Curiosamente, coincide en el tiempo el encuentro del presidente Xi Jinping con los máximos líderes empresariales del sector privado chino, con la irrupción de DeepSeek en la carrera por la hegemonía global en materia de Inteligencia Artificial. Frente a los titanes tecnológicos americanos, una compañia pequeña los desafía. DeepSeek es uno de los máximos exponentes del éxito del sector privado chino. Y la reunión a puerta cerrada del presidente Xi Jinping con los representantes de dicho sector el 17 de febrero de 2025 solo se explica en ese contexto del resurgir del sector privado en China.
El Partido Comunista de China es perfectamente consciente de que solo se podrá superar los decepcionantes resultados arrojados por la economía china en los últimos años recurriendo al sector privado. Conviene destacar una presencia sorprendente: la de Jack Ma, el fundador de Alibaba. Cuando Jack Ma tuvo la ocurrencia, con ocasión de una visita a los Estados Unidos hace un par de años, de criticar, con toda la razón, al trepidante sistema financiero chino, fue objeto de una severa reprimenda a su regreso a Shanghái. Había olvidado inexplicablemente como un principiante la regla de oro para triunfar en China: no se critica ni al Gobierno chino, ni a sus instituciones, ni a sus políticas y mucho menos al Partido Comunista de China.
De lo contrario, a pesar de todo el éxito empresarial que uno pueda tener, uno se arriesga al ostracismo o lo que es peor a perderlo todo. De hecho Jack Ma desapareció entonces un cierto tiempo para volver a reaparecer alabando las bondades del Gobierno Chino y su sistema. La máquina reeducadora, una vez más, había funcionado a la perfección. Por otro lado, lo que es más importante, tras ese toque de atención, Alibaba fue objeto, junto con otras compañías de tecnología, de la intervención no siempre atinada de la administración china. Es claro que la presencia de Jack Ma junto con otros líderes del sector tecnológico junto al presidente Xi es indicadora de cambios relevantes.

- Foto: EDUARDO PARRA/EP
En efecto, estamos asistiendo a nuevo posicionamiento por parte del Gobierno Chino para que el sector privado vuelva a ser protagonista en la economía china. Hace 12 años, cuando el presidente Xi acababa de llegar al poder, fuimos testigos de un auge relevante y se consideró que la empresa privada debía jugar un papel esencial en la economía china. Recuerdo que en aquella época yo vivía en Pekín y profesionalmente había numerosas empresas privadas de gran interés inversor en el mercado ibérico como HNA (que llegó a comprar una participación de control de la cadena hotelera NH), Fosún (que adquirió la división de jamón de jabugo de Osborne), Bright Foods (compró Miquel Alimentació) o Wanda Group (que da nombre a un estadio de un gran equipo de football en Madrid). Sin embargo a medida que el presidente Xi consolidó su poder, el apoyo al sector privado se fue reduciendo y se volvió a apostar descaradamente por las grandes compañías públicas (la llamadas SOEs, en inglés State Owned Entreprises).
Si bien estas SOEs han contribuido a que China se convierta en la segunda economía del mundo han tenido determinados efectos negativos como un incremento muy considerable de la deuda pública, notables ineficiencias productivas y empresariales en general y una caída evidente de la innovación. A lo anterior, hay que añadir un intervencionismo regulatorio inadmisible, unas políticas que han adolecido de falta de claridad y concreción y la imposición de una carga burocrática sin precedentes en los últimos años.
No es ninguna novedad y, aunque ahora se esté poniendo en duda con el regreso del Estado, como sucede en España, a numerosas empresas estratégicas (aunque por otras razones quizás, dicen algunos, de interés general), no deberíamos olvidar que la gestión privada suele contribuir, a la larga, a unos mejores resultados empresariales y a una mejor llevanza, con los incentivos adecuados, que la gestión pública.
Así, a pesar del gran apoyo que las SOEs han tenido por parte del Gobierno chino en los últimos años, los números son contundentes: las compañías privadas contribuyen al 60% del PIB chino, suponen prácticamente el 50% del comercio exterior y contribuyen al 80% del empleo urbano. Estas empresas constituyen la columna vertebral de la agilidad y potencia de la economía china y son clave para conseguir la ansiada recuperación del consumo. En efecto, por mucho que el Gobierno Chino se afane en tomar medidas de estímulo fiscal, éstas no son suficientes para hacer frente a la debilidad estructural que afecta a la economía china.
Si se vuelve a incentivar al sector privado, lo que se va a conseguir es un desarrollo económico robusto y sostenible a través de la creación de una competencia beneficiosa para todos, un incremento de la eficiencia de la economía y fomentar la innovación a través de la investigación y el desarrollo.

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El impacto evidente de este cambio de posicionamiento será visible en una mayor confianza de los inversores en el sistema. Determinados sectores que han sido objeto de ese intervencionismo estatal castrante se han visto seriamente perjudicados: me refiero a todas las actividades relacionadas con la educación o los sectores tecnológicos o inmobiliarios. Así, el sector privado va a ser clave en los avances tecnológicos que son determinantes para asegurar la preeminencia de la economía china. Empresas como Tencent, Alibaba o BYD son claros ejemplos de esta pujanza del sector privado.
Pero el Gobierno Chino tiene que ir mucho más allá de las buenas palabras. Si pretende el crecimiento económico al que aspira debe priorizar el desarrollo empresarial privado. Las medidas tienen que ser concretas y orientadas en crear mercados abiertos y competitivos, en el fortalecimiento de la protección de la propiedad intelectual, en reducir las barreras a la financiación.
Así el talento empresarial privado permitirá una expansión económica a largo plazo. Todo esto se ha concretado en la muy reciente nueva Ley del Sector Privado aprobada en el ámbito de la celebración de la cita política más relevante del año, la de la Asamblea Nacional Popular. Este nuevo cuerpo legislativo tiene una importancia capital en este regreso del capital privado y se analizará en esta columna en su momento.
Además, la aprobación de esta Ley del Sector Privado manda un aviso claro para navegantes. Los mercados internacionales van a apreciar la seriedad de China en su compromiso con el establecimiento de un marco predecible y razonable para hacer negocios. Por lo tanto, esto puede suponer un regreso no solo de la inversión extranjera en China sino también de que se vuelvan a dar alianzas comerciales entre empresas chinas y foráneas.
Al final, esta vuelta del sector privado puede tener efectos estructurales en el sentido de asegurar la consistencia regulatoria, de promover la innovación e incentivar la competencia entre empresas y su crecimiento. Al final, si Pekín adopta esta nueva senda estará también aprobando unas medidas que van a asegurar la viabilidad y la prosperidad de la economía china en los años venideros.
Francisco Martínez Boluda