grand place / OPINIÓN

La opción más miserable

9/09/2022 - 

El aeropuerto de Heathrow era oscuro y gélido, decadente. Un hombre alto y rubio, traje impecable esperaba de pie en medio del hall. John sigue impertérrito, mirando hacia su izquierda, cuando un joven moreno, con estilo demodé y más alto si cabe, se le acerca y le pide fuego. Misha deja su maletín en el suelo, para sacar un cigarrillo. John hace lo propio y busca en sus bolsillos un mechero. Ambos intercambian unas palabras de saludo. Cogen los maletines y se van. En el verano de 1991, aún se podría fumar en los aeropuertos.

La Tieta recordaba siempre esa escena que presenció cuando viajó a Londres para estudiar inglés. Había estado observando de lejos aquellos dos jóvenes tan atractivos e incluso se acercó para entablar una escueta conversación de la que sólo alcanzó a averiguar que eran dos hombres de negocios, uno norteamericano y otro ruso, en conexión aérea. No llegó a tiempo para alertarles, en su escaso vocabulario “spanglish”, que se habían equivocado de maletín. 

Habían pasado más de 30 años desde que Rusia, la gran potencia mundial, fuera desmantelada y sus secretos tecnológicos vendidos al mejor postor. En su camino hacia la debacle, se llevó por delante a Ucrania en el Año II d.C. -después de la Covid-.

Bulgaria y Chequia acababan de cancelar los visados a Rusia, poco después de que el gobierno de la Unión tomara la decisión de suspender los visados y el espacio Schengen para estos ciudadanos. Los países bálticos comenzaban a confiscar los bienes pertenecientes a cualquier ciudadano ruso, amigo o enemigo del Kremlin, sin distinción. El periodista ruso y disidente soviético Aleksandr Podrabínek criticó esta medida calificándola como "la opción más miserable", ya que no castigaba al gobierno de Putin sino al pueblo en general. 

Habían pasado casi 10 años desde que Lady Asthon pensara por Europa que Rusia era la enemiga. La decisión la tomó después de reunirse con el Presidente Barack Obama. Tres días después, el escenario estaba servido en Ginebra, con Estados Unidos, Rusia y Ucrania en la primavera de 2014. Aún podían sentarse a la mesa. La embajadora de la Unión dijo que se esforzaría en desescalar la crisis de Ucrania y encontrar una solución política.


La baronesa Ashton y el presidente Obama habían llegado a una solución de consenso, pero en la reunión trilateral no se llegó a ningún acuerdo. El secretario de Estado estadounidense, Kerry, dijo: “No hay compromisos con respecto a la deuda, no hay compromisos con respecto a los pagos de gas atrasados -de Ucrania a Rusia-, ni sobre toda la cuestión de la energía”. La energía, de nuevo.

"La primera prioridad ahora es el fin de la violencia y una solución política a la crisis", dijo en Bruselas el presidente de la Unión Joao Barroso y señaló que la Comisión ya había preparado un paquete de apoyo de 610 millones de euros para Ucrania. Se pretendía    paliar las consecuencias del fallido Acuerdo de Asociación de libre comercio, que el presidente destronado Yanukóvich había rechazado meses antes, en noviembre de 2013. 

La decisión de Yanukovich de no firmar el acuerdo de asociación con Europa fue el resultado de las presiones de la UE y Rusia, que le exigía el pago de su deuda. Ambos gobiernos le emplazaban a escoger, sin opciones de compatibilidad, entre el Acuerdo de Asociación (AA) europeo o la Unión Aduanera (UA) rusa. 

-Hola, David, te paso el DOC5-9/22 sobre el acuerdo comercial y aduanero entre el gobierno del TerritorioEuropa y Ucrania. Tardaron ocho años, pero lo lograron, aunque les costara una guerra. Lady Asthon no ayudó a equilibrar la balanza con su intransigencia de aceptar el acuerdo aduanero con Rusia años atrás, por “incompatibilidad con la política comercial común europea”.

-Perdona que no te conteste de inmediato, Laura. Sigo con problemas con la fábrica de microchips. Pero encontré esa información. En marzo de 2014, con Crimea incorporada a Rusia, las palabras eran otras. “Si la UE quiere colaborar en la estabilización de Ucrania a medio plazo debería, con independencia de que ambas sean peticiones rusas: primero, asumir que Ucrania será un Estado Federal o no será. Y, segundo, comprometerse a que nunca ingresará en la OTAN”. Pero no asumió ninguna de estas premisas y se optó por la opción más miserable…

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