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SILLÓN OREJERO

'Retrato underground': un elogio de la cultura popular y la vida cotidiana

MURCIA. Lucy Sante -Luc antes de hacer su transición de género- hizo en Mata a tus ídolos un retrato apasionante de la ciudad de Nueva York. La cuestión de peso era sencilla. Antes de los 80, era una ciudad llena de edificios en ruinas con alquileres muy bajos. La subsistencia estaba al alcance de la mano sin no demasiado dispendio en lo básico y eso la llenó de personajes extravagantes fuera del modelo americano de éxito y de familia, también artistas o, sobre todo, aspirantes, y entre ellos mucho criminal, delincuente y marginalidad, esto es, prostitución y drogas.

El encanto de paisajes de ese tipo muchas veces se ha puesto en cuestión por culpa de la terrible nostalgia, el caso es que poco importa porque ya no existe y, en lo cultural, nada es como antes. Lo que importa es ver cómo realmente fue. El hecho innegable es que la transformación de la ciudad por la vía del aumento de la demanda del metro cuadrado arrasó con todo este microcosmos y lo llenó de franquicias y gente haciendo running. Al mirar atrás, solo hay hechos y un orden de los acontecimientos. Por muchos nostálgicos golpes que nos demos con la cabeza contra un muro de hormigón, ni el pasado cambiará ni el presente será el pasado ni mucho menos el futuro será lo anterior.

La única nostalgia que tiene sentido sería la de la autora, que fue quien estuvo ahí. Del mismo modo, sus opiniones sobre lo cotidiano, la cultura popular o aquellos entornos, como dice en la contraportada "la huella que deja la contemporaneidad en nuestra experiencia cotidiana y en las manifestaciones culturales menos ostentosas", son realmente interesantes. Por mucho que surjan estudiosos de nuestra época en el futuro, nadie estará mejor posicionado para comentar un fenómeno cultural que quien estuvo en el aquí y ahora.

Ese es el título, de hecho, de uno de los ensayos que se incluyen ahora en Retrato underground, el cuarto libro suyo que publica en España Libros del KO. El ahora es un simple artículo de 2011 que disecciona un fenómeno que no nos es en absoluto ajeno en ninguna época: las ansias revolucionarias y, en paralelo, las de molar. Es algo viejo como el mundo, con sus vertientes progresista, nihilista, conservadora y reaccionaria. Haber, hay de todo. Aquí se centra en la más curiosa del siglo pasado, la revolución juvenil de los 60. A menudo tachada de patochada por los admiradores de Lenin y compañía, el calado social de aquellos cambios lleva camino de ser más duradero que la obra del anterior, aunque eso no quiere decir que ese humilde y pequeño legado no esté amenazado por poderosas fuerzas de toda clase.

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