MURCIA. Se acuerdan ustedes de la Ratita Presumida. Pues, olvídense de ese ñoño personaje de los cuentos porque aquí vamos a hablar de otro tipo de ratas, de unas de hocicos largos y arrugados, bigotes retorcidos, que andan bastante histéricas y cansadas de la vida, y que no ocultan las cicatrices de su miserable existencia con lazos de seda. Son los personajes creados por Rata Satán, una dibujante murciana que se asoma desde el underground murciano con ilustraciones que impactan a la vista con sus contrastes de colores vivos –de esos que hacen daño a los ojos, dice ella- y que golpean las mentes con ideas demoledoras.
Detrás de ese nombre tan llamativo –“se me ocurrió y me pareció divertido, potente, que era guay”- se esconde María A. Jiménez, una joven de 29 años, que normalmente es “una persona alegre, aunque ahora no, ahora estoy hundida; es el final del mundo más aburrido que me podría haber planteado”. Lo dice ella, pero lo podría haber dicho perfectamente uno de sus ácidos personajes, en los que vuelca “cosas que llevas dentro y que expresas como puedes”, como es un cierto histerismo. Pero no siempre sus ratas hablan por su boca, también son reflejo de cosas que le pasan a personas cercanas a ella.
El trabajo de Rata Satán está impregnado de un sentido de humor negro, inteligente y algo salvaje en ocasiones. “Estoy muy en contra de todos los ofendiditos. Es humor y hay muchas cosas por las que indignarse; hacerlo por estas cosas me parece un poco cutre”, opina la murciana que, al contrario que la ratita del cuento, no busca embellecer a sus personajes. "Me gusta un poco el culto a lo feo, que no sea todo perfecto, sino todo lo contrario. Me parecen más humanos si los hago con cicatrices". Además, opina que "siempre es importante quejarse si es para mejorar, con críticas que hagan reflexionar".
En el universo de Rata Satán -en el que habitan además de ratas, gatos erizados y el Indigente Vicente, entre otros- tiene mucha importancia el color. "Siempre he pensado que el rosa no tiene por qué ser un color inocente y al final las cosas, dependiendo de lo que tengan al lado, pueden resultar muy dulces o muy tétricas. Y me gusta jugar con eso". Además, se nota la huella que han dejado en esta artista cómics y dibujos animados de toda la vida. "Mi padre era muy fan de Mortadelo y Filemón, de Tintín... y me he criado leyendo todos los cómics que tenía. También con dibujos animados que todavía me flipan y que sigo viendo. Me gusta mucho el cine pero, claro, no tengo dinero para hacer una película y el cómic es más rápido y más agradecido".
La dibujante murciana imprime su sello personal en sus trabajos, lo que hace que sea fácil de reconocer su firma, aunque ella dice que "no me considero demasiado conocida, ni siquiera en Murcia. Pero es verdad que me piden carteles, colaboraciones para fascines, que es algo que me gusta mucho,... me muevo bastante". Durante los últimos tres años "me he dedicado más a esto, saco dinero para pagar el alquiler y esas cosas. Pero no sólo dibujando, también dando cursos, charlas,…". Ella, por ejemplo, fue una de las artistas que decoraron las persianas de los comercios de Santa Eulalia, su barrio.
"En Murcia se pueden hacer cosas. Si me fuera a Barcelona tendría un alquiler horrible mientras que aquí es asequible; espero que no me lo suban. Puedo trabajar, se pueden hacer muchas cosas online y siempre me puedo mover; bueno, ahora no". Se refiere al confinamiento, que dice que va a aprovechar para "avanzar en un cómic largo que me gustaría que publicara alguna editorial guay. Siempre estoy haciendo cosas y lo importante es terminarlas, porque tengo varios cómics en mente. Tengo bastante disciplina para dibujar".
Además, a Rata Satán se le nota cómoda en el underground murciano. "Aquí hay mucha contracultura, mucha gente haciendo cosas que no son nada comerciales, pero que son cultura, como se ve por ejemplo en los Zorrolocos (feria que se celebró recientemente), que reúne a muchísimas personas de toda España. Hay gente con unas ideas maravillosas en sus casas, produciendo por y para sí mismos y también hay gente a la que le interesa ésto, que no está en el perfeccionismo del Mr. Wonderful, ni cosas así", dice María A. Jiménez. Y sus ratas asienten. Para otras eso de ser ponerse lazos y adornos.
La redacción de la Constitución duró prácticamente un año en el que hubo crisis de todo tipo entre los ponentes reflejadas por los humoristas gráficos. Fraga denunció el "consenso" como un pacto "ucedista-marxista", ya que le dejaba fuera de los grandes acuerdos. Al mismo tiempo, desde la izquierda, se lanzó la premonición en el Papus de que en la Constitución había palabras bonitas y palabras feas y que, a buen seguro, unas se olvidarían y otras se cumplirían a rajatabla