LA REFLEXIÓN DEL ECONOMISTA / OPINIÓN

¿Qué hacemos con las pensiones?

21/11/2019 - 

MURCIA. Como si de una cuenta a atrás se tratase, las pensiones en España necesitan reformas que aporten una sostenibilidad futura. La situación es preocupante y no podemos seguir con la política coyuntural “de parcheo” que hemos adoptado hasta ahora.

El tema de las pensiones sigue siendo uno de los temas más candentes en la actualidad. De acuerdo con los diarios económicos, las pensiones tienen una gran relevancia en el debate público; al menos desde que se cuestionó la viabilidad de las mismas ante el creciente déficit que suponían estas. Esto, en un país donde el colectivo con mayor fuerza electoral son los pensionistas es un tema de que debería tenerse muy en cuenta, pues, en ocasiones, reflexionando, he llegado a conclusiones en las que he echado en falta un mártir con las pensiones.

Y cuando digo un mártir me refiero a ese político, independientemente del partido que sea, que, en lugar de aferrarse al sillón, plante cara al país y lleve a cabo todas las reformas que precisa el sistema para dotar de mayor sostenibilidad el bienestar; aunque esto, por consecuente, le lleve a perder su sillón en sede parlamentaria. Un mártir que no haría otra cosa más que aplicar las medidas estructurales que, en este país, se ciñen a coyuntura por el miedo de perder el escaño en el congreso; pero que, por otro lado, con el fin de mantenerlo, siguen sin aportar soluciones.

Hace ya un tiempo que veíamos a la canciller alemana, Ángela Merkel, agradecer a su predecesor Schroeder por la contribución que el mismo había hecho al país, así como a la economía alemana. Esto me llevó a pensar que hay políticos que, pese a perder su puesto, tratan de aplicar unas políticas en las que el fin común, de ser beneficioso, se justifica. Cosa que no ocurre en España, donde los propios intereses partidistas y el caladero de votos que supone el electorado jubilado, impide a los políticos adoptar las reformas que necesita el país.

No hace falta más que ver la reacción que tiene la gente cuando algún político, en busca de propuestas que doten de mayor robustez al factor de sostenibilidad de las pensiones, menciona la hipotética bajada de la tasa de sustitución en España -relación entre salario percibido durante la etapa laboral y la cuantía de la pensión-, o, lo que es lo mismo, “bajar las pensiones”. Hace unos meses, el que se atrevía a cuestionarlo, como vimos con el economista Daniel Lacalle, fue duramente criticado en medios; críticas que no venían por el mal planteamiento de sus propuestas, sino por las quejas de unos pensionistas asustados por que su pensión se viese perjudicada.

No podemos seguir por esta vía. Debemos ser conscientes de la situación que atraviesa nuestro país y adoptar las reformas pertinentes que, como digo, doten de mayor sostenibilidad a un estado de bienestar, en estos momentos, deficitario. Las pensiones están en peligro, al menos su superávit en materia de cotizaciones-pensiones. De acuerdo con los datos, el fondo de reserva para las pensiones vuelve a estar en mínimos, soportando una cuantía cercana a los 1.400 millones tras la retirada de más de 3.000 millones para hacer frente al extra de navidad.

Un fondo de reserva muy vulnerable y escaso. Tan escaso que el déficit de pensiones se está teniendo que cubrir con deuda pública, la cual ya asciende a niveles cercanos al 100% del PIB en el país. Sin embargo, seguimos con este método, como dicen muchos economistas, sin afrontar el reto de reformar el actual, y agotado, Pacto de Toledo. Un tratado que, en estos momentos, es inservible, dado que las condiciones han cambiado y estamos jugando en un escenario completamente distinto; a esperas de que la situación cambie, aún más, en los próximos años.

De acuerdo con las propias estimaciones que realiza el BBVA Research, la tasa de dependencia, la cual mide la relación entre cotizantes y pensionistas, se prevé que para dentro de 30 años se encuentre en la paridad. Es decir, se espera que para 2050, la relación entre pensionistas y cotizantes sea 1-1, o lo que es lo mismo, un pensionista por un cotizante. Una situación que se agrava cuando vemos la evolución de las cotizaciones sociales, las cuales son muy escasas para mantener unas pensiones que, como decíamos, poseen una de las mayores tasas de sustitución de Europa.

España, como digo, se enfrenta a un gran reto con el tema de pensiones y, de acuerdo con los partidos políticos que encaran el pacto en el congreso, las medidas que hasta ahora se han propuesto no solventan una situación que ya comienza a desgastar a la sociedad. Unas medidas que ni en el mejor de los supuestos llegarían a cubrir parte del déficit que tenemos en pensiones. Una situación que, cabe añadir, con el paso del tiempo y el desplazamiento que estamos viendo en la masa poblacional, donde, demográficamente, el grueso de la población se concentra en la cúspide de la pirámide poblacional, provocará que acaben teniendo un impacto nulo.

Podemos seguir adoptando medidas coyunturales al tema de las pensiones; sin embargo, nunca dejará de ser un problema. Al menos si no se aborda este tema de forma estructural, donde se mire por el factor de sostenibilidad y no por la aprobación y aceptación de la sociedad civil, siempre buscando el rédito electoral y el voto en las urnas; como se ha ido haciendo hasta ahora. Si lo que queremos es que las pensiones sean sostenibles, debemos saber que deben adoptarse medidas que, seguramente, haya personas a las que les afecte; dado que la situación no es, en estos momentos, beneficiosa.

Debemos saber que el déficit de las pensiones y el peso de las mismas en el PIB están agravando la situación, dado que el tiempo sigue pasando y no se afrontan cambios sustanciales. Una situación que, bajo los cálculos futuros y dado el peso de los 'baby boomers' con el pico de jubilación previsto, no se podrá solventar ni con un incremento en la creación de empleo. La seguridad social en este país requiere de reformas de gran calado, unas reformas que, de no adoptarse, nos muestran un escenario en el que, las pensiones, por mucho dolor que a uno le cause, están más que quebradas.