Murcia

Murcia conserva vivo su tejido comercial más antiguo: así resisten los negocios centenarios

Algunos locales como la droguería San Julián no pudieron aguantar la presión económica y echaron el cierre el pasado año

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  • Imagen de archivo en blanco y negro Sombrerería Belmar
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MURCIA. En plena era digital, mantener un negocio abierto más de cien años parece casi una rareza. Sin embargo, en Murcia aún existen comercios que han superado guerras, crisis económicas, pandemias y, más recientemente, la competencia feroz del comercio online. Pastelerías, farmacias o talleres familiares que siguen atendiendo al público como lo hacían sus antepasados.

Pastelería Bonache

Desde 1828, la pastelería Bonache ha sido un referente en el corazón de Murcia, ubicada en la emblemática Plaza de las Flores. Casi tres siglos después, Carlos y su hermana Celia continúan el legado familiar con la mezcla justa de tradición y adaptación.

“Algunas cosas han cambiado y algunos productos ya no se elaboran, pero otros, como el panettone y el roscón de Reyes, que son relativamente nuevos, están cada vez más en auge,” explica Carlos. “La Semana Santa y la Navidad siguen siendo épocas clave, la gente sigue viniendo y saliendo por esta zona, y desde la pandemia hemos notado un aumento importante del turismo. Cada vez más visitantes aprovechan para conocer el centro de Murcia, no solo la costa, y eso se nota.”

En cuanto a la digitalización, Bonache ha optado por una presencia modesta: cuentan con página web, pero descartan la necesidad de redes sociales. “Con un negocio de tantos años, creemos que no es imprescindible. Lo que realmente importa es que los clientes queden satisfechos y hablen bien de nosotros. Si eso sucede en redes sociales, bienvenido sea, pero no es el motor principal,” añade Carlos.

  • Imagen de archivo en blanco y negro pastelería Bonache -

Sombrerería Belmar

Con una historia que comienza en 1886, la Sombrerería Belmar es una de las empresas familiares centenarias más reconocidas de Murcia. Durante más de 135 años, ha dedicado su oficio a la venta de sombreros, tocados y complementos para ceremonias, adaptándose a los cambios de la moda sin perder la esencia de un comercio de proximidad. "El trato cercano al cliente es uno de nuestras principales bazas para continuar tantos años al pie del cañón", asegura la dueña del local, Conchi Esteban Ponce.

Además, para adaptarse a las nuevas generaciones y mostrar sus colecciones se han subido al barco de las redes sociales, principalmente Instagram donde llegan a un público más juvenil. "Pero nuestro punto fuente sigue siendo nuestra tienda, a la gente le gusta venir aquí y que le aconsejamos, además de disfrutar de las pinturas y la decoración antigua 

  • Imagen de archivo en blanco y negro Sombrerería Belmar -

Por esta sombrerería han pasado actores internacionales y numerosos rostros conocidos del panorama español, según relata Conchi. "Han sido tantas las personalidades que han entrado por esta puerta que ya hasta se me olvidan los nombres", reconoce entre risas.

Mercería Amorós

Con más de cien años de historia, la Mercería Amorós es mucho más que un negocio familiar; es un auténtico legado tejido con hilos de tradición y pasión por la costura. Fundada a principios del siglo XX en pleno corazón de Murcia, esta mercería se ha convertido en un punto de referencia para varias generaciones de murcianos.

A lo largo de este tiempo, la Mercería Amorós ha sabido mantener viva su esencia, basada en un trato cercano y personalizado. Fuensanta Amorós, actual dueña del establecimiento, destaca que detrás de todos estos años hay “mucho esfuerzo y trabajo, pero también una clientela fiel”.

“Nosotros damos una atención personalizada, llegamos a estar 20 minutos con un cliente aunque luego compre algo de dos euros. Lo que nos importa es que el cliente se lleve lo que necesita, y eso al final hace que hablen bien de nosotros y que vuelvan”, explica Fuensanta. La mercería también ha llamado la atención de varios rostros conocidos, como las actrices Pepa Aniorte y Rossy de Palma, quienes han visitado el establecimiento, sumando un toque especial a su historia.

  • Imagen de archivo en blanco y negro mercería Amorós -

El Turro

Aunque su origen está en Abarán, El Turro forma parte del imaginario murciano desde hace más de siglo y medio. Fundada en 1850, esta empresa familiar es conocida por sus garrapiñadas, turrones y caramelos artesanos, y mantiene un punto de venta en el centro de Murcia, especialmente activo durante fiestas, ferias y Navidad.

El local, que originalmente estuvo en los números 27 y 29 de la calle Platería, ha sido testigo del paso del tiempo y de la evolución del comercio en el centro de Murcia. Belmar se ha dedicado a la venta de sombreros, tocados y complementos para ceremonias.

Farmacia Ruiz Séiquer

Inaugurada en mayo de 1887, la Farmacia Ruiz Seiquer es uno de los comercios más longevos y emblemáticos de Murcia. Durante más de un siglo, ha pasado de generación en generación, adaptándose a las transformaciones de la salud y la farmacia moderna, sin perder el trato cercano y personalizado que la distingue.

Situada en el corazón de la ciudad, esta farmacia ha sido testigo de la evolución de Murcia y ha acompañado a sus vecinos en momentos clave, desde epidemias y guerras hasta avances médicos y cambios sociales. En un mundo dominado por grandes cadenas y modelos estandarizados, farmacias como Ruiz Seiquer demuestran que el valor del comercio local reside en la cercanía y la dedicación.

Cuando la persiana se baja: el adiós de algunos comercios de toda la vida en Murcia

En una ciudad que se transforma a cada paso, algunos comercios centenarios y emblemáticos de Murcia no han podido aguantar la presión de las crisis económicas, las nuevas formas de consumo o simplemente el relevo generacional. Tiendas que parecían eternas, con escaparates llenos de historia y memoria colectiva, han bajado la persiana en los últimos años, dejando tras de sí un vacío difícil de llenar.

La Droguería San Julián, en la plaza que lleva su nombre, echó el cierre en enero de 2024 tras 85 años de historia. Fundada en 1939 por Juan Navarro, se convirtió en un referente para varias generaciones de murcianos, hasta el punto de que muchos identificaban la plaza con la propia tienda. Durante 85 años, en San Julián se podía comprar desde un bote de tomate frito hasta un kilo de cal, pasando por las emblemáticas escobas de palma, aguas medicinales como la de Carabaña, aceite de ricino o el célebre papel higiénico Elefante. Una vitrina con productos antiguos recordaba a los clientes cómo el comercio se había mantenido fiel a su carácter tradicional a lo largo de las décadas.

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