TRIBUNA LIBRE / OPINIÓN

‘Normalidad’ en el transporte público

26/05/2020 - 

La nueva convivencia después de esta crisis sanitaria va a estar marcada por dos normas clave: más separados y con más higiene. Nadie ha quedado al margen de esta crisis. Incluso aquellos pocos sectores que se han visto favorecidos se enfrentan al reto de realizar sus operaciones minimizando los riesgos para la salud de trabajadores y usuarios. Esta será una nueva exigencia a partir de ahora, y se mantendrá previsiblemente hasta que la población consiga una inmunidad efectiva contra el coronavirus. Esto obligará a hacer esfuerzos de adaptación diferentes según el tipo de interacción interpersonal que se da en cada sector. Sólo así podrán recuperar cierta normalidad, sabiendo que será diferente a la que teníamos antes de la SARS-CoV-2.

Uno de los sectores sensibles es el transporte público, un sistema de desplazamiento que hemos sufrido por sus innumerables carencias, denunciadas en múltiples ocasiones por parte del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Murcia. La falta de frecuencias y el hacinamiento en los autobuses hacen que este medio de transporte tenga que llevar a cabo una restructuración profunda, ¿cómo la está afrontando nuestro ayuntamiento?

¡Qué lástima que no recuperásemos en su momento las competencias del transporte de pedanías!, porque podríamos abordar las posibles medidas desde una única administración. Sin embargo, vemos que la forma de actuar la Comunidad Autónoma, con un presupuesto de poco más de 8 millones de euros para todo el transporte regional, de la que dependen las líneas de pedanías, sigue perjudicando a los vecinos de las zonas más alejadas de la capital, como siempre ha venido ocurriendo en este servicio público.

La necesidad de guardar unas distancias mínimas entre los pasajeros enfrenta al transporte a un escenario para el que no se está pensado desde la administración ni municipal ni regional. La hora punta, tal y como la conocemos en la actualidad, no puede volver a existir a corto plazo. La necesidad de minimizar los riesgos en lugares con alto potencial de contagio hace imposible la recomendación sanitaria de limitar la capacidad de autobuses a un máximo del 50%.

Con ese condicionante, miles de personas de nuestro municipio deberán buscarse medios alternativos. El coche se presenta como la mejor opción, aunque no lo es por sus efectos contaminantes y por los atascos, todavía mayores que los que se producían en el municipio todos los días antes de la pandemia.

No hay espacio suficiente en las ciudades para que el vehículo privado se haga cargo de todos los desplazamientos. La bicicleta, el sistema de préstamo que solo está en la ciudad, y el patinete, sin regulación ya que el grupo de trabajo para la Ordenanza de Movilidad sigue en stand by, podrían ser la alternativa para trayectos de menos de diez kilómetros. Sin embargo, tampoco son la solución por las carencias existentes en nuestro municipio.

Para que el transporte público pueda aumentar su capacidad (y de paso recuperar la confianza de los usuarios) tiene que estar obligado del uso de mascarillas y la recomendación del uso de guantes o hidrogeles y garantizando las distancias. Sin embargo, lo que nos hemos encontrado estos días es que el pasaje de un autobús se apropia hasta del espacio del conductor. Recuerdo a los habitantes de Ronda Sur, con las quejas por masificación del Rayo 80, a los vecinos y vecinas de Joven Futura con el Rayo 14, a las vecinas de Sangonera la Verde, que llegaron a parar el autobús cuando se le recortaron servicios o la línea 31 que sufre hacinamiento todos los días. Esas estampas, grabadas a fuego en el imaginario de los que utilizamos en mayor o menor medida el transporte público a diario, tardarán en volver a repetirse al menos hasta que haya una vacuna o un fármaco solvente que nos permita convivir con la covid-19.

En lo que se refiere a las diferentes opciones, los autobuses son los que más margen de actuación tienen ante esta nueva situación. Ya que es un sistema más flexible, tienen posibilidad de incorporar material rodante más rápido y mover vehículos de líneas con menos demanda a otras que conecten con zonas de trabajo y por tanto más transitadas, claro, siempre que haya voluntad política desde las distintas administraciones, y estamos viendo que no la hay, aunque también depende de la capacidad de reacción de las concesionarias y de los contratos que se firmaron en su momento. Además, como ya se hace en muchos sitios, cuando se alcance el máximo de ese aforo reducido por las circunstancias, las paradas se podrían limitar a aquellas donde se baje gente.

Los medios de transporte público, indispensables en la movilidad urbana, se han convertido en un rompecabezas en la ya complicada vuelta a la nueva normalidad. A lo largo y ancho del mundo, se hacen propuestas que van desde la reducción del número de pasajeros al refuerzo de frecuencias o incentivar la bicicleta a través de carriles 'pop up'. Sin embargo, en Murcia seguimos como siempre, como antes de la pandemia, sin respuestas ni demasiado interés por buscarlas.

Juan Vicente Larrosa, concejal del Grupo Municipal Socialista. Ayuntamiento Murcia


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