MURCIA. "Para mí lo peor ha sido estar incomunicada, no poder hablar con mi amigos", señala Paula, una estudiante de la UCAM, quien vivió la excepcional e histórica jornada del apagón en su casa de Murcia, donde terminó jugando a la luz de las velas con su familia a un juego de cartas llamado 'Virus'. Fue entonces cuando en su barrio, El Ranero, se 'contagió' la alegría por la vuelta de la luz. Cuenta que lo supieron al oír los gritos y los aplausos procedentes de la calle. Ella y su hermana -dice- también se sumaron a la celebración. "Es en esos momentos en los que me siento orgullosa de ser española, y murciana; yo creo que celebramos y vivimos las cosas como nadie". Después, reconoce, fueron directas a cargar sus móviles y a recuperar el contacto perdido con sus amigos.
"Lo de no poder meterme en TikTok en los descansos que hago estudiando ha sido lo peor para mí. Tengo exámenes ahora y me paso estudiando muchas horas, pero desconecto un poco viendo vídeos. Ayer pensaba que la cabeza me explotaba", recuerda Carmen, otra estudiante, esta vez de la UMU. Señala que logró expansionarse un poco dando un par de paseos, por la mañana y por la tarde, aunque dice que "había que ir con mucho cuidado para cruzar las carreteras". Además, añade que veía a mucha gente comprando agua, lo que le generó un poco de inquietud, por si también había cortes en el suministro. Carmen apunta que le costó mucho conciliar el sueño, cosa que asegura le ha pasado a otros muchos (como ya ha podido comprobar en TikTok).

- Juego de cartas a la luz de las velas -
Carlos, que se encontraba en su piso de estudiantes en Murcia, añade que unos estuvieron "de chill, hablando y jugando a juegos de mesa", mientras que otros intentaban preparar un examen que tenían al día siguiente, sin saber si se iba a poder llevar a cabo y sin luz por la noche (al parecer, les han comunicado que no iba a correr la convocatoria). También cuentan que algunos amigos se fueron a El Corte Inglés, donde había wifi. Otros se buscaron la vida acercándose, por ejemplo, a los centros de Carrefour, que también abrieron sus puertas, para cargar sus móviles en los enchufes que encontraron.
"Estoy haciendo las prácticas en una tienda de ordenadores y como no se podía hacer nada, me mandaron a casa", relata por su parte Gonzalo, quien hace un grado de Informática en un instituto de Cartagena. Recuerda que, al principio se preocupó al ver que el apagón era en toda España y no había forma de contactar con su madre, pero luego cogió un radiocasete (de los de antes), unos cascos (de los de antes también) y una linterna con dinamo, y se fue a casa de sus abuelos, donde se reunió toda la familia. "Cuando volví a mi casa, estuve escuchando la radio, durmiendo o leyendo. Lo peor fue cuando se hizo de noche y no tenía luz suficiente para casi nada".
Y es que en estos tiempos en los que la sociedad está hipér conectada, este 28 de abril fue un día especialmente raro para muchos jóvenes, porque fue el primero sin pantallas que seguramente recuerden algunos en sus vidas. No obstante, como reconocen los chicos con los que hemos hablado, "tampoco fue tan malo", ya que la tecnología también supone muchas veces una forma de aislamiento. "Pasé más tiempo con mi familia que cualquier día normal", recuerda Paula.