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TRIBUNA LIBRE

Lo que no te están contando sobre los aranceles de Trump

Afrontar el déficit comercial con medidas más propias del s XIX no parece que vaya a mejor la economía de los Estados Unidos de América a largo plazo, en especial las condiciones laborales de las clases medias y bajas

Publicado: 25/03/2025 ·06:00
Actualizado: 25/03/2025 · 06:00
  • Donald Trump.
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Desde la elección del Sr. Trump como presidente de los Estados Unidos de América (EEUU) se han venido precipitando las noticas entorno a sus primeras decisiones. Sin duda una de las más reiteradas es la imposición de aranceles a las importaciones a EEUU. Dicho de otra forma, su empeño en grabar con un tributo a aquellas mercancías destinadas al mercado de EEUU. Los argumentos que el Sr. Trump esgrime -al igual que sus entusiastas defensores- se centran en la conveniencia de reducir el déficit comercial. Se argumenta que por esta vía se reindustrializará EEUU. de nuevo, ya que muchos productos volverán a ser producidos en EEUU en lugar de recurrir a las importaciones. 

En paralelo, no es ni casual ni inocente, se ha lanzado una campaña en contra de la Sostenibilidad para situarla como una idea propia de radicales del ecologismo o cuanto menos de personas que abrazan un buenismo un tanto pueril. En cualquiera de los casos, se afirma que la Sostenibilidad supone obligar a las empresas a gastar sumas ingentes en ecologismo y en otras ideas un tanto disparatadas -si acogemos esta interpretación-, lo que lastra los resultados de las empresas, lo que es per se algo negativo para la economía. Por lo tanto, es necesario sacrificar todo lo construido hasta la fecha en sede de Sostenibilidad en el altar de la eficiencia económica.

El colofón de tales círculos virtuosos solo puede ser uno: la mejora del empleo y, por ende, el incremento de las condiciones de vida de las clases medias y bajas en EEUU. Solo este camino puede conducir al lema del Sr. Trump: Make America Great Again.

Este argumentario, a mi modesto entender, manifiesta algunas falencias que hasta la fecha no he leído ni escuchado. No pretendo en este artículo entrar en el análisis de todas las cuestiones que el planteamiento anterior conlleva, pero si aportar algunas ideas sobre una de sus cuestiones centrales: el control sobre las cadenas de valor. 

Hoy en día, permítaseme señalar una obviedad, las empresas de todo el mundo producen cada vez más de una manera integrada. Baste señalar el funcionamiento una empresa bien conocida en nuestra Comunidad Valenciana: la fabricación de coches de Ford no se efectúa íntegramente en la planta de Almussafes, sino que los componentes para el montaje de los vehículos son suministrados por múltiples empresas de diversa nacionalidad que a su vez se abastecen de otras empresas en el escalón inferior de la cadena. Otro ejemplo conocido por su notoriedad es el relativo a la cadena alimentaria que tanto preocupa a nuestros agricultores y ganaderos.

En definitiva, han surgido las cadenas de valor con su propia problemática y, además, han venido para quedarse. Pues bien, hoy en día se contraponen dos modelos de control sobre las mismas:

a) La Sostenibilidad es la opción hasta ahora acogida en el seno de la Unión Europea. Su idea central reside en permitir a las empresas que operan en el mercado europeo que produzcan en cualquier país, pero requiriéndoles para que lo hagan en condiciones cuanto menos equivalentes a las imperantes en el seno de la Unión Europea. Producir fuera no puede ser la vía para eludir los elevados estándares que nos hemos dotado. Se pretende evitar con esta normativa que nuestros productores se vean perjudicados por una competencia desleal que pueda producirse en terceros países. Al mismo tiempo también se consigue que las empresas no se aprovechen de las circunstancias de debilidad de algunos mercados foráneos, por lo que las empresas europeas debieran efectuar un auténtico aporte de valor a sus economías.

b) El Sr. Trump ha preferido abrazar una fórmula más propia del siglo XIX o incluso del siglo XVIII cuando la economía mundial era bien diferente a la actual. Se graba con un tributo las importaciones y en paralelo se desregula la actuación de las empresas en EEUU, en especial cuando actúan allende sus fronteras. Las empresas EEUU pueden actuar ahora en el extranjero con total libertad sin estar sometidas a ninguna limitación, lo único que se les impone es el pago de un tributo cuando su producción sea importada a su país. De este modo, las empresas EEUU puede explotar abiertamente la debilidad de los mercados de cualquier estado, lo que sin duda redundará en una disminución del nivel de vida de sus habitantes.

Una noticia que ha pasado ciertamente desapercibida, pero que en mi opinión es muy ejemplificativa ha sido la suspensión en la aplicación de la Foreign Corrupt Practices Act aprobada en 1977. La citada Ley trataba de prevenir y castigar, aunque no solo, las actuaciones corruptas en el extranjero de las empresas EEUU. Ahora ya no están compelidas a implementar prácticas anticorrupción, que como es sabido es precisamente una de las ideas centrales de la Sostenibilidad.

Se contraponen por tanto dos modelos antagónicos en el control de las cadenas de suministro: el europeo, que persigue que todos nos sometamos a unos niveles regulatorios elevados como son los propios de la Unión Europea; y el preconizado por el trumpismo, que ampara una desregulación que conducirá sin duda a un descenso de las exigencias regulatorias. No debemos olvidar que la Sostenibilidad, más allá de los requerimientos en materia de medio ambiente -que es la parte que más ocupa en los noticiarios-, aspira igualmente a comprometer a las empresas en la defensa de los Derechos humanos en cualquier país, a implementar medidas sociales para los trabajadores, a mejorar la protección del consumidor y, en fin, a promover una más adecuada gobernanza de las empresas. La derogación de la Sostenibilidad tiene, por consiguiente, múltiples derivadas más allá de la defensa del medio ambiente, aunque no veo que se insista en esta realidad.

Tras lo expuesto me aventuro a efectuar una predicción: el modelo trumpista conducirá a la bajada del nivel de bienestar de las clases medias y trabajadores que se verán arrastradas por el descenso de las condiciones laborales dentro de la cadena de valor de sus empresas. Si se impone un arancel del 25%, parece una obviedad afirmar que la cadena de valor continuara produciendo fuera de EEUU si consigue algo que es factible: lograr que el coste de la producción fuera de EEUU baje un 25%. Ahora bien, lo anterior, conviene explicitarlo, no significa que el modelo europeo sea el que se vaya a imponer finalmente. Una sociedad esclavista puede ser más eficiente económicamente que otra en la que prime el estado del bienestar. Cuando me levanto cada día me anima pensar que las democracias occidentales han demostrado repetidamente que son las más eficientes económicamente hablando -luego cruzo los dedos, no sea cosa que me equivoque en esta segunda predicción-. Ahora bien, lo que si tengo claro es que, aunque América vuelva a ser grande con el Sr. Trump a la cabeza, no conllevara una mejora de las condiciones laborales de las clases medias y bajas en EEUU. Al tiempo.

Juan Bataller Grau es catedrático de Derecho Mercantil de la Universitat de València

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