vals para hormigas  / OPINIÓN

Plan de regeneración y juguetes 

21/09/2024 - 

Me detuve el martes un momento en las noticias que aparecieron sobre el plan de regeneración democrática propuesto por el Gobierno. Por diferentes motivos, pero sobre todo por los que atañen a mi oficio, para el que se plantea un mayor control de la publicidad institucional y una mayor celeridad a la hora de corregir y rectificar los bulos e informaciones falsas que aparecen sobre todo en internet, pero también en medios considerados tradicionales, como la prensa, la radio o la televisión. En el mismo lote se incluye también garantizar la libertad editorial -y la de expresión, mediante varios reajustes del Código Penal- y blindar el secreto de las fuentes de información. De todo lo avanzado durante la presentación tras la reunión del Consejo de Ministros, me quedo con unas palabras del ministro de Cultura, Ernest Urtasun. "Defender la democracia no pasa por bunkerizarnos", dijo, "la democracia no es una coraza”. Así es, desde que la inventaron los griegos. Si la consideramos un sistema político en el que el poder recae en el pueblo, una democracia debe ser capaz de permitir todas las aristas que dan forma a la sociedad. De abrirse de par en par. Pero este es un trayecto en dos sentidos: la sociedad debe aceptar su responsabilidad y cada uno asumir las aristas de los demás. Conclusión, que un régimen es más democrático cuantas menos leyes, o regulaciones, necesita. Pondré un ejemplo: no seremos plenamente democráticos mientras necesitemos un cartel que nos prohíba tirar papeles al suelo. O mientras necesitemos un plan como este.

Como no tuve suerte con mis profesores de Filosofía, a uno no le interesaba enseñarnos a pensar y al otro no le interesaba enseñarnos, así, sin más, esta disciplina es una de mis muchas, enormes y muy profundas lagunas de conocimiento. Junto a la literatura francesa del siglo XIX, quizá. Así que, como Urtasun me había incitado a dar vueltas al asunto, y no estoy acostumbrado, me embobé enseguida con un correo electrónico que me llegó al buzón, como un niño atrapado por los colores de una burbuja de jabón. Era de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes y desgranaba los productos ganadores en los premios al Mejor Juguete del Año, que presentaron en València. Busquen la lista, sobre todo si tienen niños a su alrededor y necesitan ideas para Navidad. Yo me voy a quedar con tres que me llamaron la atención.

El primero es el osito Poe, ganador en la categoría de Juguete de Primera Infancia y Preescolar, un cuentacuentos que, gracias a la inteligencia artificial, crea historias personalizadas para cada usuario, menor de seis años, recordemos, a partir de los datos que se introduzcan en su aplicación oficial, que utiliza la herramienta de generación de textos Chat GPT. Como fanático de Poe, el autor que da nombre al juguete, y lector de Orwell, me dio por pensar en las consecuencias que podría generar la IA en manos de según qué padre. Y como señor mayor que soy, ya estaba lamentando que este mundo es irrefrenable hasta que me topé con el vencedor en la categoría de Juguete para un Mundo Sostenible. Se trata de unos bolos fabricados con corcho de alcornoques portugueses, un material vegetal renovable que respeta el crecimiento de los árboles. Pues no es tan irrefrenable, admití. Y llegué al tercero, Cities, que se alzó con el premio en la categoría de Juego. Propone desarrollar un plan urbanístico y transformar un barrio de una ciudad, con la construcción de viviendas, edificios de oficinas, parques y zonas de ocio. Se me ocurrieron tantos chistes en torno a esto, escribí una lista tan larga de posibles receptores, todos adultos y con cargo público, que decidí volver a la noticia del plan de regeneración. Igual los gestores elegidos democráticamente sí necesitan algunas leyes, me dije.

@Faroimpostor

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