En esta última década en la que la crisis ha azotado a empresas y profesionales con menos piedad que el coronavirus en China, ha surgido con fuerza a nuestro alrededor una palabra que si bien al principio cual canto de sirena nos hacía pensar que en un solo acto íbamos a resolver todos nuestros males profesionales, al final de tanto usarla me produce hasta desdén oírla. Como rezaba aquella magnífica canción de La Jurado: "Se nos rompió el amor de tanto usarlo, de tanto loco abrazo sin medida…".
Y es que sin medida a cualquier evento que se organiza hoy en día se le cuelga la coletilla 'y habrá networking'. ¡Qué pereza, networking! Entiéndanme, me encanta conocer gente, me encanta interesarme por las personas a nivel personal y profesional, incluso cuando hablo con la gente de algún tema que les preocupa pienso si yo tengo a mi alcance alguna herramienta para poderles ayudar, pero el hecho de ir a un acto para intercambiar tarjetas que algunos adquieren como trofeos y creen que por haber recogido un buen puñado van a vender más, eso señores, para mí, está muerto.
No sé si ustedes saben que aunque es un anglicismo que se usa en el mundo empresarial para que profesionales y emprendedores se reúnan para crear y desarrollar oportunidades de negocio, en realidad el concepto viene de la informática, donde un 'network' es una red formada por un conjunto de ordenadores y programas de gestión que se conectan para compartir recursos e intercambiar información.
Me gusta mucho más este concepto informático. Llámenme romántica pero prefiero pensar que estoy conectada a una red como un sistema neuronal que produce una descarga eléctrica cuando el momento lo requiere, útil y eficiente, a pensar que soy una carta en un castillo de naipes muy bonito que en cualquier momento se puede desmoronar por la fragilidad que lo define.
Desde mi experiencia para hacer negocios se tiene que traspasar el concepto de networking. La red de contactos es importantísima, pero mucho más importante es cómo interactuar con ella. Tener un tarjetero lleno como un álbum de La Liga de Panini es tan inútil como el propio álbum si no se desarrolla una estrategia con el mismo. Porque el networking va de estrategia para que sea un networking de calidad. Usted tiene que tener muy claro cuál es el foro del evento y en la medida de lo posible saber cuáles van a ser los asistentes para investigar sobre ellos y si alguna persona puede ser conectora para su negocio o inversión, lanzarse a conocerla. Es importante ir con una actitud abierta y no en parejas como la guardia civil ya que esto bloqueará su iniciativa a la apertura. Muy importante tener preparada una presentación corta y de impacto para así poder establecer una conversación de manera fácil y fluida, el conocido elevator pitch, imprescindible para este tipo de eventos. Si no tiene uno, no dude en bucear en la red para elaborarlo, ya sabe aquello de «No hay una segunda oportunidad para crear una primera impresión». Piense en grandes eventos paradigmáticos como ferias y congresos: para poder establecer el mayor número de contactos debe ser breve y ágil para no provocar situaciones incomodas.
Recuerde que el objetivo es contactar con aquellos que le ayuden a desarrollar su negocio. A nadie le interesa que fuese una joven promesa del fútbol sala en su infancia, es al otro al que tiene que escuchar. Y por supuesto, cuando vuelva a la oficina, debe organizar los contactos conseguidos y seguir en contacto con aquellos que le puedan generar negocio. Seguirlos en redes sociales, quedar con ellos para algún tipo de recomendación. Siempre contactos con contenido.
Esta vendría a ser una píldora muy concentrada del networking. En resumen, una estrategia para generar contactos y mejorar su negocio, pero yo con el tiempo y a base de asistir a muchos eventos de este tipo he llegado a una conclusión: las relaciones sinceras se transforman en relaciones de confianza. Éstas dan a conocer tu verdadero yo y tu calidad humana. Preocúpese de generar lazos reales y desinteresados, estos le llevarán mucho más lejos que un networking frío e interesado. Como decía anteriormente, ¡llámenme romántica!
Trinidad Guía Sánchez
Licenciada en Ciencias Económicas, Máster en Dirección y Administración de Empresas y Experta en Ventas.