MURCIA. El sector productor de brócoli y coliflor de la Región de Murcia se ha visto especialmente afectado durante la pasada campaña y sus previsiones de cara a la próxima toman un punto de partida negativo. El destino de las producciones murcianas es básicamente la exportación, a la que en 2021 se enviaron en torno a 335.000 toneladas de brócoli y coliflor desde esta región. A ellas se unen la creciente producción que las empresas murcianas destinan al mercado nacional y la importante cantidad que recibe también la industria del congelado.
Juan Marín, presidente del Comité Sectorial de Brócoli y Coliflor de la Asociación de Productores-Exportadores de Frutas y Hortalizas de la Región de Murcia (Proexport), valora la situación en la que se encuentran los productores en este momento de la campaña: “Venimos de unos meses marcados por fuertes lluvias primaverales, y el aumento imparable de los costes de producción. Si bien comenzamos con buenas perspectivas de precios en origen, no hemos sido capaces de alcanzar un equilibrio necesario que compensara las brutales subidas de costes que se iniciaron ya antes del conflicto en Ucrania. El sector hace un balance negativo y preocupante de esta campaña, por la dificultad que tenemos todos los productores para repercutir a intermediarios y distribución esos costos y obtener unos precios mínimamente dignos en origen”.
Además advierte que "nos enfrentamos a una de las campañas más complejas de los últimos años. Si continúa la falta de insumos o la escalada de precios energéticos, producir alimentos se convertirá en una actividad de elevado riesgo para empresas y agricultores".
En lo que al momento actual se refiere, Felipe López, vocal del sector de Hortalizas de la Federación de Cooperativas Agrarias de Murcia (Fecoam), explica que “en estos momentos los productores cultivamos en zonas altas, pero afrontamos una campaña condicionada por uno de los veranos más cálidos de la historia. Las condiciones climáticas extremas, con olas de calor inusitadas, han afectado directamente a la planta de brócoli y coliflor, que ha sufrido una parada vegetativa desde el momento del trasplante, reduciendo el rendimiento de las plantaciones y mermando su volumen, como no habíamos experimentado antes”.
Y añade: “Todos estamos explicando a los clientes con total transparencia que las elevadas temperaturas, tanto diurnas como nocturnas, provocarán que los cultivos de las próximas tres semanas se vean seriamente afectados. La raíz de la planta es incapaz de asimilar los nutrientes a tan elevadas temperaturas, sufriremos una merma considerable de la producción esperada y un perjuicio económico grave”.
Los productores atisban de manera incierta la campaña de otoño-invierno, cuya previsión de inicio se encuentra en las primeras semanas de octubre-noviembre, ya que vendrá sin duda condicionada por los resultados obtenidos durante los meses de julio y agosto.
Según afirman los productores, algunos clientes especialmente en Reino Unido, pero también en España o Alemania, presionan de forma improcedente para fijar condiciones leoninas en los contratos de aprovisionamiento.
Los productores españoles exigen con razón mayor flexibilidad para poder adaptarse a la incertidumbre de los mercados, estableciendo cláusulas que permitan ajustes semanales o mensuales, de acuerdo a la evolución de costes, tipo de cambio y otros factores. Algo que resume la frase que se escucha estos días en el campo murciano: “cultivar sí, arruinarse cultivando, no”.
Marín y López comparten una misma visión: “La producción española afronta la campaña de otoño-invierno como un auténtico reto, por los mayores costes y las dificultades de planificación a que nos conducen ciertos clientes. Una campaña incierta, difícil, que nos demanda una revisión de las relaciones comerciales establecidas hasta hoy entre productores y clientes, porque si no somos capaces de encontrar el equilibrio, será imposible obtener un balance positivo”.