el buen tiempo acompaña al día grande de murcia

La felicidad del Bando de la Huerta luce a pleno sol

2/04/2024 - 

MURCIA. A las 10 de la mañana Murcia se despereza en calma. Sin prisas. El sol de primavera, radiante, ilumina las fachadas. Aún es pronto para la explosión que inundará toda la ciudad. No hay gente en las calles, aunque asoman pequeños grupos de jóvenes huertanos, calzados con sus esparteñas y enfundados con el traje de rigor, con su cómodo zaragüel, su fajín al cinto y su chaleco reluciente. Una carroza tirada por un pequeño motor de tractor recorre la Avenida de la Fama. En su interior, un huertano corta jamón ante el paso de los pocos viandantes.

El gentío matutino se agolpa en un único punto, la Plaza Cardenal Belluga, tan arrebatada como engalanada para la gran cita. El silencio se respira en la plaza. Sólo se escucha la música coral de la eucaristía. Cuesta ver un templo tan multitudinario en tiempos no precisamente devotos. El obispo José Manuel Lorca Planes oficia la misa en un altar colocado justo en el centro, frente al Palacio Episcopal. El prelado reza una oración para invocar "el don de la lluvia". Detrás de Lorca Planes, sin perder ojo de ninguno de sus fieles, se sitúa La Morenica, la patrona de Murcia, que luce "más guapa que nunca", como describe una asistente. Suena el himno de la Virgen de la Fuensanta.

Foto: AYTO MURCIA

Termina la eucaristía y el gentío prorrumpe en "¡aleluyas!". Ahora sí. Atruena la música y Murcia se abre en una marabunta interminable de transeúntes. Las calles comienzan a empaparse de huertanía, de tradición, de exaltación costumbrista. Una procesión con la Virgen de la Fuensanta parte desde la Plaza de los Apóstoles hacia Santo Domingo, donde le espera una gran petalada de flores, antes de regresar a su residencia en fiestas, la Catedral. "¡Guapa, guapa!", exclaman a su paso por la antigua Calle Correos. Desfilan también las flamantes Reinas de la Huerta, las embajadoras de una fiesta declarada de interés turístico internacional. Detrás aparecen las principales autoridades: el alcalde de Murcia, pero también el presidente de la Comunidad y varios consejeros de su Gobierno. Nadie se lo quiere perder.

El Bando de la Huerta es también un día para el reencuentro. Reúne a familias y amigos, a murcianos 'en el exilio' y a turistas curiosos que acuden curiosos a esta exaltación de la Huerta de Murcia. "Las tradiciones siempre hay que mantenerlas", cuenta a Murcia Plaza Miguel, un murciano afincado en Madrid que se ha tomado el día libre para desplazarse hasta la capital del Segura y celebrar el día grande de las Fiestas de Primavera. 

"Tengo 53 años y me visto de huertano desde que tengo cinco. Inculco a mis hijos lo que hicieron mis padres conmigo", describe Manuel. Su familia siempre practica el mismo ritual el día del Bando: llenan el carro de la compra con "víveres". O sea, bocadillos de longaniza, lomo, chorizo, sobrasada... Incluso hay bocadillos sin gluten, para una de sus hijas. "Aunque ahora, por suerte, hay alguna peña que hace productos para los celíacos, como El Almirez, sita en Santo Ángel y que monta barraca junto al Puente de los Peligros".

A las 12 del mediodía comienza la fiesta en el centro, con las primeras notas musicales. Corre la cerveza en las barras y las marineras se pasan de mano en mano. La gente sonríe, feliz. ¿Qué es el Bando sino un día para disfrutar? Atravesar el casco histórico se antoja un desafío. Trapería, Alfonso X El Sabio, la Plaza de la Universidad... Todas las vías están atestadas de huertanos. El tiempo acompaña tras varios días feúchos en Semana Santa. Luce el sol en todo el horizonte, sin ninguna inoportuna nube, y hace calor. O sea, un día genuinamente murciano. Al menos así lo fue por la mañana.

Foto: CPM IMAGEN

Pequeños y mayores bailan en la Plaza Fontes, una de las novedades de este año. Cerca, una gran tronaera irrumpe en la avenida Teniente Flomesta. Y llega la hora de la comida. Las cocinas de las barracas bullen sin cesar. Salen montaditos, zarangollos, platos de arroz... Las Peñas Huertas honran su día grande con toda su generosidad y derrochan los manjares típicos de la huerta. No cabe ni un alfiler. 

Desfile 

Por la tarde, con el café de olla en el cuerpo y el alcohol arreciando, es el momento del colofón, el broche de oro de la jornada: el desfile del Bando de la Huerta. La comitiva reivindica los orígenes huertanos, el cariño por la tierra llena de vida, el culto a la memoria de los oficios de los antepasados y, sobre todo, la generosidad de los murcianos. Una alegoría, en suma, representada por las 28 carrozas que reparten miles de embutidos, caramelos, hortalizas y frutas. Porque, ¿qué es el Bando sino una enorme exaltación del carácter alegre, tradicional y generoso de los murcianos?

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