CARTAGENA. ¿Se imaginan compartir espacio, día y noche, con otras 52 personas bajo el fondo marino y en un espacio que no supera los 25 metros cuadrados? Trabajo, descanso, aseo, guardia, alimentación y ocio, todo comprimido en unas dimensiones minúsculas en las que no dejas de cruzarte, una y otra vez, decenas, centenas de ocasiones al día con las mismas personas, muchos de ellos tus jefes, por los pasillos, delgadísimos, de un sumergible. Un día tras otro, y bajo la lenta lupa del exterior, porque desde fuera, todas las miradas están puestas en esta dotación, que se convierte en la pionera para trabajar a bordo de un sumergible que quiere marcar una época como arma naval en España.
El medio centenar de marineros velan armas a la espera de recibir, de manos de Navantia, el nuevo arma submarina de la Armada española, un hito para la empresa pública española, que se convierte, de esta manera, en autoridad técnica de diseño, dando, por tanto, un salto cualitativo y cuantitativo en su proyección internacional. La Armada, por su parte, recibe el primero de la serie S80 tras cerca de dos décadas, y muchos sinsabores, a su espalda. La anterior serie, operativa con un submarino, necesita un reemplazo de forma inmediata, por lo que el nuevo Isaac Peral aliviará las tensiones vividas en estos últimos años.
Para la dotación, el trabajo que afrontan desde hace tres años, pero que asumirán al 100% a partir de ahora es un "privilegio", por el hecho de ser los primeros en trabajar dentro de esta gran nave de tecnología avanzada, pero también es una enorme "responsabilidad", porque serán muchos los que estarán atentos a cada una de las navegaciones, actuaciones e intervenciones a las que se verá sometido el submarino. El orden extremo es fundamental en cualquiera de los miembros de este equipo de marineros, porque cada centímetro del S-81 vale su peso en oro y nada puede quedar al azar.
"La vida a bordo es diferente, pero entre todos nos adaptamos. Tenemos espacios muy reducidos, por ejemplo, el comedor está diseñado para seis personas en turnos diferentes, para que pueda comer la dotación", afirma la sargento primero Paula Osorio Fernández, una de las seis mujeres -dos suboficiales, dos cabos primeros y dos marineras- que forman parte de este equipo del S-81. "Entre todos debemos buscar una fórmula ordenada, tanto para trabajar como para llevar el día a día. Tenemos que respetarnos mucho, para poder llevar una convivencia saludable", aclara la sargento primero.
"El submarino tiene 80,8 metros de eslora y solo una tercera parte se dedica a la habitabilidad de 53 personas, por lo que el roce es continuo y eso imprime carácter", añade Jorge Giménez, teniente de Navío de la Armada, Jefe de Operaciones y Oficial de Armas del S-81. "Somos más una familia que una dotación al uso", añade el teniente de Navío, que aclara que para 'matar' el tiempo libre y como hay distintas edades, también hay diferentes forma de hacerlo. "Unos juegan al mus y otros lo hacen a la consola o ven películas de submarinos, desde ‘Abajo el Periscopio’, hasta ‘Dass Boot’. En general, no nos aburrimos", apostilla.
¿Y la comida? ¿Se puede disfrutar de un buen menú bajo el agua y sin saber si es de día o de noche? "Comemos muy bien", aclara la marinera, "como cualquier otro barco de la Armada. Tenemos un gran cocinero y aunque el espacio sea pequeño la alimentación es tan buena como en cualquier otra nave. Es decir, podemos comer un entrecot o un caldero con la misma calidad que en cualquier sitio".
Osorio Fernández pasó cinco años destinada en el submarino Mistral y ahora ha dado el paso al Isaac Peral. Tras tres años de cursos y adiestramientos, está a punto de dar el salto definitivo para empezar su misión en el primer sumergible de la flotilla de la clase S80. "Hemos tenido mucha gente observándonos, pero hemos gozado de una preparación exhaustiva que nos ha podido llevar hasta donde estamos con total seguridad. Ha sido todo un privilegio ser la primera dotación en España que ha podido trabajar a bordo de un submarino de estas capacidades".
"He estado en los S-70 y otros submarinos de construcción alemana, pero el S-81 los supera con creces", subraya Giménez, quien aclara que "primero por ser bastante más moderno y, por otro lado, porque Navantia es especialista en aunar e integrar distintos sistemas para trabajarlos desde un mismo punto de control; el nivel de automatismos es espectacular. También es de destacar que es un submarino oceánico y no creo que haya muchos submarinos convencionales que tengan esa capacidad".
Añade el Jefe de Operaciones que han pasado de lo analógico a lo digital, han reducido la dotación a una tercera parte "y somos capaces de superar los estándares con el nuevo submarino, la impresión es espectacular". Continuarán ahora con todo el proceso para que esté completamente listo para prestar servicio. Quedan algunas pruebas pendientes, pero sobre todo evaluaciones operativas, adiestramiento de la dotación, comprobación de que todo lo que se ha probado cumple con los requisitos operativos que se ha exigido. "La verdad es que los brotes que hemos visto, son espectaculares. El modelo teórico, que es la parte más compleja, se ha ido adaptando a las circunstancias reales, por lo que podemos ver la exitosa labor de ingeniería de Navantia Cartagena".
Entre algunos de los objetivos que se marcan desde este jueves se encuentra el crucero de resistencia, donde se verifican las bondades de todo lo que se está viendo en la operación, que durará aproximadamente 45 días. "Cruzaremos el Atlántico Norte, que sería un hito importante para el submarino, porque desde la adquisición de los primeros submarinos en Estados Unidos no se ha vuelto a hacer".