Murcia Plaza

LA LIBRERÍA

Las escalofriantes 'Mujeres solas' de Takako Takahashi

MURCIA. Cuando el velo prosaico de la realidad se estira y se rasga, se repliega en dobleces por un aire de los acontecimientos inesperado, o se perfora lo suficiente para que podamos ver, es que detectamos que algo no cuadra, aunque las cosas sigan su curso inexorable hasta la calma chicha final del universo. Son esos sucesos extraños los que dan un sabor diferente a la existencia, son la pimienta cayena frente al sopor y al tedio, y más que en la vida respirable, se encuentran en las historias que contienen, por ejemplo, los libros. Sí, hay quien busca desesperadamente las anomalías en la calle o en una carretera secundaria y suele tirarse toda la vida tras ellas sin el menor rastro de éxito. No, donde uno puede verdaderamente localizarlas y contemplar sus misterios es entre palabras en las páginas de un relato. No siempre se muestran, claro. 

Hay veces que el marketing, las fajas y sus hiperbólicos mensajes libro-del-año nos engañan y nos llevan hasta unas páginas sin sal, del montón. Otras veces, sin embargo, se tiene la suerte de llegar a un libro de esos que no dicen ser el libro de la centuria o del milenio, un libro que casi pasa desapercibido en el lahar constante de novedades, un título que se pesca al vuelo quizás movidos por el influjo de una buena portada y por la reputación del sello y que de pronto sí resulta ser, probablemente, uno de los mejores de la época. Cuando eso ocurre, la alegría es enorme. Se escribe mucho, y se diría que se publica aún más. Los buenos libros son anomalías. Los extraordinarios, casi milagros. Mujeres solas, de la japonesa Takako Takahashi (1932-2013), publicado por Hermida Editores y traducido por Suso Mourelo y Kaoru Togaki, es de los segundos.

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