Balance del año político 2023
MURCIA. "¿Duermes cuando se debate algo tan importante? ¿No comprendes que has de decidir si quienes hicieron eso son defensores de la libertad o simples criminales? Presta atención, y aunque sólo sea un momento reflexiona como lo haría un hombre sobrio".
(Cicerón. Contra Marco Antonio)
No sabemos si Pedro Sánchez anoche durmió tranquilo después de entregar Pamplona a los herederos políticos de ETA. Imaginamos que sí porque solo podría no hacerlo un hombre de palabra, con conciencia y escrúpulos. Tres atributos de los que entendemos que no presume el que ha llegado a La Moncloa con artes de prestidigitador, retorciendo la Constitución y metamorfoseando un partido con dotes camaleónicas. Tras perder las elecciones generales Pedro Sánchez, el hombre de las mil caras, y de los mil cambios de opinión, compró políticamente los votos que necesitaba para ser presidente. El pago de la investidura era a plazos y las cuotas las estamos sufriendo todos: impunidad para delincuentes o blanquear a los herederos de ETA.
Sánchez prometió hasta la saciedad (junto a más de 12 ministros y altos cargos del PSOE) que "con Bildu jamás pactaría" y "con Bildu no" (sic) -decían- y ayer entregó Pamplona al brazo político de ETA, un partido que llevaba en sus listas a condenados por delitos de sangre. También dijo que jamás concedería la amnistía y hoy pretende borrar el procés y dar impunidad a un condenado fugado de la Justicia que no puede pisar suelo español porque sería encarcelado. Pedro le prometió impunidad a cambio de que votaran a favor de su investidura; teledirige España y amenaza desde Waterloo si no se cumplen sus condiciones. España en manos de aquel que quiere romperla.
"Nunca antes se habían cruzado tantas líneas rojas"
Nunca antes se habían cruzado tantas líneas rojas. Jamás. El poder tenía un precio para Sánchez y él está dispuesto a pagarlo, sobre todo porque la fiesta no la paga él: la van a heredar todos los españoles. El apoyo a la investidura de Sánchez no era gratis: amnistía para los golpistas, condonación de la deuda catalana, competencias transferidas, cesión tributos, lenguas cooficiales en el Congreso, la Alcaldía de Pamplona, pactos encapuchados y encubiertos de los que nada conocemos… prebendas y humillaciones varias.
Pedro Sánchez sabe que en estos tiempos líquidos en que vivimos, de plástico y de ruido, de memoria cortoplacista, todo se olvida pronto y rápido. Hoy una performance, mañana un nuevo escándalo que tape el anterior, pasado un buen relato que no estropee un titular… Todo un showman donde el Laboratorio Moncloa (ahora "Comando Moncloa") ya diseña el nuevo guión para la próxima función porque la maquinaría no debe parar y el show debe continuar. Todo vale para Sánchez. Para el que la política es un tablero de ajedrez donde colocar a sus peones y colonizar las instituciones donde nada ni nadie le haga sombra al Rey Sol. Sin embargo, millones de españoles no pueden olvidar lo que está ocurriendo en nuestro país.
El 2023 pasará a los anales de la historia como un año horribilis (políticamente hablando) para España. No hay institución que el PSOE no haya manoseado ni plataforma que no se haya puesto al servicio de su sanchidad.
En el mes de enero, el presidente Sánchez presumió de haber eliminado el delito de sedición y de haber rebajado el delito de malversación por corrupción política.
En el mes de febrero, se negó a investigar en el Congreso las actuaciones de corrupción política del caso Tito Berni.
En el mes de marzo, acordó con Bildu retirar la Guardia Civil de Tráfico de Navarra después del pacto con Otegi.
En el mes de abril, tuvo que reformar la ley del solo sí es sí gracias al apoyo del Partido Popular porque sus socios de Gobierno se opusieron a la reforma.
En el mes de mayo, conocimos que sus socios preferentes volvían a llevar asesinos en las listas en las elecciones municipales.
En el mes de junio, le mintió a los españoles presumiendo de que dejaría gobernar a UPN, ganador de las elecciones en Pamplona.
En el mes de julio, mintió a todos los españoles pidiéndole el voto para negar cualquier posibilidad de amnistiar a los condenados por el Tribunal Supremo.
En el mes de agosto, rechazó los pactos de estado con el partido popular, porque ahora sí, estaba claro que estaba negociando los pactos contra el estado con otros partidos políticos.
En el mes de septiembre, envió a su vicepresidenta a reunirse con un prófugo fuera de la Unión Europea para facilitar los primeros pasos de la investidura.
En octubre, cambió de opinión en todo, defendió públicamente la amnistía, mandó al número tres del Partido Socialista a fotografiarse debajo de un cuadro que acredita el referéndum ilegal e inconstitucional del 1 de octubre y pactó con una condenada por enaltecimiento del terrorismo, construyendo así el pacto con Bildu.
En noviembre asumió el relato de sus socios al afirmar que en España los jueces prevarican y deben ser investigados.
Y en diciembre cerró el círculo, arrancó el año reescribiendo delitos de corrupción y contra el estado, y lo termina amnistiándolos. Empezó a fiscalizar su Gobierno en Suiza con un mediador especializado en banda armada. Utilizó su papel como presidente de turno del Consejo para descalificar a los políticos en el parlamento europeo en Estrasburgo. Y hace tan solo unas horas entregaba Pamplona a Bildu.
El grado de decadencia institucional y de degradación política no tiene límites y lanza un peligroso mensaje a los españoles: para Pedro Sánchez el fin justifica los medios, todo vale, no todos somos iguales ante la ley, hay determinadas personas que tienen beneficios y privilegios si son socios o amigos o afines a su Gobierno.
"ha sido un año negro para la política española"
El último dique de contención de Sánchez, la justicia y al Corona, tampoco se libran de sus ataques. Las Comisiones de investigación a jueces ponen en duda la función de la justicia, su imparcialidad e independencia, olvidando que cumplen un mandato constitucional y que solo están sometidos al imperio de la Ley. Permitir señalamientos con nombres y apellidos en la casa de la soberanía popular es dinamitar es una terrible injerencia y una falta de respeto a la separación de poderes y a la independencia del poder judicial base de nuestro Estado social y Democrático de derecho. Sin separación de poderes solo hay tiranía y dictadura. Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que el poder detenga al poder.
Decía Montesquieu en El espíritu de las leyes que "cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona o corporación, entonces no hay libertad, porque es de temer que el monarca o el senado hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo. Así sucede también cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y del ejecutivo. Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la fuerza misma que un agresor. En el Estado en que un hombre solo, o una sola corporación de próceres, o de nobles, o del pueblo administrase los tres poderes, y tuviese la facultad de hacer las leyes, de ejecutar las resoluciones públicas y de juzgar los crímenes y contiendas de los particulares, todo se perdería enteramente".
Otro Rubicón es dictar leyes a la carta. Modificar el código penal Ad hominen para beneficiar a unos pocos, dictado por delincuentes, como despenalizar delitos de sedición, injurias a la corona o el de enaltecimiento del terrorismo es humillante y un insulto a los españoles.
El referéndum ilegal en Cataluña será el próximo pago. Ya lo ha anunciado, amenazante, el presidente de la Generalitat.
Sin duda, ha sido un año negro para la política española, que termina con uno de los capítulos más oscuros para nuestra democracia como la claudicación y el cambalache en Pamplona. Sin embargo, hay esperanza. El PP es la esperanza de millones de españoles que quieren una España mejor: unida y fuerte. Allá donde Pedro Sánchez y el PSOE levanten un muro entre comunidades y entre españoles, nosotros estaremos allí para derribarlo con todos los resortes de la ley y con La Constitución en la mano. Europa y el mundo nos miran con preocupación por el futuro de España. "Fuera de la Constitución, no hay democracia ni convivencia. Si no hay libertad, hay imposición. Si no hay ley, hay arbitrariedad".
Todos y cada uno de los responsables públicos y todas y cada una de las instituciones tenemos el deber moral y legal de actuar en el marco de la Constitución y de la ley, atendiendo a las funciones que nos son atribuidas, respetando el resto de instituciones y cumpliendo la función para la que han sido encomendadas. La unidad de España es fundamental para seguir avanzando. Somos un gran país.
Este año tenemos importantes retos, y los ciudadanos van a tener la oportunidad de hablar y contestar las tropelías de Pedro Sánchez y del PSOE en las urnas. Una oportunidad para elegir otra forma de hacer política: en Galicia el próximo 18 de febrero, en Euskadi y en las elecciones europeas. Contamos con su apoyo y su confianza para construir juntos una España mejor.
Feliz año 2024 con la esperanza y nuestros mejores deseos de una España mejor.
Miriam Guardiola
Diputada y portavoz adjunta del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso