La guerra de los drones no tardó en llegar. Inusitadamente, no fue desde el Este europeo, sino desde el Este del TerritorioAmérica. Una nave civil no tripulada, propulsada por un globo aerostático, invadió el espacio aéreo de Carolina del Norte y Carolina del Sur en el invierno del Año III d.C. -después de la Covid-. Fue derribado con un misil por dos cazas F-22 al cruzar la costa Este estadounidense de forma espectacular.
Identificado como un globo-espía chino, las acusaciones no tardaron en llegar hacia el todopoderoso Gobierno de Xi Jinping. Tampoco las inesperadas disculpas. Horas después, LaGranFábrica negaba las sospechosas intenciones de un aparato civil del servicio metereológico, que se había desviado de su ruta por las inclemencias del tiempo. La visita oficial del secretario de Estado Anthony Blinken a Pekín fue suspendida sine die en plena Guerra Fría entre ambas potencias desde que el Partido Comunista nombró como líder a Xi Jinping.
Otro globo chino siguió sobrevolando Latinoamérica, como si fuera de paseo, obviando la valiosa información de los satélites espía que China utilizaba con gran éxito. La atención mundial se desviaba de su foco mientras el gobierno de La Unión y todos sus mandatarios se desplazaban hasta un capital en guerra por primera vez en sus casi 75 años de historia. Fue el principio del fin.