La ciencia ha sido históricamente un territorio en el que los hombres han tenido una mayor presencia que las mujeres, pero en las últimas décadas este campo ha reflejado importantes signos de mejora. Las mujeres han accedido progresivamente a la carrera científica y cada vez son más las investigadoras: en España ya representan el 42 por ciento. En la Región de Murcia, la situación es algo mejor que en el resto del país, ya que representan el 44 por ciento, por encima de la media nacional y europea, según fuentes del Gobierno regional. Sin embargo, ellas siguen siendo quienes tienen más dificultades para progresar en sus carreras y alcanzar posiciones de liderazgo, además de los desafíos que supone la conciliación y la falta de apoyo financiero para los proyectos de investigación.
Este martes 11 de febrero se celebra el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha que se añade al calendario desde 2012 con el objetivo de reivindicar el acceso y la igualdad de las mujeres y las niñas en este sector. Y lo cierto es que algunas científicas de la Región aplauden el avance que se ha experimentado en los últimos años, pero también inciden en la falta de referentes femeninos en este campo y la baja visibilidad como expertas. "En muchos colegios e institutos no enseñan los logros de la mujeres en la ciencia, aún faltan nombres de científicas en los libros de texto, aunque es cierto que se encuentra más información que antes. El problema no es sólo académico, porque los proyectos que hacen las mujeres en ciencia no se dan a conocer tampoco en medios de comunicación", lamenta Aurora Rodríguez, bióloga con especialización en reproducción de mamíferos. "Para que las niñas se interesen por las carreras tecnológicas y científicas -continúa-, es indispensable que tengan referentes femeninos y que conozcan los logros que han tenido las mujeres a lo largo de la historia".
Esta disparidad se atribuye en parte a estereotipos de género y a la dificultad de conciliar la vida personal y profesional, por lo que no solo es indispensable educar en igualdad con referentes, sino también "equilibrar responsabilidades laborales y familiares". Es la visión de Marina Dólera, una biotecnóloga murciana doctorando en Inglaterra y que junto al resto de compañeras, reclama más equidad: "Es necesario tener en cuenta las condiciones sociales y económicas que impiden a muchas mujeres dedicar todo el tiempo que quisieran a su carrera científica. La dificultad para conciliar la vida laboral y personal, sumada a la presión de formar una familia mientras se continúa trabajando en la ciencia, limita su capacidad de avanzar en su profesión".
La precariedad laboral y la falta de oportunidades son otros de los hándicaps a los que se enfrentan las investigadoras, por lo que muchas de ellas optan por abandonar la carrera o irse al extranjero. "La carrera de investigadora es muy díficil, se cobra el salario minimo durante muchos años y dependes de becas y proyectos, por lo que no tienes un contrato estable. A la ciencia le falta más estabilidad", explica Aurora, quien asegura que la Región es un buen lugar para investigar, pero "faltan más proyectos y más inversión presupuestaria".
Ante la falta de oportunidades, en muchos casos se produce la conocida 'fuga de cérebros' a otros países en los que se valora mejor la investigación. "En otros paises de Europa está mejor valorado y es más fácil ser investigador. Hay más becas, además de que los contratos te ofrecen un mejor nivel de vida, algo que en España, no suele ocurrir", explica Marina. En su caso optó por mudarse a otro país porque vio la precariedad que azotaba el terreno de la ciencia en España y la Región. "Es evidente que se debería invertir mucho más, aquí las investigadoras tienen carreras más cortas y peor pagadas" apostilla.
Otro de las sombras que presenta la investigación para las mujeres es la baja visibilidad en artículos y publicaciones: "El problema radica en cómo está estructurado el sistema científico. El éxito se valora principalmente a través de las publicaciones, ignorando otras tareas esenciales, como la divulgación o el trabajo de campo. Estas actividades, aunque fundamentales, suelen pasar desapercibidas", aclara Marina.