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Análisis

La Inteligencia Emocional como herramienta para la solución de conflictos en la empresa familiar

"Apostar por el desarrollo emocional es una inversión en su continuidad, cohesión y prosperidad"

Publicado: 12/09/2025 ·06:00
Actualizado: 12/09/2025 · 06:00
  • Inteligencia emocional.
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MURCIA. En una empresa familiar, lo emocional no es un valor añadido: está en el centro de la estrategia. Los lazos afectivos que le dan sentido y fuerza al proyecto también pueden volverse fuente de tensión o incomodidad. Hay palabras que nunca se dijeron, gestos que se interpretaron mal y generaron pequeños roces, pero que con el tiempo se convirtieron en barreras casi insalvables. Porque las empresas familiares no solo son lugares que producen o venden: también son escenarios de estas historias, de estas expectativas cruzadas, de estos afectos no resueltos. Por eso, el conflicto rara vez parece un conflicto. A veces es un desacuerdo sobre una estrategia o una resistencia a un nuevo cambio.  Pero si uno escucha con atención, lo que hay detrás suele ser mucho más humano, a menudo se trata de una emoción no expresada, una necesidad de reconocimiento, un temor al cambio o una dificultad para expresar desacuerdo sin dañar al otro.

Según datos del Instituto de la Empresa Familiar (IEF, 2025), el 92,4% de las empresas familiares generan el 70,6% del empleo privado en España. Una cifra que habla de su peso real, de su protagonismo silencioso en la economía. Pero lo cierto es que, detrás de esa solidez aparente, también hay una cierta fragilidad cuando los vínculos emocionales no se cuidan. Como bien apunta el profesor Gallo, estas empresas no solo manejan balances: también administran afectos, herencias simbólicas y promesas no dichas. Y eso no es poca cosa. Lo complejo es que conviven tres mundos —la familia, la propiedad y la empresa— que a menudo chocan en ritmos, en prioridades y en formas de entender el compromiso.

 

La Inteligencia Emocional no es solo una virtud personal: es casi una necesidad colectiva"

 

En ese contexto, la Inteligencia Emocional (IE) no es solo una virtud personal: es casi una necesidad colectiva. Ayuda a afinar la escucha, a leer el ambiente cuando algo se ha tensado, a poner palabras donde suele haber nudos y silencios. Daniel Goleman —padre de la IE— la definió como la capacidad de reconocer y manejar tanto nuestras propias emociones como las de los demás. En las empresas familiares, esa definición cobra un matiz más íntimo e intenso. Porque aquí no se trata solo de liderar equipos, sino de cuidar vínculos que son también afectivos, de construir una convivencia donde las diferencias no se vuelvan trincheras. Por ello, es necesario convertir la IE en una herramienta práctica, capaz de transformar el día a día de una organización donde lo profesional y lo personal se entrelazan inevitablemente.

 

Los conflictos emocionales suelen tener su raíz en experiencias familiares pasadas, normas tácitas y expectativas no expresadas. A menudo, estos conflictos no se abordan de manera abierta, lo que favorece su cronificación, deteriorando el clima organizacional y familiar. El impacto es doble: afecta tanto al bienestar de los miembros de la familia como al rendimiento económico del negocio. Estudios recientes muestran que la calidad de las relaciones emocionales en la empresa familiar es un predictor más fiable de la continuidad que incluso los indicadores financieros. La falta de habilidades emocionales puede amplificar malentendidos, provocar bloqueos en la sucesión generacional y aumentar el riesgo de ruptura del proyecto empresarial común.

 

Diversas investigaciones académicas respaldan que la IE actúa como un amortiguador de tensiones afectivas en organizaciones familiares. En particular, habilidades como la empatía, la autorregulación emocional y la escucha activa se correlacionan con un mejor clima laboral, mayor cohesión entre generaciones y un estilo de liderazgo más participativo.  Por ello, se debería actuar para facilitar su desarrollo, a través de:

 

  • -Formación en IE para miembros de la familia: programas específicos centrados en autoconocimiento, empatía y habilidades sociales para mejorar la comunicación y reducir conflictos latentes.
  • -Incorporación de protocolos familiares con enfoque emocional: incluir cláusulas que contemplen el bienestar emocional, la mediación y la escucha activa en los protocolos de gobernanza.
  • -Coaching o acompañamiento emocional para liderazgos familiares: dotar a los directivos de herramientas para gestionar tensiones y facilitar procesos de sucesión.

 

La Inteligencia Emocional no es un remedio mágico que todo lo cura, pero representa un recurso esencial para afrontar los conflictos emocionales que emergen en la compleja intersección entre familia y empresa. Implementarla como competencia transversal no solo mejora la salud relacional de la organización, sino que fortalece su sostenibilidad a largo plazo. Apostar por el desarrollo emocional en la empresa familiar es, en definitiva, una inversión en su continuidad, cohesión y prosperidad.

 

 

Dr. Pedro Juan Martín Castejón

 

Miembro del Consejo Directivo de Marketing y Comercialización (CGE)

 

Profesor de Marketing en la Universidad de Murcia y ENAE Business School

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