Murcia Plaza

Y así, sin más

Razones para ser feliz, me encanta esta parte y el secreto del glamour Hannibalíssimo

MURCIA. “Hay mil razones para ser feliz”, dije dándole un último trago a una copa. Tú llegaste tarde y le pediste lo mismo al camarero. “Hace tiempo que quería venir, me han hablado de este garito”, afirmaste levantando la voz. Con tu boca en mi oído. Y empezó una canción. Me encanta esta parte dije yo. El yo vivo cerca de aquí rodó con la conversación, te vienes un ratito, te atreviste a preguntar; y yo busqué a estas y me despedí sin decir adiós.

Luz indirecta entraba en el salón y te dio por compartir lo que quedaba de tu corazón, deshecho, en una bolsita y con vistas a un patio interior. Pusiste otra copita mientras me descalzaba en el sofá. Me tropecé en el escalón y vaya cardenal cuando me quitaste el pantalón y nuestros dedos tocaron años de evolución. “Me encanta esta parte”, dije mientras me besabas el cuello.

Hubo conclusiones al amanecer y todas fueron que aquello no podía ser. Tú buscabas formas en las nubes y yo solo miraba el recuerdo del gotelé recién quitado de la pared. Nos desnudamos otra vez porque sí. Y casi dijiste “te quiero” mientras te tirabas en la cama de nuevo, pero te pedí un ibuprofeno y sonreíste echando el humo de un Chester por la nariz. “Me encanta esta parte”, volviste a decir levantándote de la cama. Y mi mente volvió a pensar. Hay mil razones para ser feliz, se preguntó.

Al salir de allí, me vi reflejado en un escaparate mientras esperaba mi taxi. “Nueva York. Quinta Avenida. Un taxi se detiene frente a la joyería Tiffany’s. La puerta se abre y baja una joven. Comienza a caminar con un balanceo suave, como deslizándose sobre el asfalto. Vestido negro hasta los pies, ajustado a la cintura y con una espalda geométrica que deja al aire parte de los hombros. Algo sutil, sin estridencias. […] Así era Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes. Atrevida, con un lado de ingenuidad, elegante, romántica, femenina y enormemente sofisticada. La tormenta perfecta. Esa escena de apenas dos minutos da sentido y pone luz al secreto del glamour”, afirmaba Hannibal Laguna en la presentación de su exposición por los treinta y cinco años de la firma en el Palacio Provincial de Alicante. Cuatro salas en las que treinta y cinco vestidos conviven entre ellos con tules, terciopelos líquidos, gasas y sedas, metales –homenajeando al gran Paco Rabanne– y pieles sintéticas que hablan de sostenibilidad e historia presente, dialogando sobre la historia de una firma que nació en el edificio de enfrente, gracias al Padre Felicísimo, que animó al modista en la aguja en los momentos de la escuela.

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