pago y las previsiones de cobros.
Por eso en los próximos años será necesario analizar muy bien la gestión de tesorería de las empresas, nos vamos a encontrar posiblemente con un mercado financiero preocupado por la morosidad, con necesidades de refinanciar deuda y con un entorno de bajos tipos de interés, que puede estrangular más si cabe la cuenta financiera de los bancos.
Ante este escenario es recomendable controlar endeudamiento y tesorería, y buscar liquidez, controlar inversiones y periodos de cobro y pago, solo así podremos movernos en las nuevas aguas movedizas que auguro se nos presentaran.
Finalmente, de la crisis pasada del 2008 aprendimos que es importante ajustar los gastos en las cuentas de resultados, pero tan importante como esos es incrementar ingresos, e incluso en estos nuevos entornos es posible mejorarlos.
Estamos viendo como estas semanas los negocios se reinventan, hacen servicios a domicilio, gestión online, teletrabajo etc., todo suma. Lo importante es ver en el problema una oportunidad, analizar donde y como puedo crecer, los costes de esa apuesta y buscar mejorar canales de venta y productividad.
No hay mejor receta que cuidar al cliente y al empleado, vigilar los indicadores claves, y no deje de perseguir el sueño que supuso crear su negocio o empresa, no todo está perdido, solo hay que saber adaptarse.
Francisco Iniesta es consultor
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