MURCIA. Me volví devoto de su cine a los catorce años. Quizá alguno arriba u abajo, ¿quién sabe? No puedo llevar las cuentas exactas de todo. Lo que sí que recuerdo, a la perfección, es que en la pantalla había muchas mujeres que poco a poco se habían convertido en icónicas por estar al borde de un ataque de nervios, una madre que trataba de proteger a su hija entre el Madrid de los 90 y los fantasmas del pasado de su pueblo manchego bajo la mítica canción de Estrella Morente, Volver, una mujer que se veía arrastrada por la vida en Julieta y dos madres que compartían crianzas bajo las peripecias que eso implica. Y todas esas películas, tenían un nombre firmándolas: Pedro Almodóvar. Y si el 2024 nos está sorprendiendo por muchas cosas, una de ellas es por la vuelta de Pedro –sí, yo también lo digo como cuando Penélope ganó el Óscar: “Peeeedro, que lo he ganao’—.
La habitación de al lado es una película dramática española de 2024, escrita y dirigida por Almodóvar, que ocupará las salas de los cines este otoño. Es su primer largometraje rodado íntegramente en inglés y está basado en la novela What are you going through, de Sigrid Nunez.
La película cuenta con un elenco impresionante, incluyendo a Tilda Swinton, Julianne Moore, John Turturro, Alessandro Nivola y Juan Diego Botto. La trama se centra en las desavenencias entre Martha, una corresponsal de guerra diagnosticada de una enfermedad terminal, y su hija, así como la relación de Martha con la escritora Ingrid en esta etapa de su vida.
No es la primera vez que Swinton trabaja con Almodóvar, al que, según ella misma, considera amigo o, más bien, como un primo lejano. Ambos ya habían colaborado en La voz humana, en la que Swinton escenifica el texto de Jean Cocteau que lo ha acompañado desde Mujeres al borde de un ataque de nervios. Swinton adoraba a Pedro, hasta tal punto que, como confesó a Vogue España: “Tuve el arrojo de decirle: ‘Pedro, no hablo español, pero lo aprendería por ti. También puedes escribirme un personaje mudo. Por favor, piénsalo’”.
Las dos protagonistas se confesaron con Vogue sobre la película, pero también sobre la vida, la moda y, cómo no, de Madrid, que es ya una 'chica Almodóvar' más –a pesar de que este film está inspirado en Nueva York–.
Tilda dijo de Madrid que “hay algo ciertamente oscuro en ella que me recuerda al Londres de los 80 en el que yo viví. No es un alegre jardín, es una gran ciudad con las incomodidades que eso implica, pero tiene una forma de vivir tremendamente benigna y nutritiva. Además, los museos son de otro planeta”. Era una declaración como ella: misteriosa, enigmática, que daba para más. Daba para buscar tras ella. Mientras tanto, Julianne declaraba: “viví en el barrio de Salamanca, un lugar precioso, e iba cada día a El Corte Inglés. Todos los días. Me encanta. Cada noche, al volver a casa, me decía a mí misma: ‘Julie, no necesitas ir otra vez’. Al final siempre acababa haciendo el camino con mi bolso”, contaba entre carcajadas. “Compraba cosas, intentaba hablar español con todos. Vino mi marido a visitarme y le dije que tenía que ir a conocer el mejor supermercado del mundo”, añadía.
Vivimos en un mundo en el que todos quisiéramos ser como Tilda Swinton, que proyecta una imagen de confianza y autenticidad que resuena en muchas personas. Mucha gente pretende desprender esas vibraciones en sus cuentas de Instagram, entre oscuras y coloridas, fingiendo que no siguen modas y a la vez, siguen esa forma tan misteriosa de ser de Swinton en un mundo donde a menudo nos sentimos presionados a encajar en moldes específicos.
La capacidad para ser fiel a sí misma de Tilda y desafiar las normas sociales es inspiradora. No puedo decir otra cosa. Su estilo único y su enfoque audaz hacia la vida y el arte nos recuerdan la importancia de la autoexpresión y la valentía para ser diferentes. Todos quisiéramos que nos preguntaran por Madrid y pensar como Tilda, pero la realidad es que sería mucho más probable ser Julianne que, a pesar de ser auténtica como su compañera, es humana y realista con su vida. Los papeles que interpreta, a menudo, son personajes que son profundamente humanos y vulnerables, lo que puede hacer que nos identifiquemos más con ella.
Si te sale de dentro ser como Tilda, hazlo, pero si te nace ser como Moore, hazlo también.
Pretendemos que todo se adorne a nuestro alrededor, se maquille y cuente de una forma mística, que vaya mucho más allá. Porque nos gusta. Porque queremos que los demás piensen eso de nosotros. Que somos así. Porque parece que todos conozcamos a Johann Wolfgang von Goethe y leamos en casa novelas góticas, que entendemos la poesía de Lord Byron y nos encanta el cine mudo, pero la realidad es que no. Que muchos no sabemos quién es Goethe ni tenemos novelas góticas en casa, que no hemos leído a Byron en nuestra vida y que el cine mudo nos aburre. Y no pasa nada por eso ni si nuestra realidad es que, por la tarde, cuando tenemos un rato para nosotros, cogemos el bolso y vamos a nuestro centro comercial de confianza a buscar entre los percheros de special prices la ganga del momento. Y que leemos novelas ligeras y vemos películas de amores imposibles porque nos distraen de nuestra vida. Y fingir que no lo hacemos debe de ser agotador.
Y así, sin más, descubrí que era mucho más Julianne Moore de lo que pensaba.