AL OTRO LADO DE LA COLINA / OPINIÓN

¿Perder la guerra para ganar la paz?

25/11/2023 - 

Seguramente tenía diferentes objetivos el plan estratégico diseñado por el "eje de la resistencia", como se llaman a sí mismos esa coalición de totalitarismos y terrorismos que conforma y lidera el Irán de los Ayatolás con grupos como Hamás, Hezbollah, Ansarolá, etcétera, etcétera, etcétera, que en nomenclatura occidental George W.Bush lo definió como "el eje del mal". Esos objetivos, tanto principales, impuestos por la Teocracia Chií, como secundarios o alternativos en beneficio de los palestinos son la carne de cañón de ese eje, al fin y al cabo.

El objetivo principal era poner fin o por lo menos retrasar las negociaciones entre Israel y Arabia Saudí para normalizar sus relaciones diplomáticas. Este objetivo tenía múltiples interesados, además de Irán, como líder del bloque Chií frente al bloque Suní (liderado por Arabia Saudí). Había también otros interesados; por ejemplo, en el ámbito de la competencia económica, por, como ya les he contado en otros artículos, el proyecto de apertura de ese corredor comercial (ferroviario y naval) entre la India y Europa, atravesando distintos países, entre los que se encuentran estados musulmanes como Arabia Saudí, y que compite con la ruta china de la seda. Pero también atraviesa ese único "Estado social y democrático de Derecho" (las mayúsculas y minúsculas, sustantivos y adjetivos, nombres propios y comunes, están transcritos de la Constitución española de 1978, aunque no lo parezca) de Oriente Medio que es Israel, ese estado que surgió de la resolución número 181 de Naciones Unidas en 1947.

Esa resolución de la ONU dio un aproximadamente un 54% (del cual casi el 90% era el desierto del Néguev) del territorio del Mandato Británico de Palestina al Estado judío. El resto se dio al infinitamente más rico y fértil Estado árabe. Hubo una distribución espacial bastante complicada, pues se dividían en tres partes cada una, sin continuidad territorial, con dos grandes cuellos de botella, y un área internacional para Belén y Jerusalén. Cuando el 15 de mayo de 1948 finalizó el protectorado del Reino Unido, ese mismo día tropas y voluntarios de la Liga Árabe y otros aliados, como Arabia Saudí, Egipto, Irak, Jordania (Trans), Líbano, Libia, Siria y Yemen, atacaron al recién nacido Estado de Israel. En aquel momento nadie de la región apostaba por su supervivencia; y aquí estamos 75 años después, siendo todos testigos de cómo este pequeño país sigue existiendo y ampliando las relaciones con el mundo árabe, aunque periódica y continuamente sufre los ataques desde sus vecinos musulmanes, de los que suele defenderse de una forma más que favorable. De hecho, ha ampliado su territorio a su costa.

Pues aunque Israel empiece perdiendo el conflicto, el Estado judío puede perder alguna batalla, pero no puede perder nunca una guerra, porque si no desaparecería y su pueblo sería exterminado (este es el mantra, que repiten, entre otros, Irán). Y su defensa se basa en el clásico principio de la disuasión, el Si vis Pacem para Bellum, que se resume en que un oponente no atacará a su contrincante porque le puede hacer tanto daño como su contraparte le pueda devolver. Pero aquí aparece una variedad: como Israel es una centésima parte que sus oponentes, el daño -para ser creíble esa disuasión- tiene que ser mucho más grande que el recibido, dado que esos enemigos tienen mucho mayor grado de resistencia y resiliencia.

Por otra parte, el objetivo secundario, o alternativo, al igual que han hecho otros países como Azerbaiyán con Nagorno-Karabakh, es desbloquear una situación internacional congelada, bloqueada, mediante un ataque que genere un conflicto. Pero a diferencia de Azerbaiyán, que necesitaba ganar la guerra, en el caso palestino de Hamás se asumía la más que posible derrota militar, con miles de muertos civiles. Ya les he dicho que los palestinos son la carne de cañón de ese eje del mal/resistencia, aprovechando el control de los mass media y de la opinión publicada internacional. A pesar de perder la guerra, ganar la paz en base al victimario, y al apoyo de la caridad mal entendida y sensiblera de Occidente en favor de la parte perdedora, muy típico de nuestra cultura judeocristiana, paradojas de la vida.

Esta victoria de la paz pensaban que podría llevarles a instaurar un Estado Palestino bajo el control totalitario del brazo de Irán en Palestina, Hamás; en cambio, y esto es mi opinión, más que información-análisis, parece que Israel, con una estrategia cuyo resultado es casi excesivamente favorable, y un desarrollo operativo mejor incluso que el de la guerra de los seis días de Moshé Dayán, hasta el momento, puede controlar el post conflicto, siempre que siga contando con el apoyo del Tío Sam, a pesar del lamentable estado de salud de su presidente Joe Biden (qué poco se fía el establishment de Washington de la vicepresidenta, Kamala Harris).

Todo ello a pesar del hostigamiento de los aliados de Irán, como Hezbollah, que ataca el norte de Israel con incursiones terroristas, drones y misiles antitanque desde sus bases del Líbano (en el que Israel, ya ha avisado, con octavillas lanzadas desde el aire a la población civil, que abandonen las zonas cercanas a la frontera donde se encuentran esos terroristas y que se dirijan hacia el norte); y desde el sur de la península Arábiga, los yemeníes Houthis, lanzan misiles balísticos de origen iraní que están siendo interceptados tanto por los buques del grupo aeronaval de la US Navy desplegados en la región entre los que están los que tienen su base en España, más en concreto en Rota, como por los propios israelíes también; así como además, Israel, tiene que mantener la paz y orden en Cisjordania donde el terrorismo está movilizando “mentes y corazones” de la población palestina contra los judíos. Aunque también hay un país, Siria, por el que transitan recursos del “eje”, y donde se producen acciones bélicas, como son las neutralizaciones de instalaciones y material iraní por medio de las capacidades aéreas tanto israelitas como norteamericanas.

Han conseguido el objetivo principal. Las negociaciones de Israel con Arabia Saudí se han detenido, por el momento; pero la segunda parte, el objetivo alternativo parece que no va a ser posible, no lo van a conseguir, pues el postconflicto parece que va a ser dirigido por Israel, o eso es lo que me parece a mí. Como les he comentado, por el momento todo es factible de cambiar, ojo.

Y en España, con tanto ruido (no es para menos) provocado por la amnistía, del tema internacional, nada de nada; sólo en la sesión de investidura y publicaciones diversas, es curioso ver a condenados por ser terroristas, herederos de terroristas, amigos de terroristas y socios de terroristas, clamar, desgañitarse contra Israel, a la vez que algunos de ellos, pocos, con la boca pequeña condenan el ataque terrorista de HAMÁS. Vamos: que niegan a la nación violada (y no es una metáfora, es horroroso ver esas fotos de mujeres, con los pantalones ensangrentados por la brutal violación de esos salvajes, y en la que alguna se ve con el tendón de Aquiles cortado para que no pueda huir). Como digo, se impide a la víctima neutralizar e impedir al violador terrorista para que no lo vuelva a repetir. 

Aunque esos comentarios y su posicionamiento no llegan a los extremos de los efectos de la Ley del Sí es Sí, donde se ha beneficiado a cientos de violadores poniéndolos en libertad o rebajando sus condenas, y en donde las teóricas-subvencionadas feministas defensoras de las mujeres han dado la callada por respuesta. Al igual, que sus silenciosas conductas ante la valentía de las mujeres iraníes o afganas, que mueren haciendo frente a los tiránicos regímenes de los ayatolás y de los talibanes, que por coherencias/incoherencias de la política (el primero de ellos) apoyó a un movimiento populista aquel que quería asaltar los cielos, quería cambiar el miedo de bando, e incluso alguno de sus líderes gustaría de azotar a mujeres, y que ahora mismo ha languidecido públicamente en la sesión de investidura. 

Mi recuerdo y apoyo a todas esas valientes mujeres, madres, abuelas, tías, hermanas, hijas, etcétera, que hacen frente a diario desde sus casas, sus trabajos, sus calles -allí donde están-, de forma más activa o más callada, a todos esos terrorismos y a los salvajes por civilizar.

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