MURCIA. El ruido es una sensación molesta y desagradable que nos contamina nuestro día a día. Más allá de los decibelios que nos machacan los oídos por la calle (obras, ambulancias o la motito de dos tiempos… entre otros), el ruido también representa al conjunto de información no relevante que causa confusión a las personas en sus tomas de decisión, alejándolos de la racionalidad y de sus objetivos. Ruido que, por supuesto, también se da en el mundo de las finanzas.
Para empezar, me gustaría que reflexionáramos si verdaderamente nos dejamos manipular por el ruido en los mercados. En muchos casos esta manipulación la realizamos de manera voluntaria, ya que la actividad de pensar y racionalizar consume mucha energía para nuestro cerebro y optamos por lo fácil. Cada día nos llega, a través de los diversos medios de comunicación (televisión, radio, prensa, social media…), una cantidad desbordante y confusa de “información” que el receptor, es decir, Vd. y yo tenemos que filtrar para formarnos una idea de qué es lo que está pasando en el mundo, y de forma más concreta, en los mercados financieros.
Por supuesto, cada uno de nosotros tenemos un comportamiento propio y único para diferenciar el ruido de la información cierta. Además, obraremos según nuestra experiencia, conocimiento y, sobre todo, por nuestros propios sesgos cognitivos. Por ejemplo, tal y como recogen Kahneman, Siboney y Sunstein en su libro 'Ruido', el ruido es el responsable de que haya una alta variabilidad en los juicios cuando no debería ser tan amplia. Observamos que ante una situación idéntica, dos profesionales pueden proponer soluciones distintas. También que un mismo profesional puede presentar dos soluciones distintas sólo porque es por la tarde y no por la mañana. Lo cual implica la existencia de un juicio inconsistente por parte del profesional.
Tenemos que dar por hecho que el ruido está presente en todos los ámbitos sociales y económicos, siendo uno de los motivos por los que se cometen errores en todos ellos. Por tanto, es necesario evitar siempre en la medida de lo posible, que el impacto del ruido pueda llegar a afectarnos negativamente, bien aprendiendo a ignorarlo o bien reduciéndolo para mejorar nuestras decisiones ya sean financieras o de otra índole. El ruido y los sesgos cognitivos son dos fuentes de error que conviene analizar y tener presentes para no generar costes difíciles de prever y de calcular.
Como planteó Fisher Black, las decisiones financieras erróneas se producen cuando las personas utilizan el ruido como si fuera información, aumentando considerablemente los riesgos de generar pérdidas. El ruido provoca que nuestras observaciones sean imperfectas, por ejemplo, a la hora de valorar el rendimiento de un activo o cartera de inversión o también a la hora de conocer los efectos de una política monetaria en la inflación o el desempleo.
La implantación de la tecnología y de algoritmos en el servicio de asesoramiento financiero es una solución que está planteando como muy acertada aunque como dice Kahneman, los algoritmos no son perfectos y pueden perder eficacia si se alimentan con datos sesgados.
Para intentar eliminar o mitigar el ruido es recomendable, para las empresas que ofrecen servicios de inversión, hacer una auditoría de ruidos con el fin de mejorar la calidad de las decisiones. Las empresas de servicios de inversión buscan por encima de todo ofrecer soluciones coherentes para que lo que se recomiendo no esté sujeto a subjetividades del asesor. Por ello la importancia de los algoritmos que buscan alejar los factores subjetivos del asesor.
Es difícil conocer el nivel de ruido que existe dentro de una organización sin realizar una auditoría. Durante este proceso, el equipo auditado, debe identificar el ruido y ante todo reconocer que existe. A partir de ahí, se realizarán análisis estadísticos, se medirá el ruido y se identificará los sesgos si es posible. El fin último es eliminar el ruido y superar los sesgos existentes aunque puede suponer un gran desgaste inicial a nivel de personal y de funcionamiento para la empresa. Sin embargo, al incorporar auditorías periódicas de ruido las empresas pueden pasar a tomar decisiones empresariales basadas en datos, reduciendo así los costes y riesgos ocultos de los juicios incoherentes.
El ruido no es algo que podemos eliminar fácilmente, solo podemos intentar mitigarlo. Las tomas de decisiones en el ámbito financiero para que sean consistentes necesitan un esfuerzo mental por parte del inversor para poder comprender la estrategia de inversión que le ofrece su asesor y sobre todo huir de factores que no son relevantes e incluso perjudiciales para alcanzar el objetivo financiero fijado. Con o sin tecnología por medio, el asesor deberá analizar el ruido y tener presente los posibles sesgos del cliente para así aportar valor al asesoramiento. Como siempre volvemos al mayor valor añadido del asesoramiento, la confianza y la relación cliente asesor que difícilmente será sustituido por un algoritmo.
René Bauch es asesor financiero de la EAF alicantina gCapital Wealth Management EAF que asesora el fondo Gestión Boutique gCapital Total Market (ES0116831050). Puede contactar con el autor para solventar cualquier duda o interesarse por los servicios de gestión patrimonial de gCapital escribiendo a bauch.rene@gcapital.es o info@gcapital.es
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