MURCIA. Marcos Ortuño fue el único representante del Ejecutivo regional presente en la toma de posesión del delegado del Gobierno. Aquella mañana de principios de septiembre, con Murcia todavía en plena feria, el portavoz de la Comunidad fue testigo del cálido ambiente que envolvió a Francisco Lucas en el acto. Había asistencia mayoritariamente socialista. El salón de actos del edificio de Alfonso X El Sabio, que pronto llevará el nombre de Francisco Jiménez, lucía a rebosar, entre autoridades y miembros de la sociedad civil, pero sobre todo con numerosos afines y dirigentes del PSOE, con la agrupación de Marjales a la cabeza, que no se quisieron perder el gran momento de Lucas, que asumía las riendas de la Delegación, el mayor reto de su carrera y la última baza de su partido en su intento por llegar bien posicionado a las elecciones de 2027. "Nunca presencié una toma de posesión de un delegado tan multitudinaria", confesaba un atónito Félix Bolaños.
En el escenario, situado junto al ministro y al secretario de Política Territorial, el socialista Arcadi España, Ortuño, en su condición de representante del Gobierno regional -tal y como marca el protocolo-, escuchó de viva voz la declaración de intenciones del flamante delegado. Entre otras promesas, Lucas vino a decir que quería dejar a un lado la confrontación. "La diversidad no es sinónimo de enfrentamiento. Es el paso previo al acuerdo", afirmaba, expresando su compromiso por la cooperación y la colaboración. No fue el día de los reproches. El consejero, en sus declaraciones a la prensa, tampoco disparó contra el delegado. El foco de aquella mañana se dirigió hacia el ministro, a quien sí deslizó reclamaciones pendientes, y especialmente hacia la polémica del centro de menores de Santa Cruz.
Un nuevo delegado, una nueva etapa. ¿Se iniciaba un periodo de colaboración? Lucas asumía la doble misión de combinar su traje de delegado con el de líder del PSOE, el partido mayoritario de la oposición. Lo cierto es que la tregua duró poco. Apenas dos semanas después, Ortuño afeaba los errores de la Aemet por declarar una alerta naranja "y luego no caer ni una gota". También le pedía una reunión con "espíritu constructivo y el ánimo de colaborar". Pero la respuesta de Lucas fue furibunda: tachaba de "peligrosamente irresponsable" al consejero por cuestionar los avisos meteorológicos, le calificaba como "el vocero de López Miras" y le acusaba de alimentar “bulos y el populismo".
Un día después volvieron a saltar chispas entre ambas administraciones. Sucedió en la visita del ministro de Turismo a Murcia, en un acto, el foro Avanza de la Empresa Familiar, que reunió al presidente de la Comunidad y al propio delegado del Gobierno. Aquel día la Delegación culpó a la Comunidad de impedir que se reuniesen con la patronal en el auditorio, a lo que contestó el Gobierno regional negando la acusación, que tildó de falsa.
La gran prueba llegó con la Dana 'Alice’. Tanto el presidente como el delegado no se despegaron del temporal, lanzando mensajes de prudencia a la ciudadanía, atentos a las incidencias, y acompañaron toda la noche, sin dormir, a los servicios de emergencia. Acudieron a los municipios y arroparon a los alcaldes de las zonas afectadas. Aunque, eso sí, ni Lucas ni López Miras llegaron a coincidir sobre el terreno. Días después, llegaron las críticas: desde el PSOE lamentaron no haber convocado el Cecopi y desde el Gobierno cuestionaron que se rebajara la alerta a nivel naranja cuando todavía no había pasado lo peor.
Las chipas no habían aumentado su intensidad… hasta el jueves, cuando ese día sí, ambos se lanzaron acusaciones gruesas. Lucas culpaba al presidente de ser el "único responsable" de la situación "crítica" del Mar Menor tras constatar el Instituto de Oceanografía que la zona sur de la laguna había entrado en una situación de anoxia tras el paso de la Dana 'Alice', una apreciación que el Imida rebajó al considerar un caso de hipoxia. "López Miras tiene el 100% de las competencias, que recaen sobre la Administración regional", recriminaba el delegado, que acusaba también al máximo mandatario regional de llevar cinco años "incumpliendo la ley de Mar Menor, que lo obliga a redactar un plan de ordenación territorial, un instrumento básico para recuperar la laguna".
Muy poco después, Ortuño replicaba que "era una monumental mentira" que Lucas dijera "sin despeinarse" que la Administración regional tiene el 100% de las competencias en la laguna, donde están implicados los ayuntamientos, la Confederación Hidrográfica del Segura, la Administración del Estado y la Demarcación de Costas. Y añadía: “Ya teníamos visos de la inexperiencia, la ineptitud y la falta de conocimientos" del delegado. Para el consejero, esa declaración se debía a "la constatación de que Pedro Sánchez ha puesto al líder socialista regional para confrontar y polarizar con la Región de Murcia".
La dificultad de la cohabitación política vuelve a ponerse en evidencia en la Región de Murcia. Dos Gobiernos, dos signos políticos opuestos, obligados a hacer malabarismos para no romper puentes institucionales a la vez que están atrapados en las reglas de la política actual, tan dada a polarizar y confrontar contra el adversario. Para más inri, López Miras y Lucas aún no se han reunido de manera oficial, pese a la buena predisposición de ambos. La convivencia entre ambos, ¿una misión imposible?