MURCIA. La exposición 'La riada de santa Teresa 1879: una tragedia en la Huerta de Murcia' ha llegado a la Biblioteca General María Moliner del Campus de Espinardo, donde se podrá ser visitar hasta el 27 de febrero de lunes a viernes de 8.30 a 21 horas.
La muestra reúne fotografías antiguas, prensa original de la época y reproducciones gráficas, tanto de grabados, como de prensa. De igual forma, la cartografía está presente a través de planos realizados con motivo de la Riada. Partituras musicales, oraciones, objetos de la Huerta y citas literarias son algunos de los elementos que se muestran.
El año pasado se celebró el 140 aniversario de la riada de Santa Teresa (1879-2019), acontecimiento histórico que asoló el Valle del Guadalentín y toda la Vega del Segura. Las cotas más altas de la inundación fueron registradas en Murcia y en Orihuela.
El 15 de octubre de 1879 el río superó su cauce provocando importantes daños, tanto materiales como humanos. Todo comenzó el 14 de octubre a mediodía, el frente de la riada llegaba a la ciudad de Lorca, inundando a primera hora de la tarde el barrio de San Cristóbal, Santa Quiteria y la huerta de Sutullena. Al caer la noche, la crecida hizo acto de presencia en las inmediaciones del término de Murcia, la fuerte avalancha de agua anegó el paso de los Carros y el río Cota, reventando quijeros del río Isla en Sangonera la Seca.
El agua llegó de pleno desdibujando las poblaciones de Era Alta, Aljucer, Nonduermas, Alcantarilla y Voz Negra. El avance de la avenida siguió su camino rebosando acequias, arruinando molinos, destruyendo quijeros y parajes hasta la ciudad de Murcia. Alrededor de las dos de la madrugada el agua inundaba la ciudad, los serenos avisaban a viva voz, las campanas de la Catedral tocaban a rebato y las caracolas de los huertanos no cesaban de sonar.
A consecuencia de la catastrófica inundación, el trayecto de Murcia a Orihuela quedó completamente intransitable, las líneas de ferrocarril de Madrid y Andalucía interceptadas. Las personas que fueron salvadas se refugiaron en el Palacio Episcopal. La huerta de un lado y de otro, vista desde la torre de la Catedral, era un mar, no se veía más que agua. Las miles de tahúllas repletas de frutos y hortalizas, se convertían en fango. La ciudad se quedó sin suministro de gas y carbón.
La importancia del acontecimiento hizo que el 20 de octubre de 1879 llegara Alfonso XII a la estación de Alcantarilla para visitar los principales puntos afectados. Isabel II, exiliada en París, organizó una rifa de objetos artísticos en ayuda a Murcia. En el Hipódromo de París se preparó un gran festival a beneficio de los damnificados, a dicho acontecimiento fueron llamadas cuadrillas de tocaores, cantaores y bailaores, se recreó un poblado huertano con el objeto de dar mayor brillantez a la fiesta. Los ecos de la catástrofe llegaron hasta Nueva York en donde se realizaron conciertos de música en favor de Murcia.
Una de las partes más importante de aquel suceso son las fuentes documentales, eje conductor de esta exposición. La asociación de la Prensa Francesa editó en apoyo a las víctimas de la inundación, el periódico Paris-Murcie dirigido Víctor Hugo, con ilustraciones de Gustave Doré, donde se coleccionaban rúbricas de dirigentes y artículos de intelectuales. Otras publicaciones que recogen noticias y grabados del suceso fueron Le Monde Illustré, L'Illustration, The Graphic, Murcia-Paris, El Globo, La Ilustración Española y Americana, La Correspondencia de España. Los periódicos editados en Murcia hicieron un amplio despliegue de información a través de El Diario de Murcia, El Liberal, El Noticiero y La Paz, dando a conocer lo acontecido a la prensa internacional.
Las cifras fueron devastadoras, el Ayuntamiento de Murcia acordó vestir de luto por espacio de un año, suspendiéndose los actos oficiales, carnaval y juegos florales. Lentamente la Vega del Segura fue volviendo a la normalidad, a pesar de tener las tierras convertidas en arenales, levantando viviendas, renovando ilusiones.