Dijimos que no pasarían, pero pasaron. Y vaya si pasaron. Pero no hablo de los inmigrantes, sino del discurso de la extrema derecha española, que se encuentra hoy más que respaldado con presencia en los medios, los debates, las instituciones y hasta los propios gobiernos. Ese polvorín tenía que explotar antes o después, y reventó en la comunidad magrebí de Torre Pacheco.
Parece ser que, pese a que los datos lo desmientan, el grito de "que viene el lobo" de Vox ha ido ganando peso en la sociedad y, tras años de machaque vinculando con malicia la criminalidad con la población extranjera, tan solo ha hecho falta un detonante para que las redes ardieran, por no hablar de lo que ha ocurrido en las calles de la localidad, y especialmente en sus kebabs.
Nadie sería capaz de imaginar una escena como la del asalto al Capitolio de Estados Unidos sin la figura de Trump, y dentro de nuestra marca España ese rencor hacia el inmigrante lo ha alentado la extrema derecha de forma intencionada y estratégica. Alguien tiene que tener la culpa y no hay nada más sencillo que echársela al diferente.
No nos engañemos tampoco. La clase política es el reflejo de la sociedad que representa y Vox existe precisamente porque había un caldo de cultivo de personas que buscaban respuestas simples a problemas complejos.
Ese rencor hacia el inmigrante lo ha alentado la extrema derecha de forma intencionada y estratégica"
Sin embargo, lo que empezó como un partido gritón y más bien irrelevante ha ido escalando hasta asentarse como tercera fuerza política y su discurso sabe cómo llegar bien lejos, para desgracia de personas LGTBI, mujeres víctimas de violencia de género e inmigrantes.
No quisiera cerrar este artículo sin condenar el ataque al vecino de 68 años de Torre Pacheco que ha iniciado toda la violencia posterior. Al igual que es peligroso generalizar, no conviene relativizar ni menospreciar actos lamentables como el sucedido el pasado 9 de julio o la agresión homófoba en Murcia durante el Bando de la Huerta. Lo que pretendo defender es que los inmigrantes no tienen que ser intachables en su totalidad para poder ser parte de nuestra sociedad.
O mejor dicho, lo cierto es que ya son parte de nuestra sociedad. El único conflicto que queda por resolver es si vamos a seguir viviendo cacerías cada vez que ocurra una tragedia o si podemos empezar a aceptar que ahora la población española es más rica y plural, con todas las ventajas que eso conlleva si todos hacemos por integrarnos. Por desgracia, si tuviera que apostar, creo que le diría a los habitantes de Torre Pacheco que se queden en casa por las noches unos cuantos días más.
