Murcia

Sobre el Panteón de Erades en el cementerio de Espinardo y su Ángel Apocalíptico

Tomás Herades lo mandó construir como homenaje a su primera esposa a imitación de la tumba de Abelardo y Eloísa del camposanto francés Père Lachaise

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  • María Sánchez
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MURCIA. Es este uno de los panteones más bellos del Cementerio de Nuestro Padre Jesús en Espinardo. Miembro de una familia acomodada con cuatro hermanos más y fruto del matrimonio Antonio Herades y Francisca Almodóvar, Tomás Herades continuó la tradición familiar relacionada con las finanzas y los préstamos, llegando a acumular una gran fortuna que superaba los dos millones de pesetas en 1887.

Este panteón parece responder a un hecho luctuoso que cambió su vida para siempre, la muerte de su primera mujer, María Sánchez Rosque, que falleció en 1882, a los cinco años de estar casados. La tristeza fue tan grande que, habiendo visitado el cementerio francés Père Lachaise, se inspiró en la tumba de Abelardo y Eloísa para rendir homenaje y culto a su difunta esposa.

Por este motivo y de la misma forma que sucede con los amantes franceses, de época medieval, protagonistas de un amor imposible en donde él acaba castrado y ella abadesa de un convento con un hijo de por medio, siendo los exponentes del amor prohibido, perseguido y castigado, nuestros protagonistas tampoco pudieron disfrutar del amor al que estaban destinados. Es muy curioso que en el panteón descansen los restos de un hermano de Tomás, José Erades, fallecido en 1899 por coma diabético, su hermana Francisca Erades (muerta en 1904 por catarro senil) y de su mujer María, trasladada desde el antiguo cementerio de Puertas de Orihuela. Pero no hay referencia ni al propio Tomás ni a su segunda mujer Ramona Vera, posiblemente porque ellos no respondían al mensaje de amor castigado y arrebatado antes de tiempo por lo que no disfrutado.

El escultor del panteón fue el valenciano Tomás Rafael Ibáñez quien tuvo que plasmar las emociones reprimidas ante la desgracia de este banquero nacido en Aspe (Alicante).

  • María Sánchez -

Una descripción concisa de toda la estructura sería que estamos ante un templete de estilo gótico que albergaba en su interior un sarcófago del que sobresalían una serie de esculturas: una matrona con gestos de dolor que lloraba por los muertos de la tumba; una figura sobre un cráneo y una palma que glorificaba a los muertos del panteón, mientras que un ángel descendía sobre la tumba portando una de las trompetas del juicio final en la mano derecha, empleando la izquierda para mostrar el camino a seguir hacia el cielo. Junto a ellos  la decoración vegetal en forma de hiedras y flores, donde estaría insertado el apellido Erades.

Más detalladamente podemos hablar de un baldaquino de influjos neogóticos con una bóveda de crucería sustentada por un armonioso jue o de ocho columnas, con pedestales, que tienen su réplica en cuatro pilastras, también con pedestales, las cuales anexaban a su vez tres columnas de menores proporciones. Los capiteles de esta estructura apreciamos serpientes enroscadas y dormideras

La serpiente, desde el episodio del Génesis, se consideró como el animal que introducía la muerte en el hombre mediante el engaño. En la simbología funeraria tuvo un papel relevante, debido por un lado a su carácter telúrico y ctónico, pero también al hecho de que la serpiente no solo se consideraba un símbolo ancestral de la muerte, ya que vive y se arrastra por la tierra, último hogar del muerto, sino también de la vida y la resurrección. Ya que el hecho de experimentar cambios periódicos, la muda de su piel concretamente, la situaba en el universo simbólico de la muerte y la regeneración.

Sus representaciones en forma enroscada o en pares de serpientes entrelazadas aludían a la forma del nudo y la espiral, presentando un paralelismo como un símbolo solar, por lo tanto, aludían a la regeneración y a la vida. Interpretaciones a las que se suma la que consideraba que encarnaba el alma  Lecturas todas ellas que como se puede apreciar inciden en la misma cuestión: la vida tras la muerte.

Interpretar la simbología de este mausoleo es sencilla a la par que complicada. Sencilla porque usa símbolos clásicos relacionados con la muerte, la esperanza y la resurrección; y complicada porque realizando una lectura más profunda podemos identificar a las personas cuyos restos se encuentran enterrados en el mausoleo.

Bajo el baldaquino aparece la composición escultórica, con una estuctura vertical que comienza en una base cuadrangular (donde vemos el nombre del escultor y la fecha), dando una sensación piramidal.

En el frente de la composición observamos la figura de un joven dispuesto en diagonal (representando posiblemente a su hermano fallecido), cuya cabeza aparece recostada sobre una calavera, símbolo de la muerte y extinción de la. Sostenía en una de sus manos una palmera  -símbolo del martirio- que se acompañaba de hojas de hiedra (resurrección) y dormideras (la muerte entendida como un profundo sueño con la esperanza de despertar en la nueva vida como vemos en el Libro de Daniel 12,2).

  • Ángel Apocalíptico -

 

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