Opinión

Opinión

Navegando el cambio

No hace falta ser Einstein (pero sí tener a alguien que vea tu potencial)

"Cuanto más alto se está en una organización, más solo se lidera"

Publicado: 18/04/2025 ·06:00
Actualizado: 18/04/2025 · 06:00
Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

"Einstein suspendió matemáticas de niño". Es una frase que hemos oído tantas veces que ya no importa si es del todo cierta. Lo que importa es lo que representa: personas excepcionales que no encajan en el molde. Que no siguen el camino habitual. Que desafían el sistema… y que, por eso, muchas veces se pierden.

Pensemos en el entorno profesional. ¿Cuántos líderes brillantes se quedan a medio gas porque nadie les enseñó a canalizar sus capacidades? ¿Cuántos directivos han llegado donde están por inercia, sin tener un espacio real de desarrollo personal?

Te cuento una historia.

Carlos era director de operaciones en una empresa del sector industrial. Llevaba más de diez años en el cargo. Un perfil técnico, muy resolutivo, con buenos resultados… pero con una rotación de personal altísima en su departamento. Cada año cambiaban de jefe de equipo, los conflictos eran constantes, y aunque él creía estar haciendo las cosas bien, algo no funcionaba.

En una sesión de desarrollo ejecutivo le preguntaron: 

Carlos, ¿qué hace que la gente quiera seguirte?

Silencio. No tenía respuesta.

Porque hasta entonces, su liderazgo se había construido sobre el conocimiento técnico, la eficiencia y la autoridad jerárquica. Pero nunca se había parado a pensar en el impacto emocional que generaba en su equipo. En cómo se comunicaba. En si sus decisiones inspiraban o simplemente se imponían. 

A Carlos no le faltaban capacidades. Le faltaba perspectiva.

 

Confundimos experiencia con desarrollo. Confundimos hacer con liderar"

 

Cuando hablamos de liderazgo directivo, esto pasa más de lo que imaginamos. Confundimos experiencia con desarrollo. Confundimos hacer con liderar. Y sobre todo, damos por hecho que quien ocupa una posición de responsabilidad ya no necesita crecer.

Error.

En realidad, cuanto más alto se está en una organización, más solo se lidera. Y más difícil es recibir feedback honesto o tener espacios donde cuestionarte, reformularte, mejorar. Por eso, hablar de liderazgo efectivo no es hablar de teoría. Es hablar de práctica. De autoconocimiento. De tomar conciencia de tu estilo de liderazgo y su impacto. De descubrir fortalezas no explotadas y, sobre todo, de trabajar las áreas ciegas.

Como ese niño con altas capacidades que en el colegio no se comporta como se espera. No porque no entienda la lección, sino porque va por otro camino. Y nadie se ha parado a entender el suyo.

El liderazgo también se aprende. Y se aprende mejor cuando alguien te acompaña"

 

En el mundo corporativo hay muchos 'niños Einstein'. Directivos y profesionales con un potencial enorme, pero que han aprendido a adaptarse al sistema sin cuestionarlo. A callar sus intuiciones. A trabajar el triple para compensar la falta de reconocimiento o dirección. Porque, sí, el liderazgo también se aprende. Y se aprende mejor cuando alguien te acompaña. No con recetas genéricas ni con modelos de PowerPoint, sino con un trabajo personalizado, honesto, exigente. Un proceso donde puedas mirarte sin máscaras y desarrollar habilidades que vayan más allá de lo técnico.

Habilidades como la gestión emocional, la escucha activa, la visión estratégica, la capacidad de inspirar a otros… Todo eso que marca la diferencia entre un jefe competente y un líder transformador.

Volvamos a Carlos. Después de varios meses de trabajo, no solo redujo la rotación de personal en su área. También consiguió algo más importante: que la gente quisiera trabajar con él, no para él. Recuperó la ilusión por su rol, se convirtió en mentor de otros y empezó a liderar con más consciencia. No cambió su personalidad. Pero sí cambió su mirada.

Porque cuando tienes alguien que te ayuda a ver lo que tú no ves, todo se acelera. Y eso, en el contexto empresarial actual, no es un lujo. Es una necesidad.

Estamos en un entorno en el que el talento ya no se retiene solo con salario. Donde las nuevas generaciones no aceptan liderazgos autoritarios. Donde la cultura organizativa pesa más que cualquier plan estratégico. Y eso requiere líderes preparados para el cambio. Que no solo gestionen, sino que acompañen. Que no solo decidan, sino que inspiren. Que no solo dirijan, sino que se transformen a sí mismos.

Por eso, el desarrollo directivo no es un extra. Es el motor del cambio organizacional. Y como todo motor, necesita mantenimiento, revisión, mejora constante. Así que, si alguna vez te has sentido como ese niño que “no encajaba”, tal vez no era porque no dabas la talla. Tal vez es que nadie te enseñó a usar todo lo que ya tenías.

Hoy tienes la oportunidad de cambiar eso. De liderar con más impacto. De descubrir tu estilo. De dejar huella.

Recibe toda la actualidad
Murcia Plaza

Recibe toda la actualidad de Murcia Plaza en tu correo