MADRID (EFE). Las autoridades sanitarias están alertando de los brotes de coronavirus asociados al ocio nocturno de los jóvenes. ¿Por qué están bajando la guardia? Los expertos apuntan a que se creen inmunes al virus y a que se ha transmitido el mensaje que la covid-19 afecta principalmente a los más mayores.
"Les ha podido calar esa idea de que el virus afecta sobre todo a la gente mayor, con patologías previas, y que en caso de padecer la enfermedad, en ellos es menos grave", señala a Efe Amaya Prado, psicóloga educativa y de familia.
En su comportamiento frente a la pandemia también pesa la poca importancia que se le da al virus y que tiene que ver con el desarrollo evolutivo de los jóvenes. "Piensan que a ellos no les va a pasar, que tienen mucha vida por delante", asegura Prado, vocal del Colegio de Psicólogos de Madrid.
Lo cierto es que la edad media de los contagiados está disminuyendo hasta situarse en las últimas tres semanas en 36 años en el caso de las mujeres y de 38 en el de los hombres, cuando en marzo y abril ascendía a 62 y 63 años, respectivamente, según detalló esta semana el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón.
Además, los datos muestran un incremento significativo de los contagios entre los más jóvenes. El último informe del Instituto de Salud Carlos III, del 23 de julio, contabiliza 7.730 casos entre personas de 15 a 29 años desde el 10 de mayo, lo que significa un 21,7% del total y un 56% más que una semana antes, cuando se reportaron 4.929 contagios en ese grupo de edad.
¿Puede hacerles esto reaccionar? "Depende como se les sensibilice", asegura la psicóloga.
El mensaje que, en su opinión, habría que lanzarles es: "No sólo tú te pones malo, sino que puedes contagiar a la gente que más quieres, a tus abuelos o a tus padres, que pueden enfermar e, incluso, llegar a morir".
"La sensibilización de los jóvenes tiene que ir por ahí: si no te toca a ti, puede tocarle a alguien cercano", incide la psicóloga, aunque tiene sus dudas de si "meterles miedo" puede ser efectivo en todos los casos.
Por ello, cree que, además, hay que poner el acento en mensajes, a través de las redes sociales, que muestren de manera gráfica mediante vídeos, por ejemplo, cómo se expulsa el virus y cómo se contagia.
Es primordial que el mensaje se lance a través de las redes sociales, insiste Prado, ya que las campañas de información a través de la televisión o la radio puede que no les llegue al no ser los canales utilizados habitualmente por ellos.
"Hay que hacerles entender que es una pandemia de todos y que todos tenemos que poner nuestro granito de arena".
Otro aspecto que, según la psicóloga, también puede estar influyendo en el comportamiento poco responsable de algunos jóvenes es que "les pueden mucho más las relaciones sociales" que el virus. Para ellos, los amigos son la prioridad número uno.
Después del confinamiento, "se les han abierto las puertas y han salido en tropel", asegura.
Prado reconoce la dificultad de que en las reuniones de amigos se guarde la distancia de seguridad o se use mascarilla, un elemento que, además de resultarles incómodo, "creen que puede ser un hándicap en la relación con los demás".
La psicóloga advierte de que sólo los jóvenes están bajando la guardia, también los adultos, que son los que tienen que dar ejemplo.
Imágenes como las del pasado miércoles del Congreso, en el que los propios diputados no guardaron la distancia social, o de terrazas y playas abarrotadas no ayudan mucho.
"A ellos esos mensajes también les llegan, no se les puede estar diciendo 'tienes que guardar la distancia, usar mascarilla..' si luego les estamos transmitiendo esas imágenes".
Y es que, según esta experta, "los adultos no estamos haciendo las cosas del todo bien, no estamos teniendo la responsabilidad que les tenemos que inculcar a ellos".
¿Se puede estar culpando a todos los jóvenes por el comportamiento de algunos grupos determinados? Prado cree que en parte sí, "porque hay muchos que son muy responsables. Siempre hay algunos que transgreden más, que son más rebeldes y son los que a lo mejor están teniendo ese tipo de actuaciones" incorrectas.
La psicóloga alerta también de que a veces desde las administraciones se están transmitiendo mensajes contradictorios como que en septiembre se pueden reanudar las clases en grupos de 20-25 personas, con dificultades para guardar las distancias de seguridad, mientras por otra parte algunas comunidades han prohibido las reuniones de más de 10 personas.
Además, se ataca el ocio nocturno pero está permitido: las discotecas siguen abiertas en muchos lugares y, como dice la psicóloga, es difícil mantener la distancia. "Si la música está alta y quieres hablar con alguien te tienes que acercar y sin mascarilla".
El propio ministro de Sanidad, Salvador Illa, en una comparecencia este jueves en el Congreso reconocía que "es muy difícil en un bar cerrado, en una discoteca, tener la mascarilla y tomarte la copa y no relajarte; de ahí viene uno de los principales focos del problema", advirtió.
Otro de los problemas de los locales de ocio nocturno es la dificultad de hacer el seguimiento a los contactos cuando se detecta un positivo, a lo que hay que añadir el rechazo de algunos jóvenes a someterse a la prueba PCR aun sabiendo que han estado en contacto con un contagiado.
Esta semana se conocía la negativa a hacerse el test de algunas personas que estuvieron en una discoteca de Valencia en la que se detectó un brote de coronavirus.
El motivo, según la psicóloga, es el peso que tiene en los jóvenes el querer satisfacer las necesidades de manera inmediata. "Tenerse que hacer la PCR implica quedarse tres o cuatro días en casa y ellos no ven más allá, muchos jóvenes tienen baja tolerancia a la frustración", añade.
En estos casos, aboga por actuar de forma contundente y coercitiva.