LA UNIÓN. Ya lo contaba antes de empezar su concierto: era una noche en la que se iban a mezclar muchos elementos para hacerla muy emocionante. Y sin duda, emocionante fue la noche en la que Miguel Poveda volvió a agotar las entradas, llenar el escenario y demostrar que su 'Lámpara Minera' fue un premio visionario para el que se convertiría en uno de los cantaores más destacados del país. Porque estaba claro que este catalán tenía mucho que aportar al flamenco y a la música.
La de anoche fue una de las más esperadas de esta 60 edición: cuando Poveda volvía a La Unión para hacer disfrutar de un show cargo de diversidad, fusionando el cante clásico con su cuadro flamenco con temas dedicados a Federico García Lorca o canción andaluza. Todo lo que su cuerpo “ha vivido” en estos años. Por eso empezó con dos palmeros (Miguel Soto ‘El Londro’ y Carlos Grilo) y su voz, a más de un metro del micrófono, demostrando un torrente de voz que no tiene parangón, con la ‘Oda a Walt Whitman’, ese poema a Lorca que incluyó en su disco ‘Enlorquecido’. Se fueron sumando Paquito González a la percusión, Daniel Casares a la Guitarra, ‘El Choro’ al baile y al taconeo y la colaboración especial de una guitarra como la de Diego del Morao. El espectáculo estaba servido.
Fue tras el ‘Pregón del Uvero’ y una bulería cuando se dirigió al público de La Unión. “Vengo con una ilusión, unas ganas y un amor increíbles, porque cada vez que llego a esta tierra ya saben ustedes que se activan todas las emociones, los recuerdos… cada esquina tiene un recuerdo. Es un sentimiento que parece que se queda escondido y cuando vuelves, vuelve a activarse”, dijo emocionado a la vez que recordaba a su madre, a su padre, a sus amigos y a la gente que le ha dado “tanto amor por la calle” para hacerle un hijo de este pueblo. Bromeaba diciendo que ese amor ha hecho “que uno se lo crea un poquito”, porque “en La Unión soy alguien importante”. Su desparpajo llegaba a cada butaca de Maquinista de Levante a la vez que ese sentimiento que desprendía, con la autoexigencia de conseguir que esta tierra que es como su casa se sintiera orgullosa de él y le encuentren sentido a haber apostado por él con ese galardón ‘Lámpara Minera’ que ganó en el año 1993. “Estoy aquí para darles todo mi corazón”, advirtió el cantaor.
Empezó a marcar el ritmo con ‘Quítame el beso de anoche’, de ‘Bambino’, a quien nombraría en más de una ocasión durante el concierto. Paseó con el poderío que le caracteriza de un lado al otro del escenario, creando una escena de baile con ‘El Choro’ y siendo él quien marcaba en alguna que otra ocasión los pasos. Había momentos en los que, prácticamente a capella, proyectaba su voz por todo el recinto.
No le faltó el guiño a Federico García Lorca, con ‘Carta a Regino Sainz de la Maza’, dando paso además a temas instrumentales para que Daniel Casares pudiera mostrar su talento a las seis cuerdas. Con ‘Hey’ y ‘Voy a perder la cabeza por tu amor’ versionó grandes clásicos, para adentrarse después en el flamenco más puro, montando un tablao para compartir malagueñas, abandolaos, una guajira dedicada a “los hermanos de Cuba”; soleá por bulería jugando con los ritmos, tangos y alegrías.
Lo que no sabía el público es que Poveda sorprendería subiendo al escenario a la cantaora unionense Encarnación Fernández, a quien halagó por “anteponerse como mujer para tomar el reino y la corona de los cantes mineros”, tal y como la presentó. Acompañada de su hijo, el guitarrista Antonio Muñoz, interpretó a dúo unos cantes de Levante que sonaron con una magia especial, tanta que Miguel no pudo evitar emocionarse ante el cante de Encarnación, rindiendo homenaje conjunto a Pencho Cros, haciéndolo presente en el escenario, y creando un momento inolvidable para La Unión.
Su fin de fiesta pasó por recordar la música que escuchaba en el cassette, cuando lo sacaba a la puerta en su barrio, y donde estaban presentes Los Chichos o Bambino. Y fue por este último empezó a entonar esa letra de ‘Quiero tenerte a todas horas a mi lado / y besarte como nadie te ha besado / parando las manillas del reloj’.
Tras dos horas y media de concierto, Poveda salió del escenario con el público en pie, alabando a un cantaor que La Unión, desde hace muchos años, siente como suyo.