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Emprender en la 'kid economy'

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VALÈNCIA. La Kid Economy hace referencia al ecosistema emprendedor surgido con el foco puesto en los más pequeños, tanto en su papel de actores pasivos como activos, cada vez más habituales.

Hasta no hace mucho, ‘Las ratitas’ era uno de los canales de YouTube más seguidos en nuestro país, hoy con cerca de 26.000 suscriptores registrados. Gisele y Claudia, son las generadoras de este contenido las cuales se presentaban como “dos hermanas que siempre juegan y lo pasan bien”. Tenían entonces 13 y 12 años pero llevaban unidas a la plataforma desde 2015. Aunque llevan ya tiempo sin publicar nada en Youtube siguen activas en internet. La fama les permitió promocionar juguetes y otros artículos además de publicar más de una docena de libros dirigidos al público infantil.

Willy y Pepe también son dos hermanos, estos de 14 y 13 años. Están detrás de la marca de moda El perro grosero, una pequeña firma especializada en el diseño y venta de sudaderas, gorras, camisetas y camisas. Las existencias ahora se les han agotado, según puede leerse en su página web, pero han abierto la opción de suscribirse a aquellos que tenga interés en ser los primeros en comprar para la próxima colección. “Yo creo que el momento de emprender es cuando tú sepas y tengas claro lo que quieres crear”, declaraba un sensato Willy en un podcast del textil. En el mismo cuentan que les llegó la inspiración a través de TikTok, donde no paraban de ver a mucha gente joven “que creaba marcas”.

Tras varios años trasteando con ordenadores hasta aprender a programar por su cuenta, arrancó Marc Revert su carrera emprendedora a la edad de 12 años. Lo primero que creó fue Organizoo, una agenda virtual para visualizar y organizar las tareas escolares. La idea no interesó demasiado, pero más adelante quiso Revert integrar la IA en la solución. El resultado fue otro asistente al que rebautizó con el nombre de Orga AI y convertido ahora en un plataforma de IA conversacional y multimodal para corporaciones. La empresa la cofundó con Gerard Hernández asumiendo Revert inicialmente el papel de CEO y que hoy comparte con Julio M.Roldán. La ambición de esta startup mallorquina no es menor: competir contra ChatGPT y liderar la investigación en inteligencia artificial en Europa.

Convencido de que el emprendimiento “no tiene barreras, incluyendo la edad”, Marc Revert es también, desde los 15 años, embajador de la marca MBA Kids, una escuela de negocios para niños y niñas españoles que se ha ido extendiendo por todo el territorio nacional con el sistema de franquicia. También en Genyus School, promueven la formación emprendedora en niños de a partir de 5 años. “Educar hoy a nuestros más jóvenes en emprendimiento y habilidades sociales, es el mayor motor de desarrollo socioeconómico de una región mañana”, sostienen en esta escuela.

A Ismael Maceira, por su parte, el estímulo de emprender le llegó por una vivencia personal. Después de años padeciendo Covid persistente, este joven bilbaíno de 16 años sintió la necesidad de crear “una solución terapéutica digital accesible, rigurosa y transformadora”. En su proceso de búsqueda, Ismael contactó con el doctor Carlos Escobar, referente nacional en terapias digitales, y entre ambos decidieron construir una sociedad que uniera ciencia, tecnología y experiencia real del paciente. Fundan así SAMIRA DTx una empresa tecnológica de salud especializada en la producción, desarrollo, validación y comercialización de Terapias Digitales (DTx) para facilitar la vida de personas con enfermedades crónicas.

Podríamos seguir sumando nombres a la lista de emprendedores precoces como los de Marco Bermúdez (13 años), fundador de ThreeDmensional, o el de Sergio Conejo, que empezó a emprender a los 12 años y hoy, una década después, dirige Worksible. Valga el de Conejo como ejemplo de que, en muchos de estos casos, el sueño infantil termina forjando emprendedores reales.

Como actores pasivos

Ya al otro lado del mostrador, son también muchos los emprendedores que encuentran en niños y adolescentes a su público objetivo, aunque en ocasiones sean sus progenitores los destinatarios del mensaje.

“Damos herramientas a las familias para que puedan desarrollar el potencial de sus hijos”, es lo que prometen en Invisible education. Lo hacen a través de programas formativos online de entrenamiento para ayudar a los niños a desarrollar autoestima, gestión emocional, frustración, técnicas de estudio o sensibilidad al bullying. Para justificar la necesidad de la herramienta se apoyan en datos como que 4 de cada 10 niños y niñas y adolescentes se declaran tristes, preocupados o infelices. La propuesta de esta startup es que las familias se anticipen para “no dejar que sus hijos sean parte de la estadística y desarrollar habilidades para evitar dificultades futuras y/o para desarrollar el potencial de sus hijos”.

No obstante, existen también análisis que relacionan este tipo de sentimientos con el consumo excesivo de contenidos digitales y la conexión con las redes. Un estudio reciente señala que el primer móvil llega a los 10 años y que el 92,5% de los adolescentes participa al menos en una red social. También a este problema tratan de poner fin startups como la catalana Balance phone donde han creado un móvil minimalista que bloquea contenidos adictivos. El objetivo es propiciar una vida digital equilibrada e impedir que la tecnología robe a los jóvenes más tiempo y energía que la necesaria.

El problema es que la industria del marketing infantil también es muy activa y mueve mucho dinero teniendo en cuenta que los menores, además de influir en las decisiones de compra de los padres, se convierten antes en consumidores autónomos, aunque sigan siendo una audiencia vulnerable. Los legisladores tratan de protegerles de posibles abusos, pero en esta especie de círculo vicioso de problema/solución, allá donde no llega la ley toman también la iniciativa algunos emprendedores, como los creadores de Bouncer Digital, una startup española que ha desarrollado una app global basada en la IA con el objetivo de proteger a los menores frente al acceso a contenidos para adultos. 

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