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11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia: las nuevas referentes

"Hoy es un un día que nos reivindica como iguales y reconoce nuestra contribución al conocimiento"

Publicado: 11/02/2025 ·06:01
Actualizado: 11/02/2025 · 19:52
  • 11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

Participación de las científicas como fuentes expertas en los medios: motivaciones y obstáculos” es un estudio reciente publicado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) con el objetivo de analizar la intervención de las científicas como fuentes solventes en los medios de comunicación. En él apreciamos que se consulta más a los investigadores varones (un 56,09%), encontrando mayores diferencias en la aceptación a participar como fuente, aceptando las mujeres en un 37,66% frente al 62,34 % de los hombres. Indagando en los motivos de la menor participación femenina, la falta de tiempo por cuestiones de conciliación para nosotras supone el 22,95 % frente al 10 % de ellos. La importancia de este estudio, por si de lejos puede parecer ser dudosa, es porque a mayor exposición mediática, mayores tasas de futuras intervenciones y, por tanto, de visibilidad.

En ciencia, la divulgación de trabajos y resultados forma parte de las tareas que realizamos. Pero más allá del ámbito estrictamente científico, la digitalización de las comunicaciones y sus redes nos lleva a que la divulgación social de la ciencia tenga cada vez más peso. Me refiero, por supuesto, a la divulgación realizada por las personas que se dedican a la investigación sin intermediarias, sean del tipo que sean. En este escenario, las investigadoras debemos estar presentes para evitar que el sesgo de género de la comunicación y divulgación científica no se aplique por la inercia de lo establecido.

 

Mujeres pioneras que abrieron puertas, y pagaron altos precios junto a bastantes renuncias, en un momento de la historia en el que esto era un peaje inevitable"

 

Recientemente hemos conocido que la elección de la profesión por parte de los y las jóvenes se focaliza hacia áreas incentivadoras, con un radio de acción amplio y versátil, y con unas condiciones laborales que permitan alcanzar un equilibrio entre la vida personal y la profesional. Podríamos pensar que se trata de una obviedad que todo el mundo siempre ha querido, pero no. No, porque el contexto de desarrollo de las nuevas generaciones ha cambiado con la revolución digital de las comunicaciones y un mayor conocimiento de los factores que inciden en el rendimiento profesional y la salud. No es lo mismo querer algo que necesitarlo para desarrollarse.

La investigación es una senda altamente competitiva por sus propios criterios de evaluación, y por la falta de puestos de trabajo suficientes y estables. En el caso de las científicas, que suma además el sesgo de género, encontramos referentes femeninos con una vida personal y/o social reducida al mínimo para aquello que no estuviese ligado al trabajo investigador. Así sabemos de mujeres pioneras que abrieron puertas, y pagaron altos precios junto a bastantes renuncias, en un momento de la historia en el que esto era un peaje inevitable. Hubo un tiempo en el que estos perfiles sufridos motivados por la excelencia de una carrera profesional exigente eran referentes que incentivaban a las valientes, que se adentraban a sabiendas de las renuncias y exigencias permanentes para alcanzar el reconocimiento profesional en igualdad con los hombres, y mantenerlo. Ese era el camino, que no tenía bifurcaciones para valorar la salud física o mental, el proceso biológico de la gestación para quienes gestamos, la felicidad, la conciliación y, mucho menos, se hablaba de la diferencia por razón de género.

Pues bien, referentes así son percibidos por la mayoría de los y las jóvenes como un modelo que, si atendemos a los resultados de los sondeos, muy probablemente no seguirían. Además, en recientes encuestas de la FECYT se observa que, aunque la carrera científica está bien percibida por la sociedad y resulta atractiva, la consideran no lo suficientemente remunerada, con escaso reconocimiento social y baja estabilidad laboral, las tres causas con porcentajes superiores al 60%.

 

Las niñas en cualquier lugar del mundo que observan la labor de una araña o una hormiga son semillas que pueden dar científicas si se nutren y reciben luz"  

 

En este plan, generar vocaciones científicas precisa de una convivencia entre las referentes de otros contextos sociales y las actuales. Nuevas referentes que incluso no sueñen con ganar el Premio Nobel, pero que son valoradas positivamente por desarrollarse profesionalmente con éxito en el contexto social de hoy. Referentes que saben también que el “quiero ser investigadora para viajar”, mora en el plano de la irrealidad, puesto que los supuestos viajes son con el trabajo a cuestas y justificados con unos resultados científicos. Todas debemos ser conscientes de que las estructuras de poder pueden oscilar desde mujeres y niñas obligadas a crecer en el analfabetismo, o siendo herramientas de otros seres humanos, a otras de sociedades igualitarias que encuentran nuevos y subliminales modos de esclavizar a las mujeres mediante dictaduras de la imagen. Las mujeres que trabajamos en la generación de conocimiento sabemos el verdadero valor de lo que significa “conocer”, y este concepto es aplicable a todos los ámbitos. Por eso es importante tener unos referentes anclados en el espacio y tiempo presentes, capaces de evolucionar con los cambios socioeconómicos.

Las mujeres que hoy miran con curiosidad a través de un microscopio, las expertas en programación, las que leen la información genética, las creadoras de arte, las que se patean lugares realizando muestreos, las que se desesperan ante pilas de informes de proyectos, las que trabajan por salvar vidas desde la salud, las que reflexionan sobre los seres humanos y el universo, todas ellas y tantas otras, construimos nuevos referentes porque también habitamos en la sociedad.

Las niñas en cualquier lugar del mundo que observan la labor de una araña o una hormiga, las que siguen la ruta de los pozos y el agua subterránea, aquellas que se preguntan por el comportamiento de las personas, o las que dibujan con colores, las que buscan la respuesta de su cuerpo a un viaje hacia la tierra prometida y la experiencia social de comenzar sola en un nuevo país, las que ocultan al mundo y tratan como objetos mientras ellas hacen de su mente una fortaleza, las que intentan salvar a sus bebés de morir de inanición, o las que indagan en sus juegos felices, todas ellas y tantas otras, son semillas que pueden dar científicas si se nutren y reciben luz.  

Es el décimo aniversario del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, un día que nos reivindica como iguales y reconoce nuestra contribución al conocimiento. Fui una estudiante de la E del acrónimo STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) y en la mochila llevaba una discapacidad compleja. Para casi todo aplico la observación, el método y la evidencia. Es ver una barrera y analizar cómo derribarla. Me encanta apreciar que las nuevas generaciones desean trabajar para vivir porque la ciencia se construye de diversidad, talento y motivación. De las tres, la última es la clave.   

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