MURCIA. Una ciudad que vive hacia el mar como Águilas está plagada de leyendas y misterios relacionados con seres fantásticos, monstruos marinos y peligros más allá de lo que vemos en el horizonte inmediato. Es natural descubrir historias que nos advierten de lo que nos puede esperar si somos tan osados de no respetar las leyes marinas de la naturaleza o si nos adentramos en lugares desconocidos.

Una de estas historias me la transmitió Blas, un señor al que le salieron los dientes con un anzuelo en la mano. En su familia, generación tras generación, el mar ha sido el sustento y el alimento, pero, además, era también el lugar donde muchos de sus familiares y amigos encontraron la muerte. Me relata que cuando él no tenía más de once años acompañaba a su padre, a su abuelo, a sus tíos y primos a descubrir el noble oficio de la pesca. Eran largas jornadas en donde la noche y el día no llegaban a distinguirse; dentro del barco experimentó el miedo sobre todo en las noches de tormenta en las que parecía que iban a naufragar…pero misteriosamente nunca sucedía nada.

En algunas ocasiones, casi siempre cuando amenazaba tormenta Blas recordaba como una mujer (o al menos alguien que parecía una mujer) subía con ellos al barco. Vestía una capa larga de color pardo con una capucha que le ocultaba la cara, dejando sólo parte del pelo visto por delante, por lo que nuestro testigo interpretaba que debía tener el cabello muy largo.

El entonces pequeño pescador preguntaba quién era esa mujer y todo el mundo lo miraba como extrañado, como si no superan de lo que estaba hablando, como si sólo fuera Blas quien pudiera ver a aquella persona. Una tarde estaba dispuesto a descubrir la verdad y va directamente a hablar con ella. Justo antes de que le dirigiera una sola palabra su padre lo aparta a un lado y le prohíbe que hable con ella; pasara lo que pasara viera lo que viese nunca, bajo ningún concepto podía ni siquiera mirar fijamente a aquel misterioso ser.

Blas, extrañado, al menos confirmó que no era una alucinación y que todo el mundo podía ver a aquella señora.

Una noche se desencadenó una terrible tormenta a varias millas de la costa. No podían regresar sin poner su vida en peligro y el barco no hacía otra cosa que dar bandazos y zozobrar. Todos se refugian en la bodega con la esperanza de que acabase pronto ese episodio. Blas se percata que esa mujer no está en la bodega y pregunta si no van a subir a ayudarla. De nuevo las miradas de extrañeza.

Al poco tiempo el barco deja de moverse y deciden de nuevo subir a cubierta para seguir faenando. Ya no llovía, el mar estaba en calma y la luna llena iluminaba la noche. Blas miraba por todos lados para ver a la mujer y lo único que percibió fue el cerco totalmente seco en donde supuestamente estaba esa señora. Confundido vuelve a preguntar y es así cuando se le dice que esa 'mujer' es un hada del mar, una antigua bruja que se dedica a protegerlos, a ellos y el barco. Cuando ven aparecer a esta señora saben que en algún momento de la noche van a vivir algún peligro. Para que ella pueda realizar su trabajo nadie debe hablar con ella, ni siquiera mirarla, pues de esa manera se rompería la concentración y la protección del lugar donde se encontrase. Cuando hacía su trabajo desaparecía del sitio en busca de otras personas que necesitasen su ayuda.

Y tú, ¿has vivido algo extraño en el mar?

• Puerto de Águilas -
• Foto: Turismo de Águilas