CARTAGENA. Como es bien sabido, Mónica Oltra, vicepresidente del Gobierno autonómico valenciano, sustentado por el PSOE, Podemos y Compromiso, está siendo investigada por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) para elucidar si cometió o no los delitos de prevaricación, abandono de menores y omisión del deber de perseguir delitos. El que fue su marido ha sido condenado a cinco años de prisión por haber abusado de una menor tutelada por la Consejería que Oltra presidía y lo que ahora investigará el tribunal es si Oltra trató de desacreditar a la menor y obstruyó su denuncia con vistas a beneficiar a su marido, no perjudicar su propia dedicación política, o ambas cosas, que no son incompatibles. En esa tesitura, la investigada Oltra, portavoz del Gobierno autonómico, ha declarado que no va a dimitir, decisión que ha calificado de ética, estética y política. Arguye que todo se debe a un acoso injustificado de la extrema derecha y que sería odioso comparar su caso con el de Camps, el presidente pepero autonómico investigado por cohecho cuya dimisión ella pidió con insistencia. En opinión del Aparecido, Oltra lleva razón en casi todo.
Desde luego es la suya una postura ética, estética y política. Además, muy rica en enseñanzas, entre ellas el verdadero significado de la palabra "regeneración". Recordarán los paseantes que tanto Podemos como Compromiso proclamaban que habían llegado para regenerar la vida pública española, sumida en la corrupción y el descrédito. Los aficionados a la filosofía de la ciencia también sabrán que hay que interpretar el sentido de las palabras en el contexto del discurso del que las emite. Por ejemplo, no es lo mismo el significado de la palabra "Cristo" para un pagano (ungido, persona distinguida), un judaico (falso profeta), un cristiano católico (el Hijo de Dios), un cristiano unitario (un iluminado por Dios) o un islámico (un gran profeta musulmán). Pues el caso Oltra no es una excepción a ese criterio: para saber qué significa "regeneración" hay que situarlo en el discurso de Podemos y Compromiso.
"si es un adversario, debe quitarse de en medio de inmediato; si es uno de los nuestros, debe resistir el asalto del fascismo a la democracia y mantenerse en el puesto hasta que haya sentencia"
A su vez, la base teórica del discurso de Podemos hay que buscarla en Ernesto Laclau, que pasó del marxismo al populismo al estudiar las políticas del general argentino Perón, que mantuvo relaciones de colaboración con el general español Franco, aunque sus respectivas esposas, Evita y Carmen Polo, nunca simpatizaron. Sabido lo anterior no sorprenderá que los textos de Laclau parezcan muchas veces instrucciones para aprender a engañar a la gente, en particular a nuestros posibles votantes. Esa sensación alcanza una cima cuando el lector afronta un sintagma muy usado por Laclau, "significante vacío", cuya definición, repleta de términos como "isomorfismo" y "cadena de equivalencias heterogéneas", mejor obviar. Bastará con traducir "significante" por "palabra" y "vacío" por "impreciso, ambiguo o polisémico". En resumen, un significante vacío, según Laclau, no es una palabra sin sentido, un puro ruido, sino una palabra o una frase con varios sentidos distintos e incluso contrarios (preferentemente, contrapuestos).
Primer significante vacío: regeneración. En el discurso de Podemos y de Compromiso regenerar lo mismo quiere decir depurar lo corrupto que mantener lo dudoso. En realidad, la elección depende de quién sea el presunto corrupto: si es un adversario, significa depuración; si es un amigo o uno mismo, significa que no hay nada que depurar. Todavía más claro: regeneración significa, en este contexto, que no gobierne el PP y que gobiernen los míos, si puede ser conmigo de portavoz. No era tan difícil.
Segundo significante vacío: extrema derecha. Normalmente significa formación política a la derecha del PP, preferentemente Vox, pero también puede significar fiscal antifeminista (la progresista que acusó a Oltra), magistrados tardofranquistas (los de TSJCV que han abierto la investigación a Oltra), magistrados vengadores (los del Tribunal Supremo que juzgaron a los separatistas catalanes sediciosos), juez prevaricador (el eminente que se empeñó en investigar a Dina, la de la tarjeta de móvil, y a Pablo Iglesias), etc. En suma, extrema derecha puede significar Vox o acoso injustificado a los míos, especialmente de tipo judicial.
Tercer significante vacío: comparación odiosa. No solo la que se establece entre dos hermanos para ver cuál es más listo, o entre las mujeres homéricas para ver cuál era más bella, sino también la que se establece entre Camps y Oltra o, más en general, entre presuntos malversadores y presuntos encubridores de abusos a menores. Para Podemos, los segundos son preferibles, pero en las cárceles suelen despertar más simpatías los primeros.
Cuarto significante vacío: petición de dimitir. Aquí la cadena de equivalencias heterogéneas (Laclau dixit) es particularmente sencilla: por un lado, imprescindible y urgente acción de renunciar a un puesto político si un adversario es investigado por un juez o simplemente mencionado en la prensa como posible justiciable; por otro lado, exigencia desmesurada e injusta de la extrema derecha cuando uno de los míos es investigado por un juez. Resultado práctico: si es un adversario, debe quitarse de en medio de inmediato; si es uno de los nuestros, debe resistir el asalto del fascismo a la democracia y mantenerse en el puesto hasta que haya sentencia y, aun así, recurrirla hasta llegar a los tribunales europeos.
¿Y qué piensa el Aparecido de todo esto? Está bastante de acuerdo con Oltra: no es bueno que Vox actúe como acusación particular (algunos opinan que no es bueno que ningún partido actúe como acusación particular); su caso no es comparable al de Camps (algunos opinan que es peor); no hay que dimitir hasta que no haya sentencia (ni Oltra, ni Pilar Barreiro, ni Camps, etc.). En realidad, todo eso ya lo defendió el Aparecido en un Pasico anterior como método de despolitizar la justicia y de desjudicializar la política. Especialmente, le parece importante no dimitir al ser investigado, un buen modo de hacer efectiva la presunción de inocencia. Se trata de un principio arrumbado por largos períodos de acoso a miembros del PP, tan intensos y prolongados que dicho principio parecía irrecuperable. Un servicio que puede prestar Oltra a la democracia es no ceder ahora y aferrarse a su puesto para defender su presunción de inocencia. Con certeza eso le supondrá un coste político a su partido, Compromiso, y a sus aliados, PSOE y Podemos, pero sería un modo de compensar el daño que hicieron a la presunción de inocencia cuando pedían la dimisión de cualquier adversario a las primeras noticias adversas. Sería magnífico que Oltra contribuyese a recuperar, a su costa política, la presunción de inocencia que antaño dinamitó. El Aparecido la insta a que lo intente. Contará con su apoyo. Ya sabe, señora Oltra, sea fuerte.
JR Medina Precioso