MURCIA. Si nos detenemos un poco en el folclore popular de la Región de Murcia podremos comprobar que está repleto de seres sobrenaturales, animales míticos y alegorías de elementos a los que el ser humano no puede controlar como el medio natural, el tiempo, la luz, la oscuridad o los astros del firmamento. Cada cultura ha generado relatos fantásticos para poder enfrentarse a elementos que se escapan del raciocinio de la mente humana y a sucesos inexplicables a lo largo de los siglos. Como sostiene Jordán Montes en su artículo Seres Sobrenaturales y Míticos en Comunidades Campesinas Tradicionales, dentro de la Revista Murciana de Antropología (Nº2, 1997), hay zonas en las que surgen seres en donde podemos identificar partes de diferentes animales unidas en uno solo. Es el caso del Cerigüelo, al que se le definía como “torso de toro, cola de bóvido, pezuñas y fuerza extraordinaria”. Era el encargado de producir las lluvias y se decía que se le podía ver en campo abierto y cielo despejado bien entrada la noche.
Dentro de las diferentes categorías de este tipo de seres bestiarios encontramos los que se ubican en el Cementerio de Murcia, cuya definición es bastante compleja y que actúan a modo de gárgolas. Este tipo de seres poseen una función arquitectónica (expulsar el agua de las lluvias) y esotérica, estando en iglesias y catedrales medievales para proteger el interior de las mismas de los malos espíritus y asustar a los expoliadores de tumbas de intentar siquiera acceder a lo que no es suyo y perturbar el descanso de las ánimas de los difuntos. Partiendo de la base de que en los edificios religiosos eran enterrados fieles, es común ver a estos seres protectores en contextos funerarios, siempre bajo el sentido antes descrito.
El Camposanto de Nuestro Padre Jesús no es una excepción y a lo largo de nuestra visita podemos apreciar este tipo de construcciones en diferentes panteones, dispersos entre sí tanto en el tiempo como en su ubicación, lo cual nos da a pensar en usos mucho más místicos a la hora de decidir utilizar a un ser u otro. Las familias Cayuela, Gascón, Guirao Almansa, López y Morote, Riera Pascual o Sierra son algunos de los ejemplos que nos demuestra el interés y el cuidado a la hora de elegir la bestia que debe proteger a los allegados.
Comenzando por el panteón de la familia Cayuela (1905) encontramos dos tipos diferentes: cabeza de chacales en las esquinas y una especie de quimera, en donde vemos cuerpo de polilla y cabeza de águila. Animal que simboliza la libertad del alma unida a la caducidad de la vida terrenal, se encarga de recordarnos lo efímera de nuestra existencia en este mundo, y que esa existencia no es otra cosa que la prisión de nuestra alma (A. Kardec). Por su parte la cabeza de chacal nos recuerda al dios Anubis, acompañante de almas en el más allá y encargado de nuestra protección.
El resto de la simbología que podemos apreciar en el panteón nos recuerda que somos prisioneros del tiempo, con el reloj de arena, y que la sanación de nuestra alma la encontraremos al atravesar la puerta del mismo – simbolizado con el doble cuerpo de serpiente enroscada. Del mismo modo la estructura se encuentra rematada con la cruz potenzada en recuerdo del martirio de Cristo.

- Gárgolas del panteón Cayuela -
Siguiendo con nuestro viaje nos detenemos en el panteón de la familia Gascón (1898), en el que vemos representados a dos grifos caracterizados por seres con cabeza de águila, cuerpo de ave y patas de animal; en esta ocasión no apreciamos ninguna tubería que complemente una posible función arquitectónica de la gárgola y hemos de relacionarla con la protección del interior del lugar, recordando al visitante que ese lugar se encuentra protegido por la divinidad, impidiendo la entrada al mismísimo diablo.
En este sentido dar esta posible explicación al uso de las gárgolas en estos recintos es muy simple, y nos quedaríamos sin tocar algunas de las leyendas que la tradición oral enmarca en la ciudad de Murcia. Estos seres se han visto como símbolos de lo impredecible de la vida, pues nunca representan especies animales conocidas. En otros casos, se ha dicho que son las almas condenadas por sus pecados, a las que se impide la entrada en la casa de Dios. Esta podría ser una interpretación apropiada, especialmente, para las gárgolas más visibles y terroríficas, que pueden servir como ejemplo moralista de lo que puede ocurrirle a los pecadores. Recordemos, pues, lo que nos decía el obispo de Amiens en el siglo XIII, en su Roman d’Ablandane, donde cuenta como Flocars hizo dos gárgolas de cobre que situó en la entrada de la ciudad con el objetivo de que descubrieran el tipo de alma del visitante; si ésta era maligna o tenía malas intenciones las gárgolas le escupirían veneno matándolo a su entrada; si por el contrario no venían maldad en el espíritu del viajero de sus bocas saldría oro y plata. Serían una especie de jueces ante el visitante.

- Grifo en el panteón Familia Gascón -
Otros elementos que nos llaman la atención del propio panteón es su propio estilo gótico y la cruz griega polilobulada que nos da la bienvenida en la entrada, muy típico del arquitecto José Gallego que fue también el que proyectó el mausoleo de la familia Cayuela. Sobre este lugar recae una leyenda que nos habla de sensaciones cuando pasean y se para a ver el panteón. Sensaciones relacionadas con malestar, dolor de cabeza y una profunda sensación de tristeza y ganas de llorar.
El patriarca de la familia Gascón, José Gascón, era platero y se dice que él que era hombre de bien, muy devoto, y con mucha suerte en los negocios. Llegando a tener en la Calle Platería de Murcia un taller, se habla también que vendió su alma al diablo para encontrar la fortuna en vida; y es por este hecho precisamente que se le consideraba una persona muy previsora, realizando testamento en 1865 y sin ser conocida enfermedad alguna, reforzando aún más la idea de pactos con Satán, por lo que siendo consciente de que su alma estaba condenada, encarga para su mausoleo estas gárgolas a este arquitecto, quien las proyecta en la misma entrada, evitando, según la leyenda, que el maligno pudiese entrar a por el alma de su cliente.

- Mausoleo López y Morote -
A unos pocos pasos del panteón Gascón nos encontramos con el de la familia López y Morote, en donde apreciamos dos tipos de gárgoles muy llamativas. De nuevo de estilo gótico vemos gárgolas tipo grifo en donde podemos identificar una especie de dragón alado, y otra con cabeza humanoide o mono con cuerpo y alas de águila. Son tres figuras que forman una figura triangular a modo de elemento de poder buscando la protección del entorno. Entre las posibles interpretaciones que se han atribuido a estas gárgolas destacan las que recuerdan al cristiano la necesidad de seguir los preceptos religiosos si quiere escapar del infierno.
El dragón fue el animal fantástico más reproducido por el arte medieval. La palabra dragón deriva del sánscrito dric, que significa “mirar”, en referencia a la capacidad de este animal para destruir con sus ojos. Si observamos con atención veremos que sus alas son semejantes a las de un murciélago, animal asociado a la oscuridad y el caos. Alas que, probablemente, indican el origen angélico del demonio, del que hablaremos un poco más adelante.
Una historia asociada a este panteón la encontramos en los primeros años del siglo pasado y nos relata que todas las noches, a las tres de la madrugada, los antiguos vigilantes solían ver una mujer con un vestido negro muy pomposo entrar en el panteón; nadie quería ir a comprobar de quien se trataba (recordemos que los cementerios estaban abiertos las 24 horas del día) ya que corría el rumor de que podría tratarse de la viuda de la familia, de quien se decía que juró venganza ante la muerte de su hija Antonia, quien fallece a los dieciocho meses de edad en 1902 a causa de unas fiebres que no fueron atendidas en el Hospital San Juan de Dios y que, al parecer, se aparecía todas las noches desde la caída del sol hasta la hora tercia

- Gárgolas del mausoleo López y Morote -